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La secesión maldita de La Moraleja. Dolor y dinero en el barrio más rico de España
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La secesión maldita de La Moraleja. Dolor y dinero en el barrio más rico de España

La urbanización intentó separarse de Alcobendas hace 30 años, alegando discriminación fiscal y problemas de seguridad. ¿Había motivos para la independencia? ¿Los hay ahora?

Foto: La Casa de Cristal, en La Moraleja.
La Casa de Cristal, en La Moraleja.

1977: Bing Crosby salió de buen humor del hoyo 18 del Club de Golf de La Moraleja. Estaba satisfecho con su recorrido: el cantante y actor estadounidense —con cientos de millones de discos vendidos— seguía jugando bien a sus 73 años. Pero de pronto, todo se torció: empezó a sentirse (muy) mal: camino a la casa club, cayó fulminado sobre el césped. Infarto de miocardio. Murió antes de llegar al hospital. Eran las seis de la tarde del 14 de octubre de 1977. La urbanización de La Moraleja y su club de golf ya eran un imán para 'celebrities'.

1993: Anabel Segura, 22 años, estudiante madrileña de empresariales. Salió a hacer footing por las calles de su urbanización —Intergolf en La Moraleja— un 12 de abril de 1993. Nunca más se la vio con vida. Sus secuestradores acabaron con ella aquel día, pero pidieron rescate semanas después. El cadáver no apareció hasta 1995. Los raptores fueron detenidos, juzgados y condenados; “aficionados”, “descerebrados” y “chapuceros” fueron tres términos utilizados para describirles. La desaparición de Anabel Segura, hija de un directivo de una multinacional alemana, provocó una fuerte conmoción en todo el país con epicentro en La Moraleja.

2019: Hacienda publica por primera vez el IRPF por códigos postales. La Moraleja es el barrio más rico de España con 164.000 euros de renta media, casi el doble que el segundo de la lista (Vallvidrera-Tibidado i Les Planes, Barcelona, con 89.300 euros). Pero el contraste económico más grande está a la vuelta de la esquina: Alcobendas (municipio a 15 kilómetros al norte de Madrid al que pertenece La Moraleja) es el más desigual de España: la renta en La Moraleja es un 347% más alta que en otras zonas (Valdelasfuentes) de Alcobendas.

Ahora mezclen estas tres noticias y entenderán mejor el trasfondo de este reportaje sobre el movimiento independentista de La Moraleja

placeholder La Moraleja, desde el aire.
La Moraleja, desde el aire.

Moralejalandia

Inicios de 1989, los vecinos de La Moraleja activan el proceso para segregarse de Alcobendas. O el movimiento independentista del barrio más rico de España. Nacionalismo deluxe. 'Kale borroka' de alto 'standing'. La Urba-Estado de la Moraleja. Pero antes de entrar en harina independentista, echemos un vistazo al terreno...

La Moraleja es un núcleo residencial caracterizado tanto por su vegetación como por su concentración histórica de famosos: los Beckham, el clan Flores, Ana Obregón [cuyo padre, Antonio García Fernández, fue el promotor inmobiliario clave de la urba], Isabel Pantoja, los Thyssen, Alicia Koplowitz, José Manuel Entrecanales viven o han vivido allí, y aunque La Finca le ha ganado el título de residencial más exclusivo de Madrid en el siglo XXI, si hablamos de tamaño y de conflictos territoriales, ninguna otra urba madrileña hace sombra a La Moraleja.

El Distrito Urbanizaciones de Alcobendas —al que llamaremos Moralejalandia— está formado por La Moraleja y las urbas adyacentes de El Soto y El Encinar de los Reyes, con distintos grados de exclusividad. En el Distrito Urbanizaciones viven 24.698 personas (21% de la población de Alcobendas) en 4.526 hectáreas, la mitad de la extensión del municipio. Por poner Moralejalandia en contexto: el Distrito Centro de Madrid es 8,6 veces más pequeño (523 hectáreas) y tiene 6 veces más población (149.718 personas). Moralejalandia es más grande que los distritos madrileños de Centro, Tetuán, Salamanca, Retiro, Chamberí, Usera, Vicálvaro y Moratalaz juntos. Poca broma con Moralejalandia.

He aquí un municipio partido físicamente en dos: a un lado de la Autovía del Norte (A-1), el casco urbano de Alcobendas; al otro, Moralejalandia. Segundos fuera...

El quilombo

placeholder Mapa del término municipal.
Mapa del término municipal.

La comisión gestora pro segregación de La Moraleja se creó a finales de los ochenta para lograr la independencia. ¿Primer objetivo? Conseguir las firmas de la mitad de los habitantes de las urbas para activar un expediente de segregación.

Las cuentas de los indepes eran las siguientes: el presupuesto del futuro Ayuntamiento de La Moraleja sería de 625 millones de pesetas, 275 millones menos de lo que el Distrito Urbanizaciones pagaba a Alcobendas en impuestos. La secesión, según los indepes, saldría barata a los vecinos de La Moraleja.

Los vecinos decían sentirse abandonados por el Ayuntamiento de Alcobendas. Denunciaban problemas de seguridad o limpieza. Decían pagar mucho y recibir poco.

Selección de hemeroteca ('ABC') de la época con testimonios de los vecinos independentistas:

“Debemos defender nuestros derechos” (Manuel de la Calva, componente del Dúo Dinámico).

“Estoy totalmente a favor de la segregación. El ayuntamiento no nos presta ningún servicio y pagamos una ‘burrada’, y por si fuera poco nos cobran un impuesto por vivienda suntuaria. El alcalde está especulando con nosotros” (Nuria Torray, actriz).

”Estoy totalmente a favor de la segregación porque veo que es una canallada pertenecer al Ayuntamiento de Alcobendas. No nos dan ni un beneficio, todo son inconvenientes... No recibo ningún servicio... Los domingos tengo que llevar a la chica que trabaja en casa a Alcobendas porque no hay autobuses. El abandono es total y absoluto" (Teresa Luque, vecina).

placeholder Logo independentista.
Logo independentista.

“El Ayuntamiento de Alcobendas nos asa a impuestos y nos presiona con sus agresiones al medio ambiente y sus descarados intentos de quedarse con lo que es nuestro” (Vecino sin identificar).

“Pagamos dos veces. En Madrid capital, a nadie le cobran, además de los impuestos municipales, la luz de la calle donde vive y su conservación y limpieza. A nosotros sí, y esto es una clara injusticia. No estamos pidiendo ni que nos den más luz ni que los limpien las calles más veces de las que nos corresponde como ciudadanos que pagamos, religiosamente, los impuestos municipales. Sólo pedimos que se nos trate como a otros ciudadanos españoles y no como a ciudadanos de segunda…” (Jorge Mijangos, presidente de la Asociación de Vecinos de La Moraleja).

“En Alcobendas se ha invertido mucho dinero, y aquí en cambio no se ha hecho nada, ni siquiera han limpiado el lago que tenemos” (Niomar del Valle, vecina).

Indignadamente hartos de pagar dos veces y de que el equipo de gobierno socialista intente transformar esta zona en un barrio, cargándose la calidad de vida de los que vinimos a vivir aquí. La presión fiscal es muy alta” (Vecino sin identificar).

“A la hora de invertir, el equipo de gobierno socialista, que saca de estas urbanizaciones casi el 50% de sus recursos directos, solamente lo ha hecho en un 5% de lo recaudado. Muchos años no se ha molestado en invertir nada. Se está produciendo así otra clarísima injusticia sobre los habitantes de esta zona por partida doble, ya que, pagando dos veces, tenemos muchos más problemas que el resto de ciudadanos de Alcobendas” (Jorge Mijangos).

Los ciudadanos de La Moraleja decían tener “muchos más problemas” que los de Alcobendas. Viniendo del barrio más rico de España, dicha queja puede sonar chocante, pero el hecho es que el malestar vecinal era alto en 1989.

placeholder Interior de una de las casas más caras de La Moraleja.
Interior de una de las casas más caras de La Moraleja.

Al igual que otros ciudadanos 'nacionalistas', los vecinos de La Moraleja se sentían agraviados. El agravio como gasolina de la protesta. ¿Tenía base el nacionalismo moralejiano? Preguntamos a la periodista Rebeca Arroyo, que analizó el secesionismo de La Moraleja en un capítulo del libro ‘Micronacionalismos’ (2007). “Las razones económicas tienen un peso importante en cualquier movimiento nacionalista, pero de trasfondo suele haber siempre signos identitarios, lo que no era el caso de La Moraleja. Cualquier distrito de una ciudad puede sentirse agraviado respecto a otro por la falta de servicios, pero los impuestos no se cobran por vivir en La Moraleja, sino por renta, no veo claras las razones para querer independizarse. Por esa regla de tres cualquier distrito de renta alta podría pedir la independencia”, cuenta Arroyo.

Anabel Segura

El conflicto independentista se enrareció en 1993 tras la desaparición de Anabel Segura. Por si no había suficientes agravios económicos —clamaban los indepes—, el Ayuntamiento de Alcobendas se desentendía ahora de la seguridad en la urbanización. “El secuestro, que mantuvo en vilo a la población durante dos años y medio, fue esgrimido por la plataforma independentista como un ejemplo de la falta de seguridad del barrio y de la negligencia y escasa atención del consistorio de Alcobendas. Para los promotores de la independencia de La Moraleja, la elevada renta de los vecinos del barrio contribuía a que este fuera foco de atracos, tirones con violencia, robos, saqueos e intentos de secuestro, así como otros delitos y, aseguraban, la falta de implicación del ayuntamiento contribuía a acrecentar la vulnerabilidad de los residentes. Este terrible suceso enturbió aún más si cabe las pésimas relaciones entre La Moraleja y el ayuntamiento, y fue utilizado para avivar los rescoldos de las desavenencias entre ambas partes, a la vez que evidenciaba la incapacidad de llegar a un entendimiento”, según Arroyo.

El secuestro de Anabel Segura fue esgrimido por la plataforma independentista como un ejemplo de la falta de seguridad del barrio

¿Había motivos para la paranoia securitaria tras el secuestro de Anabel Segura? “Fue un asunto un poco turbio, porque se aprovechó un acontecimiento negro y triste, para volver a echar leña al fuego de la secesión. ¿No había suficiente seguridad? Secuestros pueden ocurrir en cualquier lugar. Se utilizó como argumento para volver a encender aquello y que la gente se movilizara”, explica Rebeca Arroyo.

Pese a surgir del núcleo duro del barrio más rico de España, la campaña independentista tuvo un problema de recolección de fondos, cuenta Arroyo en el libro: la idea era que los chalés más pequeños pagaran 5.000 pesetas (30 euros) por cabeza y las mansiones 100.000 pesetas (600 euros) para sufragar la campaña, pero la colecta fue un fracaso. Una cosa era firmar y otra aflojar la pasta. La cifra ideal a alcanzar era de 20 millones de pesetas (120.200) euros, pero la colecta se quedó en 1,5 millones de pesetas (9.015 euros).

En diciembre de 1993, los secesionistas presentaron un plan de viabilidad económica a la Comunidad de Madrid. En septiembre de 1994, el Ayuntamiento de Alcobendas archivó el expediente de segregación alegando que no estaba respaldado por la mitad de los vecinos. Según las autoridades, los secesionistas se habían quedado a 1.154 firmas de las necesarias.

La independencia —como movimiento político articulado— quedó herido de muerte, pero el malestar (fiscal) sigue ahí 30 años después.

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Imagen aérea de varios chalés en La Moraleja.

Un hombre, un voto

Que La Moraleja es de derechas es algo difícilmente rebatible. La alcaldía de Alcobendas está en manos del PP con 12 concejales (a dos de la mayoría absoluta). El PSOE tiene 7. El resto se reparte así: Ciudadanos (3), Sí se Puede (3), UPYD (1) y IU (1). En las municipales de 2015, el PP sacó el 38,47% de los votos y el PSOE el 21,91%. No obstante, el resultado se escora bruscamente a la derecha si nos ceñimos al Distrito Urbanizaciones: PP: 73,21% de los votos; PSOE: 4,73 %; Ciudadanos: 13,94%. La izquierda (PSOE, IU, Podemos y municipalismo) no llegó al 10% del voto en el Distrito Urbanizaciones (menos del 5% si nos ceñimos a La Moraleja). Por contra, en el casco urbano de Alcobendas —Distrito Centro— hubo empate técnico entre bloques: PP (31,38%), PSOE (30,16 %), Sí se puede (12,81%) y Ciudadanos (9,21%). La participación en el Distrito Centro fue nueve puntos menor que en las Urbanizaciones.

La Entidad de Conservación de la Moraleja —entidad privada, pero de uso público— gestiona los servicios de las urbanizaciones (mantenimiento, jardinería y seguridad) con las aportaciones de los vecinos. La presidenta de la Entidad de Conservación de la Moraleja ha declinado dar su opinión para este reportaje. Los políticos de Alcobendas, por contra, sí quieren hablar.

placeholder Entrada a la urbanización La Moraleja, en Madrid.
Entrada a la urbanización La Moraleja, en Madrid.

Ignacio García de Vinuesa fue uno de los vecinos de La Moraleja que firmó a favor de la secesión. En aquel momento le pareció una buena idea. En 2007, García de Vinuesa se convirtió en alcalde de Alcobendas por el PP tras 28 años de alcaldías socialistas. El chiste fácil sería que García de Vinuesa había pasado del nacionalismo independentista (La Moraleja) al imperialismo (Alcobendas).

No obstante, el actual alcalde de la ciudad no solo no tiene problema en recordar el asunto, sino que tampoco ve mayor contradicción. “Quiero ser sincero: había quién quería la independencia, pero para la mayoría de los vecinos aquello no fue otra cosa que una queja justificada para llamar la atención. Lo único que hicimos fue reclamar nuestro derecho a que el Ayuntamiento de Alcobendas invirtiera algo de dinero en La Moraleja. Por eso firmé. Y luego me presenté a la alcaldía de Alcobendas para cambiar las cosas”, cuenta García de Vinuesa a este periódico.

García de Vinuesa buscará revalidar mandato en mayo. ¿Su principal rival? Rafael Sánchez Acera (PSOE). El Confidencial habló con los dos candidatos (por separado y en días diferentes) sobre la independencia fallida de La Moraleja y las relaciones actuales entre Alcobendas y sus urbas. He aquí sus respuestas.

En La Moraleja viven personas con muchos contactos. No fue fácil parar la independencia

Sánchez Acera: Alcobendas creció en los años sesenta sin apenas infraestructuras. Si nos remontamos a los primeros ayuntamientos democráticos, vemos que había necesidades básicas sin cubrir, como el alumbrado, el saneamiento o los colegios públicos. Las diferencias económicas entre Alcobendas y La Moraleja eran mayores entonces de las que son hoy. Así que, en los primeros años de la democracia, la inversión pública se volcó con el casco de Alcobendas. El barrio de las urbanizaciones, con La Moraleja al frente, empezó a reclamar mejores servicios para su zona, pero lo que estaba haciendo el ayuntamiento era buscar cierto equilibrio territorial. Esa era la verdadera batalla… La independencia la movió gente muy potente. En La Moraleja viven personas con muchos contactos. No fue fácil parar aquello para el ayuntamiento. Tuvo su dificultad jurídica.

García de Vinuesa: Yo vivo en La Moraleja desde hace 35 años, como otros miles de vecinos de Alcobendas. Cuando sucedió aquello [el movimiento independentista], llevaba cinco años viviendo allí. La Moraleja estaba entonces físicamente aislada del municipio. Para llegar al casco urbano había que coger la Nacional 1, no había ningún camino directo, ni siquiera un caminito por el que pudieras llegar al casco urbano en coche.

Sánchez Acera: Hace 30 años había un problema real de separación sobre el terreno: además de la antigua Nacional 1, los alrededores (lo que es ahora el Arroyo de la Vega) estaban sin urbanizar. Los ‘independentistas’ partieron de esa separación física para decir: como tenemos capacidad económica para recaudar los impuestos necesarios y somos suficientes habitantes, queremos la independencia. La mayor fuerza de la secesión era que la ciudad no continuaba, y que La Moraleja estaba separada de Alcobendas por terreno baldío. Pero el ayuntamiento consideró que se trataba de un municipio único, y se construyeron las infraestructuras necesarias para que así fuera… La independencia se frenó principalmente por el desarrollo urbano del Arroyo de la Vega. La secesión ya es imposible. Es un continuo urbano. Ahora no hay ninguna posibilidad de lograr la segregación, aunque las quejas siguen.

Los ayuntamientos socialistas no invertían un céntimo. Todos los servicios los pagábamos los vecinos. No había una sola dotación pública

García de Vinuesa: Los ayuntamientos socialistas no invertían un céntimo en un lugar —La Moraleja y las urbanizaciones adyacentes— que representaba casi el 50% del término municipal y más del 20% de la población. Todos los servicios públicos —el alumbrado, las reparaciones en calles o saneamientos, la clase de cosas que pagan los ayuntamientos en todas partes— los pagábamos los vecinos mediante la Entidad de Conservación. En La Moraleja no había una sola dotación pública. Ni colegios ni centros de salud. Nada de nada. La queja derivó en un movimiento vecinal de protesta.

Sánchez Acera: El IBI de una parcela de 15.000 metros cuadrados en La Moraleja vale miles de euros, cierto, pero es que en 15.000 metros cuadrados del casco cabe más de un bloque de viviendas, y si sumas los IBI de todos los pisos de esos bloques, recaudas mucho más dinero. Cuando tu pones a un policía local en la esquina de esa parcela en el casco urbano, das servicio a 2.000 vecinos, pero si lo pones en la esquina de esa parcela en las urbanizaciones, das servicio a un vecino o a una familia. Financiar los servicios de este tipo de urbanizaciones es mucho más caro. El mero acto de barrer una calle ya es más caro: tienes a un barrendero para barrer tres casas con parcelas de miles de metros cuadrados. En una calle del casco con la misma extensión das servicio a 7.000 vecinos.

Lo importante es que los servicios públicos se han ido acercando y que —afortunadamente— ya no hay diferencias entre Alcobendas y La Moraleja

García de Vinuesa: La situación ha cambiado absolutamente en nuestros doce años de gobierno. En el Distrito Urbanizaciones hay ahora una sede de la policía local. También hay un centro de salud cercano: está en el Arroyo de la Vega, pero es para las Urbanizaciones. Los servicios de la ciudad se han ido acercando. Antes no se veía a un solo policía local patrullando por La Moraleja. El IBI recaudado en La Moraleja iba antes directo a las arcas municipales sin que se invirtiera un céntimo en las urbanizaciones. Ahora no sucede eso.

Sánchez Acera: La queja de que en La Moraleja pagan impuestos dos veces dura hasta nuestros días, aunque la alcaldía sea ahora del PP. En La Moraleja hablan de “doble imposición” porque los servicios de jardinería y de vigilancia los pagan los vecinos, pero es que son servicios que han decidido voluntariamente tener. Pagan dos veces porque quieren pagar dos veces. Quieren tener una vigilancia privada, quieren tener una jardinería concreta, servicios por los que no paga ningún municipio público en España… Con los ayuntamientos del PP han seguido teniendo la doble imposición, lo que sí ha cambiado es la labor fundamental de reequilibrio territorial: antes se invertía mucho más en el casco que en las urbanizaciones. El PP, por contra, ha subido las inversiones en las urbanizaciones: donde hay ahora carencias es en el casco. Ahora hay muchas quejas, por ejemplo, por la falta de limpieza en el centro.

A vueltas con la seguridad

Sánchez Acera: El ratio de policías locales por habitante en Alcobendas es de los más altos de España. Ya era superior a la media, de hecho, hace 25 años. El problema de La Moraleja es el espacio: el Distrito Urbanizaciones es gigantesco, más grande que todo el casco, por eso exigen, pagan y tienen seguridad privada; ya la tenían, de hecho, cuando la tragedia de Anabel Segura. Casos como el de Anabel Segura o Laura Luelmo generan una entendible alarma social, pero son aislados y aleatorios, de complicada prevención policial.

García de Vinuesa: El ayuntamiento ya se hace cargo de casi todo, pero de la seguridad privada no, que ni se paga con dinero municipal ni se va a pagar nunca: tenerla es una decisión de los vecinos. La morfología de La Moraleja es tan especial que no se puede pretender tener a la mayor parte de la policía local patrullando por aquí.

En las urbanizaciones exigen unos servicios que ningún ayuntamiento puede pagar

Sánchez Acera: Exigen unos servicios que ningún ayuntamiento puede pagar. Es imposible tener a 80 policías locales patrullando por La Moraleja 24 horas al día, porque serían 250 policías al día, los mismos que hay para toda la ciudad. Y quien dice policías dice barrenderos o jardineros. Es una extensión enorme con poca densidad de población… Muchos de los problemas son intrínsecos a la estructura de la urbanización. Ellos preferirían cerrarla y que no pasara nadie, pero eso no se puede hacer, porque está en suelo público, tiene que poder entrar cualquiera.

García de Vinuesa: Lo importante es que los servicios públicos se han ido acercando, que se ha promovido la relación entre las dos zonas del pueblo y que —afortunadamente— ya no hay diferencias.

Sánchez Acera: En el Distrito Urbanizaciones siempre ha creído que el desarrollo de Alcobendas lo han pagado ellos, cosa que no es cierta: lo han pagado las empresas [Alcobendas acoge a 500 multinacionales y 15.000 empresas]. Muchos vecinos de La Moraleja siguen haciendo vida en las urbanizaciones y mirando más hacia Madrid que hacia Alcobendas. Muchos escriben La Moraleja (Madrid) en lugar de La Moraleja (Alcobendas) en sus tarjetas. Prefieren vivir así. Es su modelo.

1977: Bing Crosby salió de buen humor del hoyo 18 del Club de Golf de La Moraleja. Estaba satisfecho con su recorrido: el cantante y actor estadounidense —con cientos de millones de discos vendidos— seguía jugando bien a sus 73 años. Pero de pronto, todo se torció: empezó a sentirse (muy) mal: camino a la casa club, cayó fulminado sobre el césped. Infarto de miocardio. Murió antes de llegar al hospital. Eran las seis de la tarde del 14 de octubre de 1977. La urbanización de La Moraleja y su club de golf ya eran un imán para 'celebrities'.