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El FMI alerta de una ola proteccionista por los bajos salarios y la desigualdad
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SOSTIENE QUE HAY UNA "TENDENCIA AL AISLACIONISMO"

El FMI alerta de una ola proteccionista por los bajos salarios y la desigualdad

Los bajos salarios y el aumento de la desigualdad, junto al fenómeno de las migraciones, amenazan con desembocar en una nueva ola proteccionista. Eso es lo que piensa el FMI

Foto: La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. (EFE)
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. (EFE)

Lo dice con rotundidad el último informe del FMI. “En el mundo entero se observa un aumento de las medidas comerciales proteccionistas”. ¿La causa? El impacto que tiene la competencia externa en los puestos de trabajo y en los salarios de millones de trabajadores en un contexto de frágil crecimiento y baja productividad. O lo que es lo mismo, la competencia exterior está avivando lo que el Fondo Monetario denomina “espíritu proteccionista”, lo cual podría tener, sostiene, ramificaciones para los flujos de comercio mundial.

Otro factor influye en este neoproteccionismo, del que la economía mundial se había salvado hasta ahora pese a la intensidad de la crisis. Las inquietudes en torno a la “creciente desigualdad” de la distribución de los ingresos se multiplican, lo que alimenta el temor a la competencia exterior.

La incertidumbre es máxima. Y el FMI alerta que estas tendencias podrían llevar a las empresas a “postergar” la inversión y la contratación, enfriando la actividad a corto plazo, al mismo tiempo que una “tendencia al aislacionismo” podría avivar las desavenencias políticas internacionales.

Detrás de este comportamiento del comercio mundial se encuentra lo que el propio Fondo Monetario denomina “fuerzas políticas centrífugas”. Y que tienen que ver con el Brexit o las elecciones presidenciales en EEUU. En particular, por el candidato Trump. Pero también con la respuesta política que se está dando algunos países avanzados a fenómenos como la inmigración a través de respuestas nacionales a problemas globales. Lo que temen los economistas del Fondo es que vuelvan a florecer los aranceles y otras barreras no estrictamente arancelarias.

El FMI parte de una premisa. Una de las principales causas del moderado avance del PIB mundial -el 3,1% este año y el 3,4% el próximo- es la menor tasa de aumento de la demanda agregada, sobre todo de la inversión, que es especialmente eficaz para generar flujos comerciales internacionales de bienes de capital e consumos intermedios.

También ejercen una función central la “pérdida de impulso de las medidas de liberalización comercial, la reaparición de medidas proteccionistas y el repliegue de las cadenas mundiales de valor”. Su conclusión es que aunque parte de la desaceleración del comercio puede obedecer a la maduración natural de las tendencias que impulsaron el crecimiento del comercio exterior en el pasado, también parece probable que estén influyendo “presiones más preocupantes que podrían, a su vez, reducir el dinamismo empresarial y la tasa de crecimiento de la productividad”.

De hecho, tanto los factores demográficos como las expectativas de un menor crecimiento futuro de la productividad (y, por ende, de las rentas de los consumidores) están ejerciendo presión a la baja sobre las tasas de inversión actuales, ya que se necesita menos inversión para mantener una relación capital/producto estable.

Política monetaria ultraexpansiva

En particular, en las economías avanzadas. En este caso, las brechas del producto (lo que la economía deja de crecer) aún son negativas, las presiones salariales en general son moderadas, y el riesgo de una inflación persistentemente baja (o una deflación, en algunos casos) se “ha recrudecido”. Por lo tanto, su conclusión es que la política monetaria debe seguir siendo acomodaticia, apoyándose según sea necesario en estrategias no convencionales. Es decir, prolongando en el tiempo la expansión monetaria a través de diferentes programas de compras de activos, tanto públicos como privados.

El análisis el FMI va más allá de lo estrictamente económico y recuerda que la acogida de migrantes también crea dificultades para las economías avanzadas, en especial en un contexto de crecimiento económico débil. “Las inquietudes acerca del impacto en los salarios”, asegura, y el posible desplazamiento de los trabajadores locales y los costos fiscales a corto plazo “pueden acentuar las tensiones sociales”. Su conclusión es que esas inquietudes pueden dar lugar a reacciones políticas, como lo demuestra la actual campaña presidencial en Estados Unidos y la campaña previa al voto por el Brexit en el Reino Unido.

Los economistas del Fondo, sin embargo, recuerdan que la inmigración tiene a largo plazo efectos positivos sobre los ingresos per cápita y sobre la productividad de la mano de obra, y poco efecto sobre las tasas de desempleo y los salarios de los trabajadores locales.

Sin embargo, admite, algunos estudios “sí distinguen efectos negativos sobre los grupos de salarios más bajos”. Es decir, los empleos no cualificados, cuya inserción laboral es más difícil.

El proteccionismo, en todo caso, está en el punto de mira. Y el informe del FMI realiza un supuesto en el que a nivel mundial se produce un encarecimiento de los bienes importados del 10% durante tres años. Las consecuencias son inmediatas. Según sus estimaciones, el mayor costo de los bienes comerciados reduce el producto mundial casi 1,75% después de cinco años, y casi 2% a largo plazo.

El consumo mundial, de la misma manera, se reduciría en una tasa similar, en tanto que la inversión internacional decrecería incluso más. El comercio mundial, sin embargo, es el rubro más perjudicado, registrándose reducciones de las importaciones y exportaciones de 15% después de cinco años y de 16% a largo plazo.

Lo dice con rotundidad el último informe del FMI. “En el mundo entero se observa un aumento de las medidas comerciales proteccionistas”. ¿La causa? El impacto que tiene la competencia externa en los puestos de trabajo y en los salarios de millones de trabajadores en un contexto de frágil crecimiento y baja productividad. O lo que es lo mismo, la competencia exterior está avivando lo que el Fondo Monetario denomina “espíritu proteccionista”, lo cual podría tener, sostiene, ramificaciones para los flujos de comercio mundial.

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