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El FMI echa por tierra las previsiones del Gobierno y obliga a cambiarlas
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el gasto público tira de la economía

El FMI echa por tierra las previsiones del Gobierno y obliga a cambiarlas

La economía española se desacelera. Y ello va a obligar al Gobierno a revisar a la baja sus últimas previsiones, en línea con lo que estiman el FMI y los institutos de coyuntura

Foto: El ministro de Economía y Competitividad en funciones, Luis de Guindos. (EFE)
El ministro de Economía y Competitividad en funciones, Luis de Guindos. (EFE)

Las previsiones de crecimiento económico del Gobierno para este año han saltado por los aires. Así lo certifican las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero también los institutos de coyuntura privados, que prevén un avance del PIB del 2,7% este año, en línea con lo que estima el Fondo (un 2,6%). Por lo tanto, tres o cuatro décimas menos que lo esperado por el Gobierno.

Como consecuencia de ello, el Ministerio de Economía se verá obligado a revisar a la baja en las próximas semanas sus últimas previsiones, que serán incluidas en el programa de estabilidad que el Ejecutivo debe remitir a Bruselas antes de que finalice el mes de abril.

El FMI rebaja la previsión de crecimiento para España y la deja en el 2,6%

El último escenario macroeconómico preveía un aumento del PIB del 3% este año y un 2,7% el próximo, pero a la luz de los últimos indicadores, nada señala que se puedan cumplir esos objetivos salvo que la orientación de la política fiscal sea más expansiva, como sugirió este martes el FMI, y eso no está recogido en las previsiones del Gobierno.

El ministro De Guindos ha estimado para este año un avance del gasto en consumo final de las administraciones públicas del 0,3%, tasa que se sitúa muy por debajo del 1,3% que prevé el consenso de los institutos de coyuntura que colaboran en la encuesta que hace Funcas. Y que, sobre todo, es incompatible con los últimos datos de ejecución presupuestaria.

El cambio en la orientación de las políticas fiscales, sin embargo, sí lo recoge el documento del FMI. El informe de primavera recuerda a los gobiernos que “las reformas más valiosas serán las que incluyan medidas de estímulo fiscal, como la reducción de las cuñas fiscales y el incremento del gasto público en políticas activas en el mercado laboral”.

Esa nueva orientación de la política fiscal, de carácter más expansivo, es, de hecho, lo que solicitará el Gobierno español a Bruselas: un año más para situar el déficit por debajo del umbral del 3%. El propio Fondo admite en su informe que algunos países como Canadá, Italia, Alemania o EEUU ya están poniendo en marcha políticas fiscales más expansivas, mientras que España, en su opinión, ha pasado de un proceso de consolidación (recortes) a otro de sesgo más neutro.

Política fiscal expansiva

El informe del FMI, sin embargo, no tiene en cuenta los datos de ejecución presupuestaria de 2015, que han significado una importante desviación en el déficit público de ocho décimas (hasta el 5% del PIB) y, por lo tanto, mayor gasto público. Este factor, por el contrario, sí ha sido tenido en cuenta por el servicio de estudios del BBVA, que ha observado “un tono expansivo en la política fiscal”. Algo que ha significado un deterioro del déficit ajustado de ciclo de 0,9 puntos del PIB (unos 9.000 millones de euros) a consecuencia, principalmente, de las “políticas discrecionales acometidas a lo largo de 2015”, como se recuerda, un año electoral. Es decir, el déficit estructural ha empeorado un punto de PIB.

En todo caso, el Fondo Monetario advierte de que el cambio de sesgo de la política fiscal debe tener en cuenta la situación cíclica de cada economía. Y en concreto, advierte de que las reducciones de las cotizaciones sociales y los incrementos del gasto en políticas activas en el mercado laboral (las destinadas a mejorar la formación y no a pagar prestaciones) son más eficaces “durante periodos de capacidad económica ociosa”.

Por el contrario, sostiene, las reformas de los mecanismos de protección del empleo y los sistemas de prestaciones de desempleo “son beneficiosas durante periodos de prosperidad económica, pero pueden tener efectos perjudiciales cuando la economía es débil”. Justo lo contrario que se ha hecho en España en los últimos años.

Junto al gasto público, el otro tractor del crecimiento (más relevante) seguirá siendo el consumo privado. En particular, como consecuencia del desplome de los tipos de interés (que aumentará la renta disponible de empresas y familias) y de los precios del petróleo, que aunque han rebotado en los últimos días, aún se mantienen muy por debajo de los niveles del año pasado. El precio del barril de Brent se mueve ahora en el entorno de los 43-45 dólares, con una subida de algo más del 4%, tras el acuerdo sobre producción alcanzado por Rusia y Arabia Saudí.

Pese a ello, Funcas ha estimado que este año el ahorro para los agentes económicos por la vía del petróleo será de unos 5.000 millones de euros, algo menos de la mitad que en 2015.

Eso quiere decir que tanto el gasto público (que crecerá por encima de los precios) como el consumo privado (por la creación de empleo) podrán compensar los efectos derivados del sector exterior tras la ralentización del crecimiento en la eurozona, hacia donde se dirige más del 50% de las exportaciones españolas.

Las previsiones de crecimiento económico del Gobierno para este año han saltado por los aires. Así lo certifican las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero también los institutos de coyuntura privados, que prevén un avance del PIB del 2,7% este año, en línea con lo que estima el Fondo (un 2,6%). Por lo tanto, tres o cuatro décimas menos que lo esperado por el Gobierno.

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