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Europa afronta otro 'día D' con el euro y la economía pendientes del pacto con Grecia
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Europa afronta otro 'día D' con el euro y la economía pendientes del pacto con Grecia

Fuera máscaras. Ha llegado el momento de que Grecia y la Eurozona muestren ya sus verdaderas cartas. En juego está el futuro del euro y de la economía europea

Foto: La canciller alemana, Angela Merkel
La canciller alemana, Angela Merkel

"Hay un acuerdo", celebró José Manuel Durao Barroso, por entonces presidente de la Comisión Europea, al término de la reunión que los jefes de Gobierno celebraron el 11 de febrero de 2010. ¿A qué se refería? Al pacto alcanzado entre Grecia y Europa. Atenas se comprometía a emprender las reformas y los ajustes precisos para domar sus cuentas públicas y su economía y sus socios europeos ofrecían ayuda y respaldo al país heleno. "Grecia no será abandonada", remachó Angela Merkel. Pero la canciller alemana fue más allá. "Sin embargo, existen unas reglas y estas reglas hay que cumplirlas", avisó.

Este matiz acabó siendo mucho más realista y duradero que el triunfalismo de Barroso. Justo cinco años después, Grecia seguirá acaparando todo el protagonismo en las sucesivas reuniones que se van a celebrar esta semana en Bruselas. Y de nuevo habrá mucho en juego: el futuro de Grecia, por supuesto, pero también la recuperación con la que sueña la Eurozona y, en última instancia, hasta el futuro del euro.

Vídeo: Grecia centra la reunión del Eurogrupo

Porque lo que ocurra de aquí a final de mes en las negociaciones entre los eurosocios y el nuevo Gobierno de Alexis Tsipras amenaza con derribar un muro hasta ahora intocable: el carácter irrevocable de la divisa europea. Esto es, que una vez entrado en el club de la moneda única, no se podía salir. Si no hay acuerdo y las posiciones siguen enconadas, Grecia puede convertirse en el primer país en abandonar el euro. "No sería ni de lejos como el accidente que podría haber provocado su salida en 2010. Pero, por si acaso, mejor no andar con experimentos", indica el analista financiero Juan Ignacio Crespo.

Como siempre, entre los expertos se abre paso la división de opiniones. El expresidente de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, no ha dudado en afirmar que el Grexit -concepto con el que se define la posible salida de Grecia del euro- es "inevitable" y que es "solo cuestión de tiempo". No es el único. De hecho, es la posición que se está imponiendo en las últimas fechas por la distancia existente entre las peticiones de Atenas, que quiere más dinero, más tiempo y más comprensión por parte de los eurosocios, y la posición imperante en Europa, que pretende mantener controlada a Grecia bajo un programa de rescate. Por lo que pueda ocurrir, Reino Unido ha puesto en marcha un comité de crisis para cubrir los potenciales efectos del Grexit.

Pero otras voces son menos extremas. "Una vez más, los economistas se están apresurando a predecir la salida de Grecia de la Eurozona. Una vez más, creemos que todos ellos se equivocan", aseguran desde Royal Bank of Scotland (RBS). "Será una negociación dura, pero la sangre no llegará al río", añade Crespo.

¿Por qué se presume tanta tensión? Porque, por un lado, el nuevo Ejecutuvo de Syriza debe justificarse ante su electorado y confirmar que es diferente a los anteriores gobiernos griegos. Y porque, por otro, los socios europeos, con Alemania y otros países periféricos como España e Irlanda a la cabeza, no pueden permitir que los compromisos adquiridos se rompan sin más. Principalmente, por tres motivos. El primero, que han prestado a Grecia 240.000 millones de euros -más del 100% del Producto Interior Bruto (PIB) griego- con unas condiciones que el país heleno nunca hubiera conseguido por sus propios medios en los mercados; el segundo, que alentarían movimientos políticos similares en otros países, como España, en caso de conceder a Syriza todo lo que pide; y el tercero, que Tsipras no puede lanzar compromisos electorales con un dinero que no tiene -y que, en todo caso, le proporcionará Europa-.

Estas diferencias comenzarán a escenificarse este miércoles, con la reunión del Eurogrupo a la que asistirá el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis. Y posiblemente tendrán continuidad el jueves en el Consejo Europeo en el que Merkel y Tsipras se verán las caras. Porque, siendo fieles a la tradición europea, todo indica que el acuerdo apurará unos plazos que tienen como fecha límite el 28 de febrero, que es cuando expira la prórroga del segundo rescate que la troika otorgó a Grecia.

Pero si las diferencias son tan apreciables, ¿por qué existe el convencimiento de que acabará tejiéndose un acuerdo? Por un motivo fundamental: el sentido común. Como a ninguna de las dos partes le conviene que Grecia acabe saliendo del euro, el pacto caerá por su propio peso. "Grecia fuera del euro se convertiría en un país del tercer mundo. Seguramente cualquiera de sus países vecinos -Albania, Macedonia, Bulgaria o Turquía- estarían encantados de ocupar su lugar", sostiene gráficamente Juan Ignacio Crespo.

¿Y a la Eurozona por qué le conviene mantener a Grecia en el club del euro? Por una cuestión de control de daños y de coste de oportunidad. "El coste para Alemania y los países centroeuropeos de permitir la salida de Grecia sigue siendo extremadamente alto en comparación con la reestructuración de su deuda. El coste de una solución es mucho más bajo que el coste de un contagio", afirman desde RBS.

Y aún hay más. Aunque la economía europea no esta para tirar cohetes, para este año se espera el mayor crecimiento desde 2011. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un crecimiento del 1,2% y la Comisión Europea del 1,3%, ambas cifras por encima del 0,8% de 2014.

Para ello, la Eurozona cuenta a su favor con la depreciación del euro, que en los 1,13 dólares actuales se mantiene en zona de mínimos desde 2003 contra el billete verde, y el abaratamiento del petróleo, con el barril Brent en sus cotas más bajas desde 2009 por debajo de los 60 dólares. Y está a la espera de recibir la lluvia de euros procedente del programa de expansión cuantitativa (QE) que el Banco Central Europeo (BCE) pondrá en marcha en toda su dimensión desde marzo, cuando comenzará a inyectar cada mes, en colaboración con los bancos centrales de los países del euro, 60.000 millones de euros.

La incógnita reside en si la Eurozona será capaz de aprovechar la ocasión que ofrecen estos favorables ingredientes, algo que también está en juego en las negociaciones que entran hoy en su hora de la verdad. "Si hay acuerdo, Grecia no alterará las condiciones favorables de las que gozará la Eurozona. Si no lo hay, la región se enfrentará a una temporada de volatilidad, que no es lo más adecuado para apoyar el crecimiento", explica Juan Ignacio Crespo.

Hace justo cinco años, Barroso presumía de haber alcanzado un acuerdo. Un lustro después, la Eurozona y Grecia necesitan otro. Pero que esta vez sea de verdad.

"Hay un acuerdo", celebró José Manuel Durao Barroso, por entonces presidente de la Comisión Europea, al término de la reunión que los jefes de Gobierno celebraron el 11 de febrero de 2010. ¿A qué se refería? Al pacto alcanzado entre Grecia y Europa. Atenas se comprometía a emprender las reformas y los ajustes precisos para domar sus cuentas públicas y su economía y sus socios europeos ofrecían ayuda y respaldo al país heleno. "Grecia no será abandonada", remachó Angela Merkel. Pero la canciller alemana fue más allá. "Sin embargo, existen unas reglas y estas reglas hay que cumplirlas", avisó.

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