De olímpico a moroso: Gallardón no paga ni a Iberdrola... ni a Fenosa

De tocar el cielo olímpico con la punta de los dedos, a no pagar la luz. Esta es la situación del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, que en apenas cuatro meses ha pasado de estar en el centro del mundo con su candidatura a organizar los Juegos Olímpicos de 2016 a ser acusado de moroso por no pagar el recibo de la luz.

 

El regidor del consistorio madrileño denunció ayer a Iberdrola ante la Comisión Nacional de la Energía (CNE) por haber cortado el suministro a varias dependencias municipales en la mañana del pasado martes. Una decisión que para el Ayuntamiento de la capital de España es injusta, ya que considera que el suministrador no está cumpliendo las obligaciones que tiene de precisión de detalle de la factura. Además, sostiene que entra en contradicciones entre distintos soportes informáticos y documentales, por lo que "evidentemente, no se puede proceder al pago".

Pero para Iberdrola el asunto es más sencillo. Gallardón no paga desde el 1 de julio, fecha en la que entró en vigor el sistema de tarifa de último recurso. La eléctrica le solicitó que hiciera frente a la factura en un periodo de 60 días, tal y como marca la ley. Posteriormente, al comprobar que no pagaba, le informó de nuevo que si es otros dos meses no abonaban el importe debido procedería al corte del suministro eléctrico.

“Es un cliente más y se le trata como tal”, aseguran fuentes próximas a la eléctrica, que ha rehusado hacer ningún comentario oficial. “Al que no paga, tras los avisos pertinentes, se le corta la luz”, sentencian. Fuentes del sector aseguran que el Ayuntamiento debía haber pagado la factura y después haber presentado la reclamación oportuna por lo que considere injusto, igual que hace cualquier otro usuario. “Tal cual hace el propio consistorio con los impuestos que aplica a los ciudadanos”, añaden.

Fuentes de una asociación de usuarios expone que cuando Gallardón se inventó el pasado otoño el impuestos de recogidas de basuras los madrileños se vieron obligados primero a pagar y después han presentado las reclamaciones. “En caso de no hacerlo, el Ayuntamiento les hubiera cobrado los intereses de demora y, llegado el caso, les hubiera embargado el importe de su cuenta corriente”, argumentan. Ni más ni menos que como se ejecutan las multas de tráfico impagadas.

Pero Iberdrola, que ya procedió de la misma manera con el Metro de Valencia, no es la única que sufre los impagos por parte del alcalde madrileño. Fuentes del sector aseguran a El Confidencial que Unión Fenosa, el otro operador de la capital de España, también acumula deudas del Ayuntamiento dirigido por Gallardón. “Son atrasos como los que tienen con otras compañías de servicios públicos que tampoco están cobrando a tiempo”, añaden fuentes conocedoras de la situación. Desde Gas Natural, dueña de Unión Fenosa, han declinado hacer ningún comentario.

Madrid le debe 12 millones de euros a Iberdrola, pecata minuta si se tiene en cuenta que el consistorio tenía una deuda bancaria de 6.683,9 millones a cierre de 2008, últimos datos disponibles. La deuda del ejecutivo de Gallardón  es la mayor de todos los ayuntamientos de España y representa el 20,8% del total (32.000 millones). Teniendo en cuenta que Madrid tiene 3,2 millones de habitantes, la deuda por cabeza asciende a 2.000 euros, cuatro veces que la media nacional.

Esta dramática situación ha llevado al alcalde a elevar la presión fiscal a los ciudadanos para intentar recaudar más dinero con el que hace frente a su deuda bancaria. Los ciudadanos de la capital llevan sufriendo el aumento de los impuestos desde al menos 2003, cuando hasta Rajoy tuvo que intervenir para frenar un aumento del Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI) del 50%. En 2009 se encareció un 12%.

El pasado año, las agencias de rating ya castigaron el pasado año a Madrid por su elevada deuda. Standard & Poor´s le rebajó el rating a largo plazo, mientras que Fitch dejó abierta la puerta a un recorte al mantener la perspectiva negativa. Mientras tanto, Gallardón siguió tirando de la casa por la ventana como demostró la invitación a 400 personas –con regalo de maleta conmemorativa, jamón y vino incluido- a la votación de de Copenhague. De eso apenas hace cuatro meses.