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Serena Williams es mucho más que una tenista y ella misma cuenta por qué
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habla sin tapujos de la maternidad y sus problemas

Serena Williams es mucho más que una tenista y ella misma cuenta por qué

Serena Williams ha llamado la atención por su indumentaria en Roland Garros. Rompedora, como su tenis, después de tener a su primera hija ha redoblado la potencia de su discurso

Foto: Serena Williams, en Roland Garros. (EFE)
Serena Williams, en Roland Garros. (EFE)

La tenista número 451 del mundo entra en las pistas de Roland Garros con el lógico revuelo que causan las estrellas. Es Serena Williams, quizá la mejor jugadora de todos los tiempos, que circunstancialmente ha caído hasta el fondo del ránking. Por un muy buen motivo, su hija Olympia la ha mantenido fuera de las pistas durante un año, tiempo suficiente para desaparecer y perder todos los puntos de la clasificación mundial. Tiene invitación para entrar en el cuadro principal, pero la organización no le ha colocado un puesto entre los cabezas de serie, algo que podrían haber hecho. La maternidad está penada en un circuito estrictamente femenino, en otra de las muchas paradojas del deporte mundial.

Al detalle, ha entrado Serena vestida con un mono ajustado de licra negro que la cubre hasta más abajo de la rodilla. Una banda roja cruza su abdomen en un atuendo muy poco habitual en el mundo del tenis. Es más, los organizadores de Wimbledon, tan clásicos y pejigueros, a buen seguro hubiesen puesto el grito en el cielo ante una vestimenta así. En París no solo se acepta, casi se fomenta, no es más que darle mayor relieve a la mayor estrella del tenis mundial.

Foto: Nadal, en el partido contra Pella. (EFE)

"Es mi manera de ser un superhéroe", explica después del partido. Corren ríos de tinta, hay artículos explicando el modelo, defendiéndolo o atacándolo. No es solo cosa del deporte, el mundo de la moda mira y la señala como un nuevo icono. También resuena en redes sociales, hay críticas e, incluso, alarmantes apelativos que dicen que la tenista está gorda. Su cuerpo ha pasado un embarazo y un parto, además de que ella siempre fue de curvas contundentes. Nunca tuvo ningún problema con ello, faltaría más, siempre ha tenido el físico que le ha requerido una actividad que, por cierto, ha sublimado.

Serena, con el tiempo, también ha aprendido que su voz se escucha y que poder usarla es casi una obligación, algo más que un privilegio. En las últimas semanas ha concedido varias entrevistas hablando de la depresión post-parto y de los problemas que conllevó para ella su embarazo. Son cuesitones naturales, que ocurren con frecuencia pero que no se hacen públicas habitualmente. Ella, desde el poder que le da su figura, quiere derribar tabúes.

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Tennis - French Open - Roland Garros, Paris, France - May 31, 2018 Serena Williams of the U.S. in action during her second round match against Australia's Ashleigh Barty REUTERS Charles Platiau TPX IMAGES OF THE DAY

Depresión post-parto

"Honestamente, a veces creo que la gente tiene que hablar de ello, porque es parte del embarazo también", contaba en Harpers Bazaar. "Recuerdo un día que no podía encontrar la botella de Olympia y me dolió tanto que empecé a llorar, porque yo quería ser perfecta para ella", seguía en su relato. Son cosas normales que le ocurren a las otras madres y también a Serena Williams, aunque la estadounidense pueda ponerse el mundo por montera con una raqueta en la mano.

El rompedor traje, volvemos a él un instante, lleva pantalones largos, lo cual no es nada habitual. Pero existen dos explicaciones, una que cuenta que a ella le apetece ir así vestida, con su traje de superhéroe, y otra que se remite a otro problema físico. Serena, en estos meses lejos de las pistas, tuvo una embolia pulmonar que pudo haber ido a mayores. Después del embarazo la sangre se le coagula con más facilidad, y el pantalón de licra ayuda a que el flujo sanguíneo no tenga anomalías. "He tenido muchos problemas con eso, así que llevar pantalones tiene su funcionalidad, es una ropa divertida, pero también tiene su uso", comentaba.

Foto: Nadal, en su partido contra Bolelli. (EFE)

Ella igual necesita el tenis, pero lo que es seguro es que el tenis necesita a ella todavía más. Ahora mismo el tema de conversación alrededor del tenis femenino tiene que ver con la falta de competencia, con la poca regularidad de muchas de las mejores jugadoras. También con su falta de personalidad, no necesariamente como un ataque a su modo de ser, sino como la sensación de que falta en el deporte gente que enganche a la grada y genere titulares. Serena Williams da el perfil de todo lo que se nota ausente en el circuito.

Lo de su vuelta de verdad, a lo grande, aún es un proceso abierto. No está ganando fácil, no tiene el nivel previo a su maternidad. También es necesario recordar que dejó el tenis en el punto más alto, así que ahora el camino de vuelta es más largo y complejo que para cualquier otra. Es más, no es improbable que no vuelva a la ese grado de excelencia, aunque solo sea porque de lo que se habla es, ni más ni menos, que del máximo.

La tenista número 451 del mundo entra en las pistas de Roland Garros con el lógico revuelo que causan las estrellas. Es Serena Williams, quizá la mejor jugadora de todos los tiempos, que circunstancialmente ha caído hasta el fondo del ránking. Por un muy buen motivo, su hija Olympia la ha mantenido fuera de las pistas durante un año, tiempo suficiente para desaparecer y perder todos los puntos de la clasificación mundial. Tiene invitación para entrar en el cuadro principal, pero la organización no le ha colocado un puesto entre los cabezas de serie, algo que podrían haber hecho. La maternidad está penada en un circuito estrictamente femenino, en otra de las muchas paradojas del deporte mundial.

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