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El secreto del rugby en Marbella y por qué ya exporta jugadores a los cinco continentes
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El secreto del rugby en Marbella y por qué ya exporta jugadores a los cinco continentes

El sueño de practicar rugby en Marbella llegó en el verano de 1988 y, desde ese momento, muchos jugadores pasaron por allí hasta pasar a ser profesionales, algunos internacionales

Foto: Marbella, cantera inagotable de la Selección. (Cedida)
Marbella, cantera inagotable de la Selección. (Cedida)

El rugby andaluz no goza de buena salud, al menos en lo que al dinero se refiere. Su único equipo en División de Honor, el Real Ciencias de Sevilla, está asfixiado por los impagos de sus patrocinadores. Los cuatro equipos que militan en la segunda división del rugby español tampoco es que hayan brillado mucho en el plano deportivo, salvo el Club de Rugby Málaga que logró meterse en el grupo de élite, pero sin apenas opciones de lograr el ascenso. Los únicos brotes verdes vienen del trabajo con jugadores de la cantera. Ahí es donde desde hace ya muchos años, a lo bajini, emerge la figura del Marbella Rugby Club. Impagable la labor de sus técnicos y dirigentes que presumen de haber formado a 40 jugadores nacidos entre los años 1988 y 2005 que ahora mismo compiten en diez países distintos de cinco continentes. Su presidente, Pepe Arjona, no disimula el orgullo de estar al frente de un club que es el que más jugadores salidos de su cantera ha aportado a la Selección en los últimos diez años.

El sueño de practicar rugby en Marbella llegó en el verano de 1988 de la mano de un arquitecto sevillano llamado Roberto Osborne Maestre, que tenía experiencia tras su paso por el RACA de Sevilla. Como no conocía a nadie en la zona, puso carteles en las calles y anuncios en el periódico. "Se presentó una pila de gente de toda la Costa del Sol", recuerda en El Confidencial. Muchos eran españoles, aunque la mayoría era gente de fuera como argentinos, franceses o ingleses. Empezaron a entrenar y a hacer pachangas en la playa del Faro para foguearse más tarde en una parte del campo que les prestaron en el antiguo estadio de Vázquez Clavet. En solo un año, dieron forma a lo que hoy es el Marbella Rugby Club. Lo siguiente fue conseguir en 1995 una concesión administrativa para el uso de unas instalaciones deportiva "y, a partir de ahí, empezamos a crecer" con la creación de escuelas deportivas "que siempre ha sido nuestro santo y seña".

Foto: Duhan van der Merwe, durante un partido del VI Naciones. (Reuters/Remo Casilli)

Siempre en regional, hasta que en 2016 lograron ascender a División de Honor B. Con la base del equipo ya consolidada, hace dos temporadas el club descendió por motivos económicos. Es fácil de entender. Tiene que pagar anualmente 20.000 euros del Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI) al tratarse de un equipo deportivo que tiene sus instalaciones en un distrito de alto nivel (Los Monteros) en Marbella, a pesar de que están en una zona verde y donde no está permitido construir. Es la herencia de los desmanes provocados en el ayuntamiento durante la época de Jesús Gil y Gil y la consiguiente intervención del Estado en el consistorio. Total, que desde 2016 el club tiene sus cuentas embargadas y está a la espera de que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) resuelva el contencioso que han planteado. Arjona es "optimista" sobre esta cuestión, porque tendrían que devolverles 200.000 euros más los intereses generados durante estos últimos años.

Pese a todo, el Marbella Rugby Club sigue con su trabajo de cantera. Los técnicos se encargan de formar desde los seis años a los alrededor de 300 chicos y chicas que sueñan con ser jugadores de rugby. "Los tenemos de 42 nacionalidades diferentes, fruto del sitio donde vivimos", recalca Arjona. El problema surge cuando alcanzan la mayoría de edad. Unos tienen que salir fuera a estudiar y otros regresan a su país de origen. "Total, que el 80 por ciento de los chavales se pierde", añade. De allí han salido jugadores que han vestido la camiseta de Los Leones de la talla de los hermanos Munilla (Tomás y Facundo), Michael Hogg, Pablo Meijimolle, Joshua Peters y así hasta un total de doce.

placeholder El rugby cuenta cada vez con mayor cantera. (Cedida)
El rugby cuenta cada vez con mayor cantera. (Cedida)

Con esta carta de presentación, no resulta raro preguntarse si Marbella podría tener un equipo en División de Honor con los jugadores que salen de su cantera. Arjona no tiene dudas: "Con una situación económica saneada, seguro que sí". Además, subraya que "estamos hablando de chicos que se han criado aquí y que aún mantienen vínculos muy fuertes con Marbella, como lo demuestra que todos los veranos se pasan por el club para entrenar unos días con nosotros". Con cierta retranca, el presidente marbellí se pregunta: "¿Para qué irse a Valladolid con el frío que hace allí cuando aquí podemos andar en chanclas casi todo el año?". Ya en plan más serio afirma: "Es cierto que podríamos tener un equipazo, pero ese tema vamos a aparcarlo de momento, como si fuera algo para planificar más a largo plazo".

Los éxitos de la escuela de rugby no son fruto de la casualidad. En realidad, tienen su explicación. Y es que, tal y como explica Arjona, "más que club deportivo, somos un club social". A los hechos se remite. Por ejemplo, su actual campo de rugby era una huerta de tomates, y los socios "con pico y pala, lo levantamos, metimos tierra y lo replantamos". Todos en el club, incluidos también los abonados están muy involucrados. "Imagínate, hasta ayudan a pintar las instalaciones cuando hace falta". Así es como la masa social llega a representar los valores de una gran familia. "Es que aquí hasta celebramos asados donde vienen los patrocinadores e incluso cumpleaños", espeta orgulloso el presidente del Marbella Rugby Club.

Así lo corrobora Jimena Torres, una salmantina de 18 años que aterrizó con su familia hace casi una década en Marbella para enrolarse en el club. "Lo más importante es la familiaridad que tiene hacia sus jugadores y de ahí que durante muchos años yo lo llegara a considerar como mi segunda familia". Todo son alabanzas hacia el club que tuvo que abandonar cuando la escasez de chicas impidió que se formara un equipo. Recaló en El Salvador de Valladolid, pero sigue vive el recuerdo de esa gente que se desvivió para que siguiera creciendo como persona y jugadora. "Todo el staff técnico y los directivos estaban siempre muy pendientes de cubrir nuestras necesidades". Y no solo velaban por ellas personas físicas con nombres y apellidos, también a la institución. "Siempre les estaré agradecidísima por todo lo que me dio y lo mejor que puedo hacer ahora para devolverles todo ese cariño es esforzarme para llegar a mi máximo nivel y desmostarle que mereció la pena todo el tiempo que invirtieron en mi formación".

placeholder Jimena, en en un partido con El Salvador. (Cedida)
Jimena, en en un partido con El Salvador. (Cedida)

La atracción de Jimena por el rugby no es casual. Pablo Torres, su padre, fue jugador y entrenador del ADUS de Salamanca y en la actualidad dirige en Marbella la escuela de rugby. Su hermano Pablo fue campeón de Europa sub 20 en Lisboa, así que no parece extraño que a los cuatro años ya se decantara por el balón oval antes de por otros deportes que también llegó a practicar como el atletismo o el judo. En Valladolid cursa el primer grado de Periodismo como carrera puente para matricularse el próximo año en enfermería, su verdadera vocación "porque mis estudios siempre han sido prioritarios al rugby". Volver a Marbella es, hoy por hoy, inviable. Tiene muchos amigos con los que aún mantiene relación y cada vez que regresa no se olvida de pasar por su club: "Lo que ocurre es que ahora mismo estoy jugando en División de Honor y allí no me pueden ofrecer jugar a ese nivel".

De su etapa de aprendizaje, se queda con las enseñanzas que le impartieron sus técnicos sobre el rugby y sus valores, "que fue lo que me hizo decantarme por este deporte". Jimena relata cómo aprendió al poco tiempo de llegar a su ciudad de adopción a disfrutar de los terceros tiempos "con rivales que parecen luego tus amigas" o a interiorizar valores como el compromiso y el respeto "tanto hacia los árbitros como hacia los entrenadores y, para mí, eso es lo más importante". Para la jugadora del El Salvador, el trabajo que se hace en el Marbella Rugby Club es "espectacular" porque "todo el mundo, incluidos los padres, se vuelcan con el club y hacen un gran esfuerzo para que todos estén bien".

placeholder Marbella, una cantera de rugby sin fin. (Cedida)
Marbella, una cantera de rugby sin fin. (Cedida)

Internacionales que brillan

El marbellí Pablo Meijimolle es uno de esos jugadores que al acabar segundo de bachiller apostó por buscar un lugar lejos de Marbella para realizar sus estudios universitarios y seguir con la práctica del rugby. Valladolid fue también su destino elegido para graduarse en Administración y Dirección de Empresas y fichar en 2013 por el VRAC. "Es que no me quedó otra que salir de allí y venirme con mi amigo Pedro de Lastra, que todavía sigue jugando conmigo". Cerca de su casa, no había ningún club que en aquellos momentos colmara sus expectativas deportivas. Además, la propuesta era irrechazable. "Venía de un equipo que acababa de ganar la Liga", explica.

El talonador de la Selección española (11 caps) comenzó a ir al Marbella Rugby Club a entrenar los sábados gracias a un amigo del colegio. Allí tuvo a suerte de caer en manos de técnicos "que me formaron muy bien, me enseñaron todo lo que sé y me inculcaron los valores propios del rugby". Se refiera al argentino Pablo Munilla, padre de Tomás y Facundo, al marbellí Juan Alfredo Cerdán Goofy y a Félix Cuestas. Meijimolle está tan agradecido a la formación que recibió en Marbella que se atreve a plantear a los clubes el reto de que den más importancia a la cantera para que, cuando los jugadores consigan llegar a División de Honor, tengan el mismo nivel o parecido de alguien que ha venido de fuera "porque, por regla general, están mejor preparados".

placeholder La cantera continúa creciendo en Marbella. (Cedida)
La cantera continúa creciendo en Marbella. (Cedida)

Nacho Molina es el hijo pródigo. El también jugador marbellí llegó al rugby "de rebote" porque en el fútbol era bastante "bruto", así que entró de muy joven en la academia del Marbella Rugby Club. Como muchos otros, al cumplir la mayoría edad se fue porque quería estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y jugar rugby al máximo nivel. Valladolid le dio esta oportunidad. Tras ocho temporadas en el VRAC, decide volver a su localidad natal y dedicarse a la docencia. A su regreso, la panorámica del deporte base había cambiado sustancialmente. "En grupos donde antes había quince jugadores ahora hay cincuenta y, además, el nivel ha subido muchísimo". Lo duro para un entrenador es ver cómo ese grupo se desintegra cuando van a la universidad. "Los que estudian en colegios británicos se van a las universidades británicas porque, si aspiran a estudiar aquí, la nota media les baja mucho si no tienen el bachillerato internacional", explica Molina.

Luego están los jugadores nacionales que se van a universidades españolas becados por equipos de División de Honor. Con estos precedentes, lo "importante" para Molina es crear un proyecto deportivo de futuro "interesante", capaz de atraer a los jugadores una vez concluidos sus estudios. Lo ideal sería ofrecerles también un trabajo "porque si ven que estamos en regional y, sin otra forma de ganarse la vida, te van a decir que no". Ahora mismo, según Molina, la escuela está "muy consolidada" salvo en las categorías sub 16 y sub 18, "donde el número de licencias baja mucho". Todo podría dar un giro de 360 grados si, como señala el técnico marbellí, se acomete una mejora de las instalaciones "que no están al nivel que merecemos porque el césped está duro y sin apenas hierba por el uso que hacemos de él". También ayudaría bastante la llegada de nuevos patrocinadores o una mayor captación de niños en los colegios para luego formarles de cara a que puedan llegar al primer equipo. La labor es dura, pero resulta satisfactoria cuando descubren que al año reciben a unos 40 niños nuevos a la escuela.

El rugby andaluz no goza de buena salud, al menos en lo que al dinero se refiere. Su único equipo en División de Honor, el Real Ciencias de Sevilla, está asfixiado por los impagos de sus patrocinadores. Los cuatro equipos que militan en la segunda división del rugby español tampoco es que hayan brillado mucho en el plano deportivo, salvo el Club de Rugby Málaga que logró meterse en el grupo de élite, pero sin apenas opciones de lograr el ascenso. Los únicos brotes verdes vienen del trabajo con jugadores de la cantera. Ahí es donde desde hace ya muchos años, a lo bajini, emerge la figura del Marbella Rugby Club. Impagable la labor de sus técnicos y dirigentes que presumen de haber formado a 40 jugadores nacidos entre los años 1988 y 2005 que ahora mismo compiten en diez países distintos de cinco continentes. Su presidente, Pepe Arjona, no disimula el orgullo de estar al frente de un club que es el que más jugadores salidos de su cantera ha aportado a la Selección en los últimos diez años.

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