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El rugby español (masculino) pierde fuelle: qué necesita para volver a ser competitivo
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HA BAJADO CINCO PUESTOS EN EL RÁNKING

El rugby español (masculino) pierde fuelle: qué necesita para volver a ser competitivo

El 'gigante dormido' no acaba de desperezarse y cuando se pregunta por el plan de desarrollo deportivo por los canales oficiales, nadie responde al otro lado del teléfono

Foto: El XV del León necesita mejorar. (EFE/Kiko Huesca)
El XV del León necesita mejorar. (EFE/Kiko Huesca)

Hace solo un año, a nivel masculino, todo eran sonrisas en el rugby español. No se cuestionaba nada ni a nadie. El XV del León acababa de cumplir con creces su anhelado sueño mundialista. La idea de ir en septiembre a Francia para enfrentarse por segunda vez en una Copa del Mundo a Sudáfrica o a Escocia y medirse con Irlanda, la actual campeona del VI Naciones, colmaba las aspiraciones de directivos, jugadores y aficionados. El efecto dominó del 'caso Van den Berg' ha resultado demoledor. Ahora se cuestiona todo. Los datos son elocuentes. España ha descendido cinco puestos en el ránking de World Rugby en solo un año y ya es la vigésima selección a nivel mundial. La nueva Federación Española de Rugby (FER) no parece tener, de momento, la fórmula para revertir una situación a nivel deportivo un tanto decepcionante. El 'gigante dormido' al que aluden de forma recurrente no acaba de desperezarse. Y ya cuando se pregunta por el plan de desarrollo deportivo a través de los canales oficiales, nadie responde al otro lado del teléfono. La visibilidad del rugby a la que aspiran es incompatible con un selectivo apagón informativo.

Algunos aficionados ya estaban de uñas nada más acabar el primer partido clasificatorio de España en el Rugby Europe Championship contra Países Bajos del pasado 5 de febrero. No les faltaba razón. Victoria un tanto ajustada (28-20) frente a una selección a la que un año antes había vencido por un elocuente 43-0. Una semana más tarde, en Alemania, el XV del León volvió a ganar sin brillo (14-32) y con muchas lagunas en su juego. Contra Georgia (3-41) fue una especie de vuelta al pasado. La impotencia fue el denominador común durante los 80 minutos, un mal que en los últimos años parecía superado porque incluso frente a Los Lelos se atisbaban brotes verdes no hace mucho. Hay quien busca responsabilidades solo en el seleccionador que, yéndose sin haberse ido del todo, sigue siendo el mismo que llevó al rugby español a sus cotas más altas. Otra cuestión distinta, que sí justifica su relevo, es su silencio ante los despropósitos de los antiguos dirigentes en los despachos.

Foto: Joshua Peters está llamado a ser uno de los grandes líderes de la nueva Selección española. (CC)

Las nuevas etapas no significan necesariamente borrar con tipex todo lo realizado. El objetivo, a nivel masculino, no es otro que lograr la clasificación para la Copa del Mundo de Australia 2027. Si en esos cuatro años se recuperan esos cinco puestos en el ránking de World Rugby, y si de paso se consigue dar un susto de los buenos a alguna de las potencias mundiales, miel sobre hojuelas. Mimbres hay, otra cosa es que esta etapa de transición vaya dando sus frutos a corto y medio plazo. No hay nada urgente. En un solo año no se pueden atisbar grandes cambios, así que habrá que esperar un poco más para hacer un diagnóstico más certero. Eso sí, sin conformismos ni excusas. Eso pertenece al pasado.

El objetivo pasa por la entrada urgente de caras nuevas en el equipo técnico. Son tres derrotas seguidas que deberían tener aroma de despedida, con reconocimiento público incluido. La FER no se puede permitir otro año sabático en busca de un seleccionador bueno, bonito y barato que afronte con garantías de éxito los próximos compromisos de la Selección a cuatro años vista. Sin embargo, el anuncio mediático del presidente de la FER en torno al cese en diferido de Santos se ajustó más a los cánones de una disculpa por la tardanza en encontrarle un sustituto que a los de la búsqueda de un auténtico revulsivo.

Resulta poco atinado anunciar el 28 de enero en las páginas de El Mundo que el seleccionador nacional no iba a seguir porque ambas partes habían pactado su relevo, y que 60 días después no haya aún fumata blanca. En total, ocho meses de gestión federativa caminado en círculos respecto a una cuestión tan vital como es la de designar a la persona que dirigirá la parcela deportiva de cara devolver al rugby español al lugar que se merece y que no es otro que estar presente en la próxima cita mundialista. Otro medio de comunicación, en esta ocasión El Periódico de España, señalaba las dificultades federativas de cubrir el hueco de una persona con un sueldo bruto superior al de un ministro y con contrato en vigor hasta 2025. Así que ahora mismo ni siquiera se descarta de plano la posibilidad de que Santos continúe un par de temporadas más.

placeholder El seleccionador español, Santiago Santos (d). (EFE/Rodrigo Jiménez)
El seleccionador español, Santiago Santos (d). (EFE/Rodrigo Jiménez)

Pensar que abrir un nuevo ciclo es sinónimo de obtener buenos resultados a corto plazo es un error a la hora diseñar una estrategia. En este aspecto, la FER sí ha sido prudente porque nunca han lanzado mensajes grandilocuentes. Es lo que tiene salir del fango. Antes de secarse, hay quitarse bien el barro. Tomando como ejemplo el último partido contra Países Bajos, habría que tener en cuenta que solo cuatro jugadores repitieron de inicio respecto al equipo que Santiago Santos presentó hace tan solo 365 días (Zabala, Foulds, Domínguez y Jorba). Este año, por distintos motivos, faltaba gente con experiencia en TOP 14 (Usarraga, Rouet, Ordás o Merkler) o en Pro D2 (Pinto y López), que se dice pronto. También se han incorporado caras nuevas, y poco a poco se tiende a formar un XV con mayor presencia de jugadores españoles. ¿Y Países Bajos? Solo repetían seis hombres (Langelaan, Bennie-Coulson, Van Leeuwen, Raymond, Van Dijk y Hop). Las nuevas normas de elegibilidad le permitieron reforzar el equipo que poco se parecía al de 2022. Y eso se notó en el campo.

Lo de Alemania resultó más preocupante al ponerse el seleccionador la venda antes de la herida cuando reconoció en público que bastaba con ganar a los germanos por un solo punto. ¿Conformismo o resignación?. Tal vez ambas cosas, lo que desterraba de cuajo cualquier ensoñación de obtener una semana más tarde una victoria ante Georgia. Los mensajes de nuevo ciclo no justificaron la dolorosa derrota ante Los Lelos, pero sí sirvieron para vender como un éxito la clasificación de España para las semifinales del Rugby European Championship, una competición de la que quedaron apeadas, por orden de ránking, Polonia (27), Bélgica (28), Países Bajos (29) y Polonia (34), es decir, cuatro selecciones situadas entonces bastante por debajo del XV del León (17).

Para evaluar qué lugar ocupa rugby español en esta nueva etapa, ciclo, o como se le quiera denominar, nada mejor que mirar el ejemplo portugués, una selección ya clasificada para disputar la próxima Copa del Mundo con una abrumadora mayoría de jugadores nacidos en Portugal. Antes del partido, la propia FER lo comentaba en uno de sus innumerables tuits: "La hora de la verdad para saber dónde está España". Mejor pasar de soslayo sobre tan aventurado mensaje lanzado a través de las redes sociales federativas una vez visto el resultado.

placeholder España, en su partido frente a Rumanía. (EFE/Jero Morales)
España, en su partido frente a Rumanía. (EFE/Jero Morales)

Pensar que el verdadero nivel del rugby español, al margen del que haya en los clubes, se podía medir por los éxitos de una Selección compuesta el año pasado en su equipo titular por dos tercios de jugadores foráneos era como hacerse trampas en el solitario. De ahí las prisas ahora por dar oportunidades a caras nuevas, con escasa o nula experiencia a nivel internacional y que, por definición, suelen tardar tiempo en aclimatarse a la alta competición. De ellos es el presente y el futuro, y no cabe otra opción que apoyarles mientras sigan demostrando que se parten la cara en el campo cuando se enfundan la camiseta de Los Leones.

Pese a todo, el seleccionador quiso ser optimista en la semifinal frente a Portugal. No iba a enterrar públicamente la posibilidad de ganar a los lusos en su casa para disputar una final de la Rugby Europe Championship con los georgianos, que hubiera servido como una especie de acto reivindicativo de la mejora del rugby español. "Los jugadores que llevamos tienen un nivel similar o superior a los de Portugal", proclamó Santos antes del partido. Y, claro, eso hay que demostrarlo en el campo. Se le puede dar la razón a medias. La primera parte fue reparadora de los sinsabores anteriores. Ahora bien, la segunda fue bastante frustrante. Conclusión: otra dolorosa derrota ante un rival al que se le puso en bandeja acudir a la próxima Copa del Mundo y que, con feos gestos y desplantes, se encargaron de recordar al combinado español que está fuera de la cita mundialista por sus propias chapuzas.

Quedaba la esperanza de derrotar a Rumania, una selección que históricamente se le había dado bastante mal a España, pero que en los últimos años se le había conseguido coger la medida, al menos en Madrid, con tres victorias en el último lustro. Tampoco pudo ser (31-25) y eso que el medio de melé rumano se empeñó en que España no perdiera nunca la cara al partido con tres erráticas patadas, todas ellas interceptadas nada más salir de sus pies por jugadores españoles (Ferrer en dos ocasiones y Mora en otra), que dieron lugar a otros tantos ensayos. Fue, sin duda, el mejor partido de Los Leones junto a la primera parte frente a Portugal. El vaso, siempre medio lleno.

Hace solo un año, a nivel masculino, todo eran sonrisas en el rugby español. No se cuestionaba nada ni a nadie. El XV del León acababa de cumplir con creces su anhelado sueño mundialista. La idea de ir en septiembre a Francia para enfrentarse por segunda vez en una Copa del Mundo a Sudáfrica o a Escocia y medirse con Irlanda, la actual campeona del VI Naciones, colmaba las aspiraciones de directivos, jugadores y aficionados. El efecto dominó del 'caso Van den Berg' ha resultado demoledor. Ahora se cuestiona todo. Los datos son elocuentes. España ha descendido cinco puestos en el ránking de World Rugby en solo un año y ya es la vigésima selección a nivel mundial. La nueva Federación Española de Rugby (FER) no parece tener, de momento, la fórmula para revertir una situación a nivel deportivo un tanto decepcionante. El 'gigante dormido' al que aluden de forma recurrente no acaba de desperezarse. Y ya cuando se pregunta por el plan de desarrollo deportivo a través de los canales oficiales, nadie responde al otro lado del teléfono. La visibilidad del rugby a la que aspiran es incompatible con un selectivo apagón informativo.

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