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Las lecciones de Isidre Esteve: "La vida pasa demasiado rápido, hay que agarrarla como sea"
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ENTREVISTA CON EL PILOTO CATALÁN

Las lecciones de Isidre Esteve: "La vida pasa demasiado rápido, hay que agarrarla como sea"

Con 19 Dakares a sus espaldas y en silla de ruedas desde 2007, Isidre Esteve relata las experiencias de la última edición y, sobre todo, las enseñanzas de vida por su situación personal y el trabajo con su fundación

Foto: Isidre Esteve ha completado su decimonoveno Dakar en 2024. (Mediagé)
Isidre Esteve ha completado su decimonoveno Dakar en 2024. (Mediagé)

Isidre Esteve es ya desde hace tiempo una leyenda del Dakar. Debutó en 1998 y llegó a terminar cuarto en la categoría de moto. En 2007, sufrió un accidente que le dejó en silla de ruedas, pero no perdió su amor por la competición. Desde 2009, ha participado en cuatro ruedas, de forma permanente desde 2017.

Mucho se habla de Carlos Sainz y su triunfo en el Dakar con 61 años, pero Isidre Esteve sigue en acción con 51, en un vehículo especialmente adaptado a su situación personal, incluyendo la logística necesaria para el día a día.

El Confidencial ha mantenido un larga charla con el piloto catalán. Más entusiasmado y apasionado que nunca por la competición, nos habla de las singulares experiencias que le ha deparado la pasada edición, en particular, la odisea vivida con su copiloto, Txema Villalobos, atrapado en las dunas en la etapa de 48 horas. También nos habla de la otra mitad de su vida, dedicada junto a su mujer, Lidia, a su fundación para discapacitados, además de su personal experiencia y filosofía vital... Una sugestiva y estimulante conversación.

"Sí, Isidre Esteve es un tío feliz y afortunado, agradecido. Y con ganas de vivir. Hay algo que no me pasaba antes. Yo estoy aquí ahora, contigo, y tengo ganas de estar aquí, de hablar contigo. Y tengo ganas de ir a ver a mis patrocinadores y explicarles cómo veo la temporada siguiente. Intento disfrutar al máximo el momento que vivo".

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placeholder El equipo, en la meta del Dakar. (Mediagé)
El equipo, en la meta del Dakar. (Mediagé)

PREGUNTA. Físicamente está igual que siempre, no pasa el tiempo por Isidre Esteve.

RESPUESTA. [Risas]. Hay una cosa que es increíble y es que estoy en la salida de una etapa y ahí están Sainz, Loeb, Nani [Roma] y yo. No hay lesión, no hay nada. Cuando viene una zona rápida, quizás me falta una mano más para manejar lo que hay dentro del coche. Pero hoy me siento como cuando corría en moto. Me digo: "Vamos a hacer lo que hacíamos en la moto, pero en coche".

P. El Dakar permite a los profesionales competir con los amateurs, que son los verdaderos protagonistas. Pero también a pilotos con discapacidades, como es su caso…

R. El automovilismo de élite es el claro ejemplo del deporte inclusivo. Personas con y sin discapacidad competimos en la misma carrera, asumimos la misma dificultad, y estamos todos en la misma clasificación sin ningún tipo de bonificación por la situación personal. Y esto es lo que más agradecemos las personas con discapacidad.

P. Porque el Dakar también atiende a sus necesidades fuera del coche.

R. Exacto, nosotros agradecemos que el ASO [organizador del Dakar] tenga esa sensibilidad, sin que esto afecte a lo deportivo. Por ejemplo, al final de etapa, en la maratón, todos duermen en la tienda de campaña. Y a mí me preguntan qué necesito: "Pues la silla de ruedas y poder dormir en el camión". Así, puedo llevar el camión, lo pongo al lado del campamento y no hay problema. Se entiende que disponer de ello no va afectar a lo deportivo, pero es un detalle, porque moverte en el campamento en silla de ruedas es tarea imposible. Así que ayuda, por supuesto.

P. En este Dakar, le hemos visto un día eufórico con su pilotaje y los resultados y, luego, vivir la dura aventura de sobrevivir a la etapa de dos días de dunas y 600 kilómetros, la cara y la cruz más extremas. ¿Han sido momentos radicales en su ya larga etapa en el Dakar?

R. Es así. Mira, de todas las ediciones que he hecho en coche, este año por primera vez he dejado de pelearme con el vehículo y he pasado a pilotarlo. Hemos encontrado una puesta a punto para ganar confianza y divertirme en la especial como nunca lo había hecho antes. En las ediciones anteriores, me peleaba continuamente, pero es la primera vez que quería hacer más kilómetros en el día porque disfrutaba, pilotaba bien, y estaba delante. Y esto te retroalimenta.

P. Cómo es posible que el mismo piloto de siempre, con tantos Dakares en coche, pueda de repente encontrarse con una satisfacción tan gratificante, haciendo lo mismo que otros años.

R. Porque en el automovilismo, delante hay un nivel increíble, y los coches son muy parecidos. Pero, a la hora de poner el coche a punto, no hay datos ni referencias de otros pilotos. Tenemos que poner a punto el coche nosotros, el equipo no nos puede ayudar. Por los mandos, la posición, hemos ido aprendiendo año a año y hemos dado con la tecla.

Todo ha cambiado radicalmente, ahora puedo ir al límite y llegar al final de etapa tan entero como he salido. Para mí, esto ha sido un descubrimiento. ¿Me puedo sentir de esta manera? Porque lo normal era llegar destrozado y sin poder correr aquello que mi cabeza me pide. Espero que sea un antes y un después para futuros Dakares. Se lo he dicho al equipo: hemos dado con la tecla, como cuando iba en moto. Y esto ha sido genial.

P. En la doble etapa de las dunas, tuvieron que dormir por la noche en el desierto, agobiados por las averías y los problemas en la arena.

R. Desde que descubrí la carrera en el año 98, es un reto increíble. Lo viví como amateur, profesional y, ahora, en silla de ruedas. Por eso, lo último para mí es rendirme. Cuando estábamos en las dunas, cuatro horas atrapados, Txema, mi copiloto, estaba exhausto de excavar. Le dije: "Siéntate, bebe, come y tranquilo, porque no nos vamos de aquí desde que saquemos el coche. No vamos abandonar esta carrera, aunque esté perdido lo deportivo". Porque está lo deportivo, pero también afrontar este reto y llegar al final con todos los kilómetros hechos y estar en el podio de llegada.

P. Contado así suena sencillo, pero hubo mucho sufrimiento. Llegaron a la meta con más de un día de retraso, en la jornada de descanso y con lágrimas en los ojos.

R. Cuando se rompió el diferencial, faltaban 100 kilómetros de dunas, que ya eran difíciles con el coche en buen estado. Pero teníamos que probar a hacerlos sin ese diferencial. No podíamos subir las dunas, el coche se enterraba… En tu interior sabes de la dificultad, de que te quedes allí, pero dices: "Lo intentamos todo hasta el final".

Cuando se hizo de noche, nos faltaban 40 kilómetros para llegar, pero decidimos parar a dormir cuatro o cinco horas. Salimos al amanecer y a las siete estábamos poniendo planchas otra vez. A las 7:30 acabamos la especial y ya no había nadie en lo que se suponía que era la meta. Pero lo habíamos conseguido. Luego tocaba hacer 800 kilómetros de enlace para llegar a Riad.

P. En la moto se sufre, ya son 19 Dakares en total. ¿Fueron esos tres días un punto y aparte en su experiencia personal de la carrera?

R. Desde que tuve el accidente, no me había pasado nunca. Pero cuando estaba allí, en aquella situación, en lo último que pensaba era en bajar los brazos.

P. ¿Ese chip que tuvo que cambiar en su vida por el accidente le ha hecho más elástico y flexible ante las dificultades?

R. Va con mi forma de ser, pero antes del accidente no era así. Quedarme en silla de ruedas en mi mejor momento, cuando lo tenía todo, de pasar un año en el hospital… A partir de ese momento, en cualquier oportunidad de hacer algo, me aferro a ella como mi objetivo en la vida. No hago muchos planes a largo plazo, me centro en lo que hago como si fuera la última oportunidad.

Ya pienso en mi próximo desafío. Este año me he dado cuenta de que puedo disfrutar más con el coche y de este deporte de lo que pensaba antes de este Dakar. Creemos firmemente que podemos ser muy rápidos y esto me ilusiona tremendamente. Este año, hasta que rompimos el diferencial, terminaba el día y no me dolían ni las uñas, nada. Terminas y ya pensaba en el día siguiente para poder correr. Nos ilusiona sentirnos competitivos.

P. Hay quien mientras va cumpliendo metas en la vida se olvida de sí mismo y piensa en los otros. A Isidre Esteve quizá le tocó antes de tiempo replantearse su filosofía de vida por un accidente. Gran parte de su tiempo está dedicada a su fundación para ayudar a personas discapacitadas. ¿Ha quemado etapas en este sentido?

R. Sin duda. Cuando corría en moto, antes del accidente, te levantabas por la mañana para entrenar más y mejor, para poder ganar. Mi vida eran las carreras y ganar. Después del accidente, hago muchas otras cosas que antes no me hubiera planteado.

Me di cuenta de que lo que me había pasado a mí les había pasado a otras muchas personas. Hay muchas personas con discapacidad. Con Lidia [su esposa], nos preguntábamos si podíamos llegar a otras personas gracias a nuestra experiencia. Y creamos la fundación Isidre Esteve con el objetivo de desarrollar proyectos y productos que ayuden a mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad. Esto nos hace sentir súper bien. Luego dijimos que no queríamos desvincularnos de la competición, así que tenemos un proyecto fantástico al seguir compitiendo.

Ahora hay un momento en mi vida, que lo he buscado, de encontrar el equilibrio, competir a pesar de mi discapacidad, en la élite, y tener un proyecto como la fundación que comparto con mi mujer para ayudar. Cuando subimos a casa después de un día a tope, lo único que podemos hacer es desmayarnos juntos, porque estamos exhaustos. Pero de una forma orgullosa.

placeholder Isidre Esteve, en la entrevista con El Confidencial. (Gerard Gil)
Isidre Esteve, en la entrevista con El Confidencial. (Gerard Gil)

P. Hay quien considera que la felicidad en la vida llega cuando te dedicas a los demás.

R. Hasta que un día no te pasa algo a ti o a tu entorno, no te das cuenta de que existen personas con miles de dificultades, porque cada uno está centrado en su propia vida. Cuando te pasa algo, empatizas más, porque lo vives y, para nosotros, ayudar a que un niño se encuentre mejor o que unos padres encuentren motivos para seguir luchando… Esto te enriquece de una forma distinta, te hace sentir muy bien.

Cuando unos padres te dicen: "Qué suerte que os hayamos encontrado, porque no sabíamos qué hacer". Esto, por muchos trofeos que ganes, son otras sensaciones. Y damos las gracias por haberlo descubierto. ¿A consecuencia de un accidente? Ojalá no hubiera descubierto así que tenemos tiempo para ayudar a los demás. Pero estamos contentos de ayudar a estas personas, a estas familias.

P. Entonces, escuchándole, ese Isidre Esteve que se quedó en silla de ruedas parece estar en su mejor momento, es alguien feliz hoy.

R. Sí, es un tío feliz y afortunado, agradecido. Y con ganas de vivir. Hay algo que no me pasaba antes. Yo estoy aquí ahora, contigo, y tengo ganas de estar aquí, de hablar contigo. Y tengo ganas de ir a ver a mis patrocinadores y explicarles cómo veo la temporada siguiente. Intento disfrutar al máximo el momento que vivo.

La vida pasa demasiado rápido y no nos da tiempo a disfrutar las cosas, de agarrarlas. El accidente, esta situación, te hace recapacitar. Cuando estás siete meses en un hospital y ves que la vida continúa como si tú no estuvieras en ella, porque continúa sin ti. Entonces, te dices: "Si me puedo volver a agarrar a la vida, voy a estar con la gente que quiero estar, disfrutar de los amigos, de la familia, de las experiencia y oportunidades".

Me quejo menos que antes, veo las cosas como oportunidades para disfrutar cada momento y valorar más las cosas. Y tengo ganas de sentirme bien, de vivir. Soy más positivo. En esta nueva etapa de mi vida evito los ambientes tóxicos, las personas que no son positivas. Quiero estar con gente contenta, ilusionada y, si están ilusionados, vamos y, si no tienen buenos momentos, quiero dárselos.

Porque la vida es maravillosa. En serio, hay mil cosas bonitas que hacer. Cuesta lo mismo ver las cosas mal, que bien. Seamos positivos, nos debemos creer que podemos solucionar las cosas. Y ser mejores.

Isidre Esteve es ya desde hace tiempo una leyenda del Dakar. Debutó en 1998 y llegó a terminar cuarto en la categoría de moto. En 2007, sufrió un accidente que le dejó en silla de ruedas, pero no perdió su amor por la competición. Desde 2009, ha participado en cuatro ruedas, de forma permanente desde 2017.

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