Es noticia
Albert Llovera: "Llevar 1.100 caballos del camión con los dedos de la mano y en milímetros es muy delicado"
  1. Deportes
  2. Otros deportes
ENTREVISTA AL PILOTO ANDORRANO

Albert Llovera: "Llevar 1.100 caballos del camión con los dedos de la mano y en milímetros es muy delicado"

Antes de partir al Dakar, El Confidencial entrevistaba a Albert Llovera, uno de los ejemplos de superación más notables en el mundo de las carreras y en el mundo del deporte en general

Foto: Llobera y su equipo en la cabina para el Dakar 24: Margot, su sobrina, y Marc Torras (Albert Llovera Twitter)
Llobera y su equipo en la cabina para el Dakar 24: Margot, su sobrina, y Marc Torras (Albert Llovera Twitter)

Albert Llovera vuelve al Dakar por novena vez. Su caso, como el de Isidre Esteve, es singular. Afrontar la prueba más dura del mundo con medio cuerpo paralizado requiere una actitud, sacrificio y mentalidad singulares. El andorrano lleva en silla de ruedas desde los 18 años tras su accidente en los Juegos Olímpicos de Sarajevo. Reconvertido con gran éxito a la competición automovilística, despliega como siempre un singular optimismo y visión positiva de la vida.

Tras intensos meses de trabajo, logró en 2023 un proyecto nuevo con Ford que terminó prematuramente en la primera etapa. Inasequible al desaliento, LLovera cuenta a El Confidencial su nueva aventura, cómo piloto en sus circunstancias y, como siempre, derrochando su particular filosofía.

PREGUNTA: El año pasado, tras grandes esfuerzos para lograr un programa, el Dakar se acabó a los 60 km ¿Cómo se afrontan esos golpes? ¿Cómo se va luego a los patrocinadores o a la marca y les explica que quiere volver?

RESPUESTA: Primero, tienes que pensar que tú eres la punta del iceberg. Y todos los que están detrás, mecánicos, ingenieros… lo pasán mal. En nuestro caso, no fue un fallo mecánico de la juventud del camión, sino de una piedra que se coló en un sitio imposible y nos quedamos en la primera etapa. Hay que transmitir el mensaje, y afrontar el tema como sea, hay que animarles a ellos y a los seguidores con alguna 'albertada' que grabé en un vídeo, como dice mi madre (risas).

Con los patrocinadores, he tenido la gran suerte de que en Ford Truck España hablamos el mismo idioma y tenemos los valores por encima de lo que ocurrió. Nos esforzamos mucho desde el equipo y la marca para poder llegar allí, y luego pasó lo que pasó. Ayudaba saber que no fue un fallo nuestro del camión. Nos vació el cárter de aceite, y no hay ningún sensor de vaciado de aceite del diferencial en ningún camión. Además, lo comprobé que nadie lo lleva.

P. Ya has vivido todo tipo de experiencias en el Dakar, pero no te cansas. Tienes tu trabajo cotidiano con la ortopedia en Andorra, pasan los años ¿Compensa tanto esfuerzo para quedarse fuera nada más comenzar un Dakar? ¿Qué te motiva a seguir?

R. Me motiva por el conjunto del equipo, por Ford Trucks España sobre todo, porque hicieron una inversión, creyeron, y lo que más les gusta es trabajar con Albert Llovera, que no hace falta que vaya al Dakar. Pero hay una espina clavada. Creamos un camión en siete meses, creemos que puede ser un buen camión, aunque sea un poco más corto y estrecho de los que van delante. Seguimos porque hemos creado un embrión, que aún no le hemos dado ni de amamantar, ahora se trata de hacerle creer, y luego veremos.

P. Este año buscaréis resarciros del año pasado en un Dakar que parece incluso más duro que los anteriores. Tiene pinta de que os van a dar caña por todos lados.

De entrada, no voy con la mentalidad de que perdí el tiempo el año pasado. Voy con la de trabajar cada día en el camión para hacerlo más competitivo. Si en las últimas etapas puedo atacar para mejorar mi mejor posición, la decimoquinta, lo haré. Pero quiero trabajar sin pensar en los demás, trabajar en el camión para el futuro y salir algún día a arrancarles la cabeza si puedo. Tengo que sacar al Albert competitivo en los momentos complicados, en los de hacer equipo, que es lo que me gusta, porque todo se trabaja en bloque.

P. En los camiones se va a una velocidad endiablada, superior a la que las imágenes dan a entender ¿Cuál es el camión ideal para ir rápido en el Dakar? ¿Carrocería, mecánica, puesta a punto? ¿Cuál sería el prototipo ideal de un camión del Dakar?

R. El prototipo se desarrolla con mentalidad rusa, y con un presupuesto ruso (la referencia de Kamaz, el fabricante que ha dominado en la categoría hasta su ausencia por la guerra de Ucrania). Lo ideal es llegar al Dakar como llegan Toyota, Audi y Prodrive, con 5.000 kilómetros de test, sabiendo qué se puede romper en el camión, y en la posición en la que va sentada cada persona. Por eso, el Kamaz es el mejor camión, porque es el que hace más kilómetros.

Por ejemplo, las transmisiones de los Kamaz e Iveco son las que llevamos nosotros, igual que el cambio de marchas. Hay dos suspensiones de marcas, y llevamos una de ellas. En cuanto al camión, nosotros vamos cortos de ejes unos 60 cm. Hay puntos a favor, y en contra. Con los ejes más largos, en Arabia, si vas a toda velocidad, echas de menos ejes más largos, el camión es más nervioso si es más corto. Y si es más estrecho, en las dunas vuelcas más rápido si no vas a mucha velocidad. Peor no por esto nuestro camión es mejor o peor. Es un camión hecho con el corazón.

Solo nos falta un patrocinador mayor para hacer dos o tres mil kilómetros más para saber dónde se rompe. Pero este camión corre mucho, pregunté a cuánto, porque no tengo cuentakilómetros, y Margot (su sobrina y copiloto) me dijo: “¡172!”, y a los pocos segundos, íbamos a 180 km/h, una velocidad a la que no vas en el Dakar, porque la velocidad está limitada a 140.

P. En su situación física particular, distinta a todos los pilotos, ¿cómo debe ser la cabina de un camión, donde el confort no suele primar, y los saltos y 'castañazos' en marcha son tremendos?

R. ¡Por eso han limitado la velocidad a 140! Porque arrancábamos la cabina en los oueds (ríos secos) que pueden ser de 30 centímetros o de 2 metros de profundidad, y tú lo ves todo plano cuando llegas allí, aunque el ‘road book’ te lo marque.

Nuestra cabina es bastante cómoda, aunque sin los asientos que se llevan en los camiones normales, y no tienen suspensión, vas sentado con unas guías fijas con tus medidas. La posición de volante no es plana, sino de coche de carreras. La cabina lleva una suspensión aparte, tanto en horizontal como en vertical.

Dentro tengo un pequeño aire acondicionado, que solo va al piloto, y casi no lo usas en Arabia, no se llegan a los 60 grados de algunas partes de Argentina o Chile.

P. Son muchas horas dentro, agotadoras por el terreno, la tensión, el desgaste de dos semanas y el cansancio acumulado ¿Cómo es la convivencia en la cabina? ¿Qué tiene que hacer uno para cuidarla?

R. Ahí dentro es como un matrimonio, convives muchísimas horas en dos metros cuadrados. Creo que es muy importante que cada uno sepa quién es dentro, y que haya buen ambiente. En mi caso, he visto muchos problemas en muchas cabinas, en muchos coches. La gente termina desahuciada, pero nunca ha sido mi caso.

He recuperado a Marc Torras como mecánico, que ya le conozco de 2020, porque no parecemos mucho de carácter. Tiene doce dakáres y sabe leer muy bien dónde puedo correr. El sabe que de conducción vamos bien de nivel. Y Margot, más bien me echa ella las broncas a mí que al revés (risas), sobre todo con los controles de velocidad. Se pone muy nerviosa porque voy demasiado al límite, como no tengo limitador de velocidad de 30 y 50. Aquí se pierde y se gana mucho tiempo.

Hay que tener en cuenta que voy con el gas en la mano, y cada milímetro de gas es casi medio centímetro con el pie en el acelerador. Y llevar 1.100 cv en milímetros es delicado. Además, freno mucho, y muy tarde, me tengo que desacostumbrar, De Rooy me echó en su día bastantes broncas porque rompía los tirantes de la suspensión

P. Tu ejemplo personal de superación es ya un clásico, tu optimismo. Los años pasan para todos, pero en tu caso, en tu situación física, ¿Las ‘goteras’ son más acusadas?

R. Sí, efectivamente, hay más goteras cada año. Los músculos que yo muevo, de la mitad para arriba, bíceps, hombros o pectorales, no son glúteos o cuádriceps. Yo solo trabajo con los músculos de los brazos y los dedos. Con lo cual, los tendones y las articulaciones y cartílagos no crecen.

Me he tenido que operar dos o tres veces del dedo gordo de la mano izquierda con el doctor Mir. Y la última, este verano, porque en el rally de Lisboa, en un rasante, se me abrió la mano porque los tornillos que tenía ya iban sueltos, y ahora en vez de dos llevo ocho tornillos. Es el dedo pulgar de la mano izquierda, con el que acelero cada vez. Cuando con la mano derecha usaba el cambio en los camiones, cambiaba entre tres y cuatro mil veces cada día. Usaba el embrague con la derecha y el primer golpe de gas es con la mano izquierda, con lo cual me quedé sin cartílagos del metatarso del dedo gordo, y me tuvieron que operar. También me operaron del índice de la mano derecha de usar el embrague tantas veces.

Yo estoy fuerte, aunque no me dejan hacer muchas pesas porque no busco volumen, lo trabajo todo el día al moverme en mi vida normal. Ahora, este año, hemos trabajado los pequeños músculos de las costillas, el paravertebral, hasta donde puedo usarlos. A Margot le ha ocurrido igual, el chasis se mueve tanto que el cuerpo le dolía en estos sitios por los golpes del camión. Es que un camión solo tiene 27 centímetros de recorrido, se te mueven hasta los empastes, ya te lo digo.

P. La canción aquella dice lo de "yo para ser feliz quiero un camión" ¿Sigues teniendo el gusanillo del Dakar? ¿Qué es el Dakar cada año?

R. [Se ríe a carcajadas] Por un lado, es lo que me da fuerza para continuar vivo y estando allí. Yo tengo la ortopedia, conferencias, carreras... Y tengo un equipo en cada sitio, que me ayuda. Esto lo he creado siendo feliz con lo que hago. Es cierto que todo cansa, pero me reúno con los jefes de las empresas y les paso en edad cuando estoy sentado. Ellos ven la ilusión con la que voy, que no les cambio una publicidad en un adhesivo por dinero, sino que para mí todo es un pack, el de trabajar con la empresa.

Me siento muy orgulloso porque también trabajo en sistemas de sillas de ruedas para coches de ir por la calle, y esto es más rico que ganar un campeonato. Toda esta gente limitada en movilidad puede ser independiente con otra calidad de vida.

Lo primer que colgaré será el casco, pero el mundo no se termina aquí. Estoy contento porque voy abriendo puertas a otra gente que pensaba que el mundo podría haberse acabado, y no. Y no hace falta hacer el Dakar. Ya estoy preparando a algún chaval en nuestra situación para que pueda entrar en las carreras. Siendo activo, te multiplicas en salud y en todo. Quedándote en casa, se te puede caer el techo, y luego el cerebro.

Albert Llovera vuelve al Dakar por novena vez. Su caso, como el de Isidre Esteve, es singular. Afrontar la prueba más dura del mundo con medio cuerpo paralizado requiere una actitud, sacrificio y mentalidad singulares. El andorrano lleva en silla de ruedas desde los 18 años tras su accidente en los Juegos Olímpicos de Sarajevo. Reconvertido con gran éxito a la competición automovilística, despliega como siempre un singular optimismo y visión positiva de la vida.

Rally Dakar
El redactor recomienda