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Las lecciones para la pandemia que te da Llovera, el piloto en silla de ruedas del Dakar
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UN DAKAR ACCIDENTADO

Las lecciones para la pandemia que te da Llovera, el piloto en silla de ruedas del Dakar

El piloto andorrano volvió a vivir otra experiencia en el Dakar, singularmente meritoria en sus especiales circunstancias, con el espíritu y resiliencia que le distinguen

Foto: Albert Llovera, antes de partir hacia el Dakar (Foto, Albert Llovera)
Albert Llovera, antes de partir hacia el Dakar (Foto, Albert Llovera)

Albert Llovera es una categoría en sí misma, como piloto y deportista. “Tengo 55 años, pero tengo menos, porque con 18 volvía a nacer” Dentro de los muchos proyectos que ha afrontado desde que su movilidad quedó reducido tras un accidente de ski profesional, el Dakar se ha convertido en uno de sus grandes desafíos personales. Primero, por simplemente poder participar. Luego, por afrontar semejante aventura en sus circunstancias personales. Tras el paréntesis provocado por la pandemia, Llovera ha vuelto al Dakar. Pero en esta edición la carrera le ofreció su cara más amarga, que afrontó con ese personal espíritu que tan inspirador resulta para quienes le siguen.

Llovera comparte con El Confidencial el poso que de esta azarosa edición, en la que tuvo que abandonar prematuramente no obstante los grandes sacrificios del piloto y su equipo, que derrocharon hasta la última gota de esfuerzo, y literalmente, muchas de lágrimas. Dosis de oxígeno vital en estos tiempos de cansancio mental y psicológico para tantos.

Demasiado pronto

Precisamente, la pandemia impidió que Llovera estuviera presente en la pasada edición. Conseguir los recursos primero, y reengancharse después ya fue una primera victoria. “La verdad es cuando dejas de ir a los equipos les cuesta más acordarse de uno. Este año los del equipo checo (Fesh Fesh) fueron los que más me querían. Cada vez ponían más parte económica, y luego yo he trabajado durante todo el año para conseguir el presupuesto. Entre España y algo de Italia y algo de Andorra conseguí el presupuesto muy ajustado, por lo que tenías muy pocos kilómetros antes del Dakar y hacer todo en el último momento. Pero vamos, llevo veinte años cerrando todo en el último momento (ríe)”.

Llovera ya se ha convertido en un clásico dentro de la categoría. “De hecho, me siento mucho más valorado por los equipos de camiones, que son los que más me llaman para ver si puedo estar con ellos. Ellos valoran el hecho de mi situación y de la manera en que voy en pista. Este año ha sido un poco desastre, porque siempre había demostrado que me enganchaba muy poco ni volcaba. Pero es que cada vez se va más rápido, y esto pasa factura”.

Preparar durante todo un año el retorno para que a los pocos kilómetros de empezar, en una etapa de solo 19 kilómetros, todo estuviera a punto de terminar fue un golpe muy duro incluso para quien no se arredra ante nada. ¿Cómo se sintió y tiró de ‘coco’ para afrontar semejante golpe? “Sí, íbamos muy rápidos, muy seguro, atrape al camión del Petronas Iveco, le tocamos el sentinel, no me dejaba pasar, nos tiramos demasiado pronto a una duna que tenía una trampa, y se me fue el camión a la izquierda, y volcamos”, explica sobre el accidente. “Para mí fue un desastre, no nos hicimos daño pero no me creía lo que había pasado. Se te cae todo al suelo, el proyecto, todo el esfuerzo de la gente. Luego se hizo muy duro porque venía un enlace de 600 kilómetros, con el cristal roto hice 300 km lloviendo y helado del frio, llegué con la pierna izquierda morada… Y todo se te va derrumbando, pero cuando ves que el equipo empiza a trabajar para salir al día siguiente, te dices: “os lo habéis currado, y yo también me lo voy a currar y lo voy a dar todo”.

"Lloramos todos juntos"

Tras un par de buenas etapas, otro incidente que el propio Llovera evitó que acabara con el camión por los aires. “Vamos a toda hostia, y ahora no hay diez, sino treinta que van rápido. Ha subido mucho el nivel, y los golpes este año con las lluvias han sido serios, con ondulaciones rapidas a las que llegas a 130 y 140 km/h, y frenar 9.000 kilos en el último momento…. Se sale disparado con estos aparatos. Estan muy bien trabajados, pero las trampas te las comes con patatas. Cuando el problema de las suspensiones, saltamos muy largo y volamos muchísimo. Se me han movido dos dientes, se me clavaron las gafas en la nariz. Mi copiloto me dijo que si llego a haber soltado el volante… “creía que te habías roto las muñecas” me dijo. Es que si suelo el volante, volcamos”.

Tras salvar el camión y la continuidad tras el primer accidente, llegó otro estropicio mecánico que obligó al equipo a trabajar hasta la extenuación. “En este caso ha sido duro, pero el primero que se levantaba para estar con ellos era yo, no tocaba las narices pero estaba ahí, luchábamos, fletábamos un avión con las piezas desde Amsterdan para reparar todo... De hecho, estaba todo reparado, pero otro piloto que utilizaba mis mismas suspensiones iba cuarto y las necesitaba, así que todo se fue al traste. Cuando se confirmó la noticia que no seguíamos, mi mecánico y mi ingeniero nos juntamos en una piña y lloramos juntos, porque al final por un tema ajeno a nosotros no pudimos continuar.

Antes de sacar sus propias lecciones deportivas y de vida, LLovera hace balance de un Dakar muy duro personal y deportivo: “Ha sido poco agridulce, pero no es para morirse. Me quedo con las cosas buenas, los tiempos cuando lo he hecho bien, de tener un equipo al lado que en vez de ser sosos y serios hemos llorado juntos a la misma vez. Son personas muy fuertes (en el equipo) que no lloran normalmente y también han llorado. Todo esto te enriquece como piloto, deportista y persona, sobre todo”.

"Hay que tener paciencia"

Durante el resto del año Albert Llovera ofrece conferencias motivacionales a empresas y entidades. ¿Qué lección de este Dakar podría transmitir en ellas? “Que es importante que, aunque confíes en ti, hay que esperar para apretar. En una empresa, por ejemplo, ser prudente con la parte económica, necesitas algo más de trayecto, no hacer todo el primer día y comértelo todo, que es lo que hice el primer día. Sabiendo que eres bueno y puedes estar entre los diez mejores, piensas que podías haber esperado un poco. Pero influye todo, que has hecho pocos kilómetros, tienes un buen camión, si acabas bien sales mejor al día siguiente…Hay que tener un poco de paciencia aunque confíes en ti”.

Estos son tiempos de pandecia, desgaste y cansancio mental, de vidas más planas y condicionadas. Siempre vitalista y optimista, Llovera ofrece su propia receta por su experiencia personal y vivencias deportivas. “El mensaje es que no hay nada fácil en esta vida, pero en este ultimo año y medio peor, porque nos hemos encontrado algo que no es nada habitual. Lo que intento es hacer cosas, y estar activo. Aunque al final, aunque haya cosas que no te produzcan, lo importante es estar activo, porque si no haces nada cada vez te vas más abajo. Y entonces lo que necesita tu cuerpo es prepararte físicamente, leer, hacer cosas autodidactas… Es lo que he intentado hacer para enriquecerme a mí mismo”.

"Soy un flipado de hacer cosas"

En este sentido, ¿qué lecciones puede compartir de tantos años en el Dakar? “Te enriquece, porque en tu vida te hubieras imaginado estar en situaciones límite de calor, de frío, como este año.. Cuando me bajo del camión vivo en una tienda de campaña, tengo que cagar en un sitio de mierda, que es un asiento con una bolsa, y luego me pongo en la ducha que a veces está caliente y otras veces está frío. Es otro Dakar, cuando me bajo del camión tengo otro Dakar. Esto es importante, la gente piensa que qué guay irte al Dakar. No es eso tampoco, pero te enseña a luchar y a vivir situaciones extremas que nunca te hubieras imaginado, y que nadie te ha obligado".

"En Sudamérica me acuerdo que estuvimos dos o tres días entre 60 y 63 grados, se me caía la piel del culo, lleno de llagas. Lo pasamos fatal ¿Quién te manda ir allí para pasarlo mal? Pero todo esto al final te dices “no me pensaba que lo habría superado” y lo superé. Te enseña a ver donde tienes los límites, a ir a buscarlos. A mí me da la fuerza para seguir viviendo de una manera más alegre. Porque al final eres un puto privilegiado, porque hay miles de personas que les gustaría hacer lo que tú haces, a veces eres un representante para ellos en situaciones chungas”.

Con 55 años, a pesar de este último Dakar, Llovera confirma que, efectivamente, tiene menos años mentales y físicos de los que muestra su carnet, y quiere seguir ejerciendo. “¿Volver al Dakar? “Si se puede volver, se volverá, con un camión eléctrico, de hidrógeno, lo que sea. Aunque tengo esos 55 años me da igual, porque lo tengo es el espíritu de seguir haciendo cosas, Y si no vuelvo al Dakar, seguiré haciendo otras cosas, porque el mundo no se acaba en el Dakar. Debemos continuar teniendo cosas en la mente, yo soy un gran soñador, y un flipado haciendo cosas”.

Albert Llovera es una categoría en sí misma, como piloto y deportista. “Tengo 55 años, pero tengo menos, porque con 18 volvía a nacer” Dentro de los muchos proyectos que ha afrontado desde que su movilidad quedó reducido tras un accidente de ski profesional, el Dakar se ha convertido en uno de sus grandes desafíos personales. Primero, por simplemente poder participar. Luego, por afrontar semejante aventura en sus circunstancias personales. Tras el paréntesis provocado por la pandemia, Llovera ha vuelto al Dakar. Pero en esta edición la carrera le ofreció su cara más amarga, que afrontó con ese personal espíritu que tan inspirador resulta para quienes le siguen.

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