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Sobresaliente en las aulas, crack en el agua: Esther Briz, la nueva estrella del remo
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un histórico oro, una historia por hacer

Sobresaliente en las aulas, crack en el agua: Esther Briz, la nueva estrella del remo

Es la primera española en ganar un oro en un Mundial juvenil en remo. La zaragozana triunfó en Lituania en la categoría de scull individual. Está llamada a hacer historia en el remo español

Foto: Esther Briz está llamada a hacer historia en el remo español. (FOTO: José Luis Briz)
Esther Briz está llamada a hacer historia en el remo español. (FOTO: José Luis Briz)

Su cerebro es una sala de máquinas casi perfecta. En el interior de su cabeza todo fluye con perfecta sincronización. Su vida de estudiante (afronta ahora 2° de bachillerato) navega al mismo y espectacular ritmo que cuando suma kilómetros en la embarcación. Con notas por encima del 9 de media, marcha sobre el agua a la misma velocidad. Las nuevas generaciones de deportistas españoles siguen dando qué hablar, sumando éxitos de manera constante en diferentes especialidades. La penúltima joya que ha emergido con fuerza es Esther Briz (Zaragoza, 31-1-2000), ejemplar en las aulas y más en el mundo del remo. Pasó a la historia hace unos días al convertirse en la primera remera española en ganar una medalla de oro en un Mundial junior, en este caso en la especialidad de scull individual. Detrás del hito firmado en Trakai (Lituania), una esforzada vida que empieza todos los días a las 5 de la mañana, eternas jornadas que muchas veces no se sabe cuando acabarán. “Mucha gente me decía que tenía futuro” cuando comenzó a remar, rememora en conversación con El Confidencial. Y no, no se equivocaron lo más mínimo…

Fue su hermano, que sigue en este mundo, el que le metió el 'veneno' del remo. Hacía natación con 10 años y fue entonces cuando comenzó a hacer algunos cursillos. “Me lo pasaba bien” sobre el agua y así fue como comenzó todo. Poco a poco, con el paso del tiempo, llegaron buenos resultados, “lo que me animó a continuar”, subraya. Fue al alcanzar los 13 años cuando el asunto ya se puso serio. Cuando Alfonso Muniesa, Sito en el el mundo del remo, su actual entrenador en el histórico CN Helios, apareció en escena, comenzó el despegue definitivo. “Me comentó entonces que me veía con el potencial suficiente como para brillar; y cuando te lo dice alguien que entiende de esto, ya te lo empiezas a tomar en serio, no como cuando te lo transmite alguien que no sabe de verdad de este deporte”, evoca la joven deportista. “Su capacidad de trabajo, su fortaleza mental”, destaca su entrenador a la hora de valorar a su pupila. “Siempre rinde al ciento por ciento, es tremendamente competitiva y tiene la cabeza muy bien puesta”, remata.

“No podía más”

“Tanto mi entrenador como yo veíamos difícil ganar el Mundial, casi imposible. Había gente que me decía que sí era factible, pero hay que remar mucho para ello. Hay gente que habla por hablar”, dice la aragonesa. Pero al final lo consiguió. El objetivo era alcanzar la final, estar entre las seis mejores, pero a medida que iban pasando las eliminatorias —primera en todas—, el rendimiento de Esher invitaba a soñar. Y cuando llegó el momento cumbre, la hora de la verdad, lo tuvo claro: “Voy a por el oro, lo intento…”, recuerda. Después de casi 8 minutos para cubrir 2.000 metros, liderando la prueba desde el paso por los 500, sacó fuerzas de la nada para contener a sus rivales. “Fue lo más duro que he vivido hasta ahora, en los últimos metros no podía más. Pero esa final fue mi mejor carrera”, dice con un punto de emoción.

La aragonesa del CN Helios cubrió esos 2.000 metros en un tiempo de 7:58.72 y logró la primera medalla de oro española en una prueba femenina en unos Campeonatos del Mundo en categoría junior. La española fue capaz de mantener la primera posición hasta el final. “Esto es más de piernas que de brazos”, explica, pero deja claro que “la cabeza es un 70 por ciento del éxito. Por muy bien que hayas hecho los deberes a nivel técnico y físico, si la cabeza te dice que 'no'… Es que estás sola, o te animas tú o no lo hace nadie. Y yo estaba preparada para sufrir”. “Lo que espero es que se hable más del remo”, resume para exigir mayor reconocimiento, en todos los ámbitos, para un deporte minoritario del que sólo se habla muy de vez en cuando.

Los problemas del Ebro

Más mérito tiene lo conseguido por Esther cuando relata los problemas que tiene para entrenar, igual que otros atletas que necesitan del Ebro para trabajar y progresar. “Ahora no podemos remar, así es desde hace tiempo”, comenta, explicando que “se rompió una compuerta y no hay agua suficiente. Hasta han crecido plantas cerca del embarcadero. Hasta octubre, según nos han dicho, no hay nada que hacer, ahora mismo no podemos remar en el cauce del río”. Recuerda que “los piragüistas no requieren de tantos cuidados para entrenar, pero los de remo sí”. “Nuestras embarcaciones son de 8 metros de largo, las suyas son más cortas, y por ello hay que tener muy en cuenta la longitud, la profundidad del agua, etc”, remata para exponer un problema añadido para ella y otros compañeros de entrenamiento.

Llegados a este punto, la última fase de su preparación tuvo lugar en Sevilla, en el Guadalquivir. “Una maravilla, por eso gané el Mundial”, reconoce. En la capital andaluza encontró la superficie perfecta para preparar como es debido el asalto al histórico oro, un lugar en el que no debía preocuparse del cauce porque en todo momento sabía que la lámina de agua estaría en perfectas condiciones para sumar y sumar kilómetros, algo fundamental para cualquier remero. “Trabajé durante toda la temporada en Zaragoza, pero una o dos semanas antes del Campeonato de España, dejamos de remar en el Ebro y me fui a Sevilla” para que la puesta a punto fuera la adecuada.

Rumbo a Estados Unidos

Su incipiente y exitosa carrera deportiva marcha en paralelo a la educativa. Los libros forman parte de su vida por convicción, no le cuesta lo más mínimo estudiar. Le queda un año más en categoría juvenil y lo pasará en casa, en Zaragoza, donde cursará el último curso antes de iniciar su carrera universitaria. Luego, viaje a Estados Unidos, donde estudiará una ingeniería aún por decidir. “Sólo por el remo” no ingresaría en una de las muchas universidades que la han abierto las puertas a Esther. Está en permanente contacto con varias de primer nivel, mejorando a pasos agigantados su inglés para cuando tenga que cruzar el charco. Alli encontrará un lugar impecable para formarse perfectamente como persona, también como remera, pues EEUU es una potencia en remo femenino, también un lugar en el que podrá entrenar en agua el tiempo que necesita un deportista de élite, la categoría que se ha ganado con la histórica medalla de oro.

“Allí se preocupan y apuestan por los deportistas”, sentencia para que tomen buena nota en España… “Es que cada vez que hablo con una universidad, me parece increíble cómo apuestan mí, por el deportista en general”. Sabe que en el norte de América formará parte de un equipo, que a diario estará acompañada, nada que ver con la soledad que muchas veces la acompaña en casa. También que perfectas superficies estarán a su disposición a diario. “Es que en España todo es más difícil, si me voy a Estados Unidos también es por el remo”, reconoce, subrayando que “allí voy a compaginar bien los estudios con el deporte. Y además te pagan todo, todo me parece positivo”. “Si aquí tuviera las mismas condiciones, me quedaría, pero…”, expone con cierto pesar. En España hay dos lugares, Sevilla y Bañolas, para compaginar las dos actividades que mueven la vida de Esther. “Pero es que Estados Unidos es una potencia en mujeres y las condiciones no son las mismas que aquí”, señala. “Aquello es una pasada”, ensalza la aragonesa.

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Recuperar kilómetros

Deja claro que es una afortunada “por los buenos entrenadores que he tenido, pero en Estados Unidos, además de sus buenas instalaciones, tengo garantizado más kilómetros en agua. En California, por ejemplo, eso lo tengo asegurado durante todo el año”. La realidad es que el río que baña Zaragoza no ofrece esa seguridad. “A veces estoy hasta tres meses sin trabajar en el agua”, un mundo para una deportista de su categoría. Y el gimnasio, obvio, no es suficiente. Remeros y piragüistas se han llegado a manifestar para exigir al Gobierno de Zaragoza que arregle cuanto antes esa compuerta. Se supone que el asunto está en vías de solución, así que muy pronto Esther y todos los que necesitan el agua ya podrán entrenarse con normalidad.

Un día cualquiera, a las 5 de la mañana ya está en pie. Toca empezar la jornada con libros. Estudiar, repasar… A las 6.30 ya está en el gimnasio, donde las pesas y el trabajo aeróbico entran en acción, sin olvidar intensas series de abdominales y los fundamentales estiramientos. Tras la reparadora ducha, a las 8.15 ya está en clase. Sobre las 2.15, regreso a casa. Comida, descanso, más deberes… y al agua. “Cuando la hay”, dice riendo… Muchos fines de semana, como no puede trabajar en su entorno, se desplaza hasta el embalse de Mequinenza, a hora y media de Zaragoza, para recuperar esos kilómetros que no puede sumar en casa. Y todo ello sin olvidar nunca el escrupuloso cuidado de la embarcación. Toca mantenerla limpia de cal, algas, etc, labor de la que se encarga personalmente Esther. Resumiento, exprime la vida al máximo, los días se le hacen cortos con tanta actividad.

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De Tokio a París

Con sólo 17 años, su progresión está siendo fantástica, batiendo marcas sin parar. Es entre los 23 y los 25 años cuando un remero alcanza el máximo rendimiento, pero en este caso quién sabe si se adelantarán los plazos. “Es que ella progresa con mucha facilidad”, recalca Sito. Verla en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020 no será sencillo. “Es demasiado pronto”, entiende Briz, pero “soñar es gratis”, enfatiza. Mejorar en el mundo del remo cuesta mucho, pero recuerda el técnico que “Esther está obteniendo unas marcas muy elevadas, su proyección sigue una pronunciada cuesta arriba. Mejora con mucha facilidad, su rendimiento es excepcional”. Muchos motivos hay para pensar en lo mejor. “La educación que la han inculcado en su casa” es fundamental para Alfonso. Y recuerda que “academicamente es excepcional. Es metódica y pilla todo a la primera. Muchas personas oyen, ella escucha y lo empapa todo”. ¿Hasta dónde puede llegar? “Difícil saberlo, porque para este Mundial el objetivo era alcanzar la final y fíjate lo que consiguió”, resume.

En Estados Unidos, entienden ambos, su desarrollo debe ser más que notable. Debe sumar al año unos 6.000 kilómetros en el agua, “algo imposible de conseguir en Zaragoza” por los graves problemas ya mencionados, apunta Sito. Allí, además, compartirá entrenamiento con un buen número de remeras, lo que también incidirá en el crecimiento de Esther. Teniendo en cuenta que remeros/as siguen compitiendo por encima de los 40 años, ganando medallas a esa edad, la aragonesa puede estar presente en 5 o 6 Juegos Olímpicos. “No es fácil, pero no imposible”, afirma el maestro, que recalca que “nunca hay que renunciar a nada y lo demuestra esa medalla de oro ganada, ya que ni en sueños pensábamos que se la colgaría”. “En París 2024 su nivel no será el máximo, pero ya sí muy interesante”, entiende su entrenador, que estima que a partir de entonces “ya se podrá soñar”. El sueño de Esther Briz acaba de empezar...

Su cerebro es una sala de máquinas casi perfecta. En el interior de su cabeza todo fluye con perfecta sincronización. Su vida de estudiante (afronta ahora 2° de bachillerato) navega al mismo y espectacular ritmo que cuando suma kilómetros en la embarcación. Con notas por encima del 9 de media, marcha sobre el agua a la misma velocidad. Las nuevas generaciones de deportistas españoles siguen dando qué hablar, sumando éxitos de manera constante en diferentes especialidades. La penúltima joya que ha emergido con fuerza es Esther Briz (Zaragoza, 31-1-2000), ejemplar en las aulas y más en el mundo del remo. Pasó a la historia hace unos días al convertirse en la primera remera española en ganar una medalla de oro en un Mundial junior, en este caso en la especialidad de scull individual. Detrás del hito firmado en Trakai (Lituania), una esforzada vida que empieza todos los días a las 5 de la mañana, eternas jornadas que muchas veces no se sabe cuando acabarán. “Mucha gente me decía que tenía futuro” cuando comenzó a remar, rememora en conversación con El Confidencial. Y no, no se equivocaron lo más mínimo…

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