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El ironman que se hizo a sí mismo y ahora aconseja a un gran chef
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Alejandro Santamaría: el hombre de hierro

El ironman que se hizo a sí mismo y ahora aconseja a un gran chef

Detrás de un gran reto siempre hay un campeón, y si hablamos de uno con mayúsculas hay que hablar de este triatleta para el que los imposibles no existen

Foto: Alejandro Santamaría, un atleta superlativo, en la imagen tras ganar una prueba (EFE)
Alejandro Santamaría, un atleta superlativo, en la imagen tras ganar una prueba (EFE)

25 mundiales, 16 ironman, 4 veces campeón del mundo… El currículum de Alejandro Santamaría suma victorias con una naturalidad aplastante, como si esos premios no pudieran más que formar parte de su palmarés. Este triatleta de Carabanchel lleva toda la vida dedicada a dar lo mejor de sí mismo repartiendo su talento en una bicicleta, nadando o corriendo para conseguir la mejor marca.

"Desde pequeño siempre me gustó el deporte, veía a mis hermanos hacer maratones y triatlones y me fui aficionando, pero no hacía nada en particular. Pero a los 15 años dije: 'este deporte es para mí, es lo que quiero hacer'; fue un flechazo entre el triatlón y yo", relata el atleta. "Es un compromiso particular. Sin que nadie me lo inculcara me compré una bicicleta por mi cuenta y empecé de forma autodidacta a entrenarme, sin entrenador ni club. Poco a poco empecé a tener resultados, me apasionaba y llegué a la Selección española, fui campeón de España junior, del mundo junior, de España absoluto, internacional… Y se convirtió mi pasión, en mi modo de vida y mi profesión", recuerda.

De corrido y sin darle importancia hace un repaso a sus grandes logros. Llama la atención su humildad. Pocos pueden presumir de haberse colgado tantas medallas, subido a los podiums como él; las victorias son una constante en su vida desde que hace unos años decidiera que el triatlón iba a ser el centro de su existencia. Subraya que "cuando quedé campeón de España junior, fue en el 97, llevaba 3 o 4 años y quedar campeón fue decir 'esto se me da bien, vamos a seguir apostando', pero eso sabiendo que el triatlón no es un deporte que me fuera a hacer rico, había que compaginarlo con otras cosas. Es un deporte modesto del que igual sí puedes vivir pero no es como el fútbol ni el tenis; aún siendo campeón del mundo tenía que seguir estudiando, formándome, lo hice como entrenador, que era mi pasión, tener conocimientos para entrenarme a mí mismo y a los demás".

Paciencia y constancia

Hoy compagina los más duros triatlones por todo el mundo con el entrenamiento de deportistas. Su experiencia y formación le sirven para sacar lo mejor de cada uno. Está seguro de que todo es posible, que todos podemos y está convencido de que todos llevamos un deportista dentro. "Todo ser humano es deportista por naturaleza, desde el paleolítico el hombre es cazador y tenía que salir a correr para comer; lo que pasa es que está ahí oculto, porque en la vida actual no necesitas hacer nada para comer y vivir", explica, y añade que "si se quiere ser un deportista solo hay que sacar tiempo, pues para una carrera de diez kilómetros cualquier persona puede conseguir hacerla en diez meses con disciplina y entrenamiento; tres días a la semana es suficiente".

La condición física de cada uno marcará la forma de entrenar y unas necesidades concretas, pero hay algo en común para cualquier persona que quiera iniciarse en el triatlón. "Depende de tu punto de partida pero hay dos cosas fundamentales: la paciencia y la constancia; la paciencia para que aprendas a no tener prisa, no querer precipitarte, y constancia para que sepas que no es cosa de un mes ni de dos…", resalta.

Así, partiendo de cero y siguiendo a rajatabla sus consejos, comenzó hace unos años el chef Paco Roncero, al que Santamaría entrena; de la mano de Diadora preparan juntos sus próximos retos. Pero llegar a un ironman no es hazaña de un día. "Roncero es un ejemplo porque partió de cero, bajó de peso y en un año corrió un maratón, alguien que no haya hecho nunca deporte y con una vida sedentaria, en un año con paciencia y un buen entrenamiento puede hacer un maratón, un ironman quizá en dos", destaca.

Fuerza mental

Y a partir de ahí llegan los verdaderos sacrificios. Un deportista que ha estado dos veces en el ironman de Hawai y en Lanzarote sabe que mantener el nivel de exigencia para participar en ellos no es fácil. Significa que "un triatleta se levanta temprano y se va a nadar; nada tres o cuatro kilómetros, desayuna, coge la bici y puede correr según la distancia entre 80, 120 kilómetros… o 140. Cada día hay que hacer las tres disciplinas, es muy exigente, no solo hay que entrenar sino descansar para el siguiente entrenamiento. Al final te vuelves esclavo del rendimiento, no puedes estar cansado porque siempre hay que entrenar y hay que llegar a los ritmos y tiempos marcados y cuidar igual la alimentación. No comes cosas que no te aporten lo suficiente porque debes conseguir los nutrientes necesarios. No recuerdo la última vez que fui a un sitio de 'fast food'; somos lo que comemos y como quiero rendir a tope quiero darle combustible que me haga rendir".

La preparación física es importante. Sin embargo, la línea que separa a un deportista de un campeón es la fortaleza mental para resistir y aceptar triunfos y fracasos, remontar adversidades, no rendirse nunca… Santamaría revela que "en deportes de resistencia individual el aspecto psicológico es esencial, ya que pasas muchas horas solo y no estás refugiado en un equipo donde alguien te puede cubrir y pasar desapercibido: Si tienes un problema físico o mental te puedes venir abajo y hay que rendir al 100% mental y físicamente".

Santamaría sabe cómo rendir al máximo sin distracciones, pues la concentración es esencial. En él ese equilibrio psicológico convive a la perfección con una preparación física que le ha convertido en uno de los máximos exponentes del triatlón de nuestro país. Ahora comparte todo lo aprendido, una generosidad convertida en una fábrica de futuros campeones.

Más información en Subetudeporte.com

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