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La gran historia de Ander Mirambell: "Si fuera americano, ya me habrían hecho dos películas"
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ABANDERADO ESPAÑOL DE LOS JJOO

La gran historia de Ander Mirambell: "Si fuera americano, ya me habrían hecho dos películas"

El abanderado de la selección española en los JJOO de Pekín atiende a El Confidencial donde analiza el que será uno de los grandes momentos de su carrera y, posiblemente, su última participación en una cita olímpica

Foto: El piloto español Ander Mirambell. (EFE/Urs Flueeler)
El piloto español Ander Mirambell. (EFE/Urs Flueeler)

Ander Mirambell se ha ganado por derecho propio ser uno de los deportistas más destacados de la historia de nuestro país. A sus 38 años, no solo ha conseguido la clasificación para sus cuartos Juegos Olímpicos de Invierno, sino que será —junto a Queralt Castelletel abanderado de la delegación española, un reconocimiento a la trayectoria de un atleta hecho a sí mismo y que no duda en perseguir sus metas. Su carrera se puede resumir como la de un luchador empeñado en cumplir sus sueños cueste lo que cueste... y no quiere despertarse aún. Al menos, mientras encuentra algo que le pueda llenar como la adrenalina del skeleton.

Para poner en contexto lo que significa Mirambell para nuestro deporte es cómo si imagináramos que no existiera ni un solo futbolista en nuestro país y, de repente, alguien lo descubre por la televisión, se hace unas botas y un balón casero, y empieza a entrenar por su cuenta. Y, no contento con eso, termina creando una estructura deportiva a su alrededor —muchas veces con enormes gastos corriendo de su cuenta—, convirtiéndose en profesional y siendo considerado uno de los mejores 25 futbolistas del momento. Casi sin ayudas, Mirambell no solo ha logrado sus aspiraciones deportivas, sino que ahora paseará la bandera española por Pekín.

Foto: Ander Mirambell, durante un entrenamiento en 2019 previo a la Copa del Mundo. (EFE)

A aquel piloto que comenzó entrenando con ralladores de queso y papel de lija en sus zapatillas para poder frenar en el hielo, le han terminado por llegar los éxitos, que ya son parte fundamental de su vida, pero tiene los pies en la tierra y mantiene la cercanía de aquel que sabe que solo la humildad le llevará lejos: sabe de dónde viene para poder entender dónde quiere llegar. Consciente de que su idilio con el trineo empieza a tocar a su fin, quiere disfrutar al máximo de su última experiencia olímpica y mantener viva en España la pasión por un deporte que, gracias a su figura, empieza a tener muchos jóvenes adeptos. Ander Mirambell conversa con El Confidencial y explica sus miedos, sus ilusiones y su forma de entender el deporte. Ese, que le ha hecho ser uno de los más grandes.

PREGUNTA. ¿Qué se siente al ser el abanderado en unos Juegos Olímpicos?

RESPUESTA. Ha sido un 'boom' mediático en España, pero también en el extranjero. Es un honor que va por encima del deporte. Al final, tú puedes tener medallas, resultados o ir a cuatro JJOO, pero esto es algo que no depende de ti mismo. Que te den esa responsabilidad, junto a Queralt Castellet, es algo mágico. Es difícil de explicar, porque estás acostumbrado a explicar la sensación de que te den una medalla o de subir al podio, o incluso ganar una carrera, pero aún me cuesta definir mi sensación de salir allí con todo el equipo.

P. ¿Es más difícil ser 'deportista de invierno' en España?

R. Somos 14 espartanos, porque somos un país con una tradición mínima en deportes de invierno. Es una de las cosas que a mí me gustaría cambiar, porque no es que no tengamos montañas, es una cuestión cultural. Tenemos catorce deportistas en unos JJOO, mientras que otras delegaciones llevan muchísimos deportistas, como Italia o Francia, que son nuestros vecinos. Ahí te das cuenta de la estructura que tienen otros países. Cualquiera de los catorce se merecería llevar la bandera y hay que hacer un homenaje a cada uno de estos espartanos.

placeholder Foto: EFE/Urs Flueeler.
Foto: EFE/Urs Flueeler.

P. ¿Cómo empezó tu amor por el skeleton?

R. Empieza en 2005 tras ver 'Elegidos para el triunfo'. Mi idea era probar el bobsleigh, pero no conseguí ningún apoyo de la Federación Catalana y con Alberto Castillo, mi compañero de entrenamiento de atletismo —deporte que practicaba en ese momento—, decidimos probar el skeleton porque era más económico y, a diferencia del luge, aquí había que empujar un trineo, lo que tenía más sentido viniendo del atletismo. En 2006, mandé un mail a Eurosport para pedir información sobre el deporte. Desde entonces, empecé yo a mandar un correo semanal con la programación del deporte. Así empezó mi historia con el skeleton.

P. Entiendo que has hecho muchos sacrificios y has vivido muchas anécdotas a lo largo de tu carrera...

R. Recuerdo muchas anécdotas. Como cuando me salí con el coche y los rusos lo metieron en la carretera levantándolo como si fuese de juguete o cuando competí con un clavo en un dedo roto, sujetándome la mano con esparadrapo y cinta aislante. Incluso mi madre me tuvo que hacer un guante para que no me lo vieran y me dejaran correr. Han sido muchos retos y yo siempre digo que, a pesar de haber tenido resultados mágicos, cada una de las batallas diarias son las que se saborean más: dormir en un coche, hacer noche en un aeropuerto o cocinar con un camping gas porque no había presupuesto para más es lo que multiplica el valor de lo que hice en su momento.

P. ¿Cómo puede un deportista comenzar a competir con ralladores de queso y convertirse en una estrella?

R. Hace unos años, vino un país con mucho dinero que me quería fichar, pero yo dije que no porque quería competir por España, que era lo que al final daba sentido a todo. Si fuese americano, lo mismo tenía dos películas y ya estaba retirado y jubilado, pero al final te sientes orgulloso de vivir aquí, tengo la suerte de ir a unos Juegos con otros 14 valientes y que los medios se acuerden de ti. Esa es la magia de vivir donde vivimos y, a veces, creo que nos infravaloramos. Creo que los españoles tenemos que creérnoslo más, nos falta un punto de decir: 'Si ellos lo hacen, ¿por qué yo no?'. Creo que esa reflexión nos la hemos de hacer más y ves a mucha gente de España que tiene que irse a triunfar fuera porque aquí no tiene los medios. A veces, hemos de cambiar un poco el chip.

Dormir en un coche, descansar en un aeropuerto o cocinar con un camping gas porque no hay más dinero es lo que multiplica el valor de lo que hice

P. Pero tan importante es la meta como el camino. ¿Tiene futuro el skeleton en España cuando te retires?

R. En 2018 estuvo la clave. Cuando acabaron los Juegos, la Federación me preguntó: 'Y, ahora, ¿qué?'. Bueno, podemos seguir pero con algo diferente, porque yo no quiero ir a unos Juegos por ir, sino que el ciclo olímpico tiene que tener sentido. Yo luché por unos JJOO, pero hay que hacer algo más, porque el día de mañana cuando me retire no puede ser que el camino desaparezca. Así, creamos diferentes procesos de captación: en 2018, se presentaron 110 personas; en 2020, otras 40; en plena pandemia, hicimos la Copa de España; y la pasada temporada compitieron tres hombres y tres mujeres a nivel internacional. Este año, hemos ido tres chicos y una chica, por lo que te das cuenta de que puedes continuar. Vivimos en un país donde nos gusta la adrenalina, la velocidad y conducir, por lo que lo único que hay que hacer es ofrecer las posibilidades para que eso sea factible. Esa ha sido una de mis grandes motivaciones.

P. ¿Qué sentiste al batir el récord de velocidad de Sankt Moritz, que es el Montecarlo del skeleton?

R. Lo explico mejor con una anécdota. Nada más acabar la carrera, vino mi familia a recogerme y volvimos en coche de Suiza a España. Nos fuimos turnando al volante y, en un momento, el coche iba más rápido de lo que debía y yo no era consciente de ello. Ahí te das cuenta de que tu percepción es muy diferente a la realidad. Por ejemplo, trabajo con especialistas oculares para mover los ojos más rápido y mejorar nuestra habilidad en el circuito.

P. ¿Cómo de importantes son las sensaciones del piloto en tu deporte?

R. Muchas veces, no soy consciente y una de las cosas que hago según llegó a meta es apuntar mis sensaciones para que, en verano, cuando repaso los circuitos, las pueda tener presentes. Los vídeos de las carreras los tengo, claro, pero las sensaciones son más importantes. Si yo sé lo que siento al buscar el techo y pasarlo a raíz o cuando el trineo culea o entra con determinado ángulo, es más relevante que tener un punto de referencia. Además, hemos trabajado con hipnosis clínica para trabajar con el subconsciente, la intuición, lo más profundo de la persona. Lo hemos entrenador y, así, evitas pensar en carrera y los gestos salen más naturales.

placeholder Foto: EFE/EPA/Diego Azubel.
Foto: EFE/EPA/Diego Azubel.

P. Porque en el skeleton no solo luchas contra los demás, sino también contra ti mismo...

R. Siempre se lo digo a la gente y no se lo creen. A mis compañeros les dejo mis notas y, si veo a alguien que entra mal en una curva, no dudo en comentárselo para que lo mejore. Me pasó con un compañero de la República Checa, que no ponía bien el trineo en la salida y me acerqué para aconsejarle. Él era relativamente nuevo y se quedó alucinado con que el veterano se acercara a él. Al final, yo no compito contra ellos, sino contra mí: si ellos tienen mejor trineo o tienen mejor ritmo, soy yo quien tiene que mejorar para ganarles. No quiero que a él le vaya mal para que a mí me vaya bien. Claro que veo vídeos de mis rivales, pero es para analizar sus trayectorias. Mi trineo, mi cuerpo y mi peso son otra filosofía, por lo que en pista se comportan de manera diferente.

P. ¿Te has marcado algún objetivo para los Juegos Olímpicos?

R. Parto con el hándicap de que yo no estuve allí en octubre y los demás sí, por un tema de calendario y de presupuesto, por lo que ellos tienen 40 bajadas más que yo. Allí, tendré 10 bajadas, de las que las cuatro primeras son para quitarme los nervios, coger confianza, seguridad y evitar el hospital y, las siguientes seis, para probar material. A partir de ahí, veremos dónde estamos. Me gustaría decir que lucharé por un diploma, pero no es realista a día de hoy porque tengo mucha desventaja. Pero eso no significa que, después de ocho bajadas, me vea dentro del Top 15. No hay que renunciar a nada y, además, estoy en mi mejor momento de pilotaje.

P. ¿Dónde está la clave en la pista de Pekín?

R. Las salidas son más importantes en este circuito y ahí ando un poco peor por culpa del covid, que me hizo perder dos kilos, pero una vez allí mi primer objetivo es meterme en la cuarta manga (Top 20). Este circuito no es peligroso, pero es puñetero: dos pendientes positivas (subidas), dos curvas donde hay que buscar el techo y como te equivoque se acabó la carrera... Cuando lleguemos allí, lo iremos viendo.

Al final, yo no compito contra ellos, sino contra mí: soy yo quien tiene que mejorar, no quiero que a él le vaya mal para que a mí me vaya bien

P. Muchas veces, habrás imaginado mentalmente cómo pilotas en un circuito. ¿Te has imaginado ya las sensaciones de llevar la bandera en la ceremonia de inauguración?

R. He intentado pensar varias veces en el momento, pero no sé ni cómo coger la bandera. ¿Tengo que llevar guantes? ¿Me tengo que quitar el gorro? (Risas). Me falta información, me gustaría hacerlo bien y disfrutarlo... y ¡además está Queralt y nos tenemos que sincronizar! Intento imaginar el momento y, búa... lo he visto tantas veces por la tele que me pone la piel de gallina pensar que voy a estar ahí. Me faltan palabras para describir el momento. No es solo llevar una bandera, es mucho más que eso.

P. Por lo que dices, da la sensación de que estás más nervioso por ser el abanderado que por ponerte a 130 km/h con el casco rozando el hielo...

R. En la competición sé lo que me voy a encontrar, iré cincuenta veces al lavabo y recibiré algún golpe que otro (risas), pero ser abanderado es algo diferente, con una sensación tan desconocida... Es como si volviera a ser niño y estuviera esperando a los Reyes Magos, pero con la responsabilidad de que representas a todo un país, que es algo que no puede decir todo el mundo.

P. Después de los JJOO, ¿qué viene a continuación?

R. No sé que es lo que viene después. Ni tan siquiera he reflexionado sobre la siguiente temporada, ni tengo en mente cuál será el siguiente proyecto. Tengo ofertas de otros países para luchar por medalla en los Juegos de Italia, la Federación Internacional me ha contactado para ver si se puede hacer un proyecto para sacar pilotos e, incluso, me han llamado de Sudamérica, hace poco me contactó un equipo de fútbol de Segunda para ser Director General... Hay muchas ventanas abiertas, pero no sé qué es lo que viene a continuación. Disfruto tanto del momento que no sé que vendrá, pero será algo que a título personal me motive y me llene, además de aportarme a nivel económico porque del skeleton no se puede comer. Por eso, me tengo que buscar la vida todos los veranos.

placeholder Foto: EFE/Filip Singer.
Foto: EFE/Filip Singer.

P. ¿Estás listo para la retirada?

R. Me he ido preparando para cuando llegue mi momento y creo que está cerca. No sé si será ya, en un año o en dos, pero es una pregunta que no respondo durante la temporada porque necesito toda mi energía en competir. He intentado prepararme para cuando llegue, he visto a muchos deportistas que lo han tenido todo y ahora sufren y es uno de los momentos que más miedo me da, ese en el que diga 'esta es mi última bajada'. Mientras tanto, lo he disfrutado mucho y cuando tome la decisión será por un proyecto que me ilusione. Pero va a ser difícil encontrar algo que me guste tanto como el skeleton, porque no va a haber nada en mi vida que me llene como esto. Es una de esas preguntas que me da miedo hacerme, pero habrá que afrontarla algún día.

P. ¿Con qué te quedas después de una carrera tan bonita?

R. Ha habido mucha gente que ha empujado el trineo. Al final, las medallas se llenan de polvo y los artículos de periódico quedan guardados. Igual dentro de unos años nadie se acuerda de quién era el abanderado en Pekín o el nombre de aquel loco que hacia skeleton, pero queda mucho más que eso. Hay mucha parte humana, vivencias y momentos que me llenan mucho más que los premios que haya podido conseguir.

Ander Mirambell se ha ganado por derecho propio ser uno de los deportistas más destacados de la historia de nuestro país. A sus 38 años, no solo ha conseguido la clasificación para sus cuartos Juegos Olímpicos de Invierno, sino que será —junto a Queralt Castelletel abanderado de la delegación española, un reconocimiento a la trayectoria de un atleta hecho a sí mismo y que no duda en perseguir sus metas. Su carrera se puede resumir como la de un luchador empeñado en cumplir sus sueños cueste lo que cueste... y no quiere despertarse aún. Al menos, mientras encuentra algo que le pueda llenar como la adrenalina del skeleton.

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