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Djokovic, la otra manera de gestionar la presión en los Juegos Olímpicos
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la experiencia del tenista serbio

Djokovic, la otra manera de gestionar la presión en los Juegos Olímpicos

Con 10 años más que Simone Biles y separando cada caso porque por delante del deportista está la persona, el tenista serbio habla del endurecimiento para ser el número uno del mundo

Foto: Novak Djokovic grita tras ganar un partido en los Juegos Olímpicos de Tokio. (EFE)
Novak Djokovic grita tras ganar un partido en los Juegos Olímpicos de Tokio. (EFE)

La decisión de Simone Biles de parar, pensar en sí misma, cuidar su salud metal sirve para tomar conciencia de que los grandes deportistas pueden estar hechos de otra pasta, pero no son máquinas. La gimnasta estadounidense no se ha derrumbado. Está entera físicamente, pero necesita gestionar de otra manera la presión en la alta competición, la exigencia y cómo cumplir con las enormes expectativas. La mentalidad competitiva, que tanto valor se le da a los número uno del deporte porque los hace especiales y provoca que tengan una imagen de infalibles, también requiere de un aprendizaje.

Novak Djokovic, el número de uno en la cancha de tenis, tiene 34 años y participa en sus cuartos Juegos Olímpicos con la presión de conseguir el Golden Slam. Ha ganado el Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon, busca el oro en Tokio y el US Open. Todo en un año. Solo la tenista alemana Steffi Graf consiguió hacerse con el Golden Slam en 1988.

Foto: Pau Torres en el partido de España contra Argentina. (EFE)

Desde que se conocieron las bajas del español Rafa Nadal y la del suizo Roger Federer para la cita olímpica, se dio por hecho de que la medalla de oro estaba adjudicada. Es para el serbio. Nole juega cada partido como una contrarreloj para plantarse en la final y no puede fallar. La presión está ahí, la siente y la acepta, pero ha aprendido con el tiempo a convivir con ella y gestionarla de otra manera. Ha tenido una enseñanza que le ha llevado a superar baches, bajones, frustraciones, momentos de impotencia, dolor y derrotas inesperadas. Saber perder es más importante que ganar, dicen los deportistas. Pero todos quieren ganar siempre y alcanzar la gloria. En la trayectoria de ninguna leyenda del deporte todo ha sido un camino de rosas.

Endurecimiento

Con 10 años más que Simone Biles y separando cada caso porque por delante del deportista está la persona, el tenista serbio habla del endurecimiento que hay que tener para ser el número uno del mundo. Djokovic empatiza con Simone Biles, como lo hizo anteriormente con la tenista japonesa Naomi Osaka cuando decidió no jugar Roland Garros y le recomendó que lo mejor que podía hacer era recargar las pilas.

El serbio convive con la exigencia, el estrés por ganar y demostrar que es el mejor. Se ha convertido, con el paso de los años, en un deportista que ha aprendido a gestionar la presión. Hace de ella una forma de retroalimentar su voracidad competitiva. “Obviamente no voy a decir que soy capaz de aislarme de todo el ruido mediático que existe en torno a mí y mis opciones de ganar en este torneo olímpico. Lo veo, lo escucho, lo percibo y sé que está ahí. Pero con el tiempo he aprendido a desarrollar mecanismos de gestión emocional que me permiten ver todo eso como algo positivo y no como algo que puede destruirme. Siento que la presión es un privilegio y que sin ella no existiría el deporte profesional. Los que queremos estar en la cima debemos aprender a lidiar con eso, tanto dentro como fuera de la cancha” es la reflexión de Djokovic tras preguntarle por el caso de Simone Biles.

placeholder La gimnasta estadounidense Simone Biles. (EFE)
La gimnasta estadounidense Simone Biles. (EFE)

El serbio habla abiertamente de la sensación de fracaso que sintió en los Juegos de Río cuando llegó como el máximo favorito y cayó en primera ronda contra Juan Martín del Potro. Es la lección de la derrota la que te ayuda en un futuro a ser mejor. “Creo que tengo ya la suficiente experiencia como para saber manejar estos momentos y hacer mi mejor tenis. Es cierto que en Río llegué con una sensación similar a la de ahora, porque era el gran favorito y estaba en muy buena forma, habiendo ganado cuatro de los últimos cinco Grand Slam y siendo número uno del mundo. Perder allí con Delpo fue un golpe muy duro y me ha permitido saber exactamente lo que tengo que hacer para sentirme al mejor nivel ahora”.

Novak Djokovic habla desde la experiencia. Lo que hace la gimnasta estadounidense es tomarse un tiempo de reflexión después de comprobar que, como afirma, estaba compitiendo para agradar a los demás y ella sufría. Este conflicto interior la atormentaba, aunque en su caso hay un trasfondo mayor, de años atrás, que está motivado por el desagradable episodio de los abusos sexuales. En Tokio explotó. Sirve de reflexión y aprendizaje para ella y todo el mundo.

La decisión de Simone Biles de parar, pensar en sí misma, cuidar su salud metal sirve para tomar conciencia de que los grandes deportistas pueden estar hechos de otra pasta, pero no son máquinas. La gimnasta estadounidense no se ha derrumbado. Está entera físicamente, pero necesita gestionar de otra manera la presión en la alta competición, la exigencia y cómo cumplir con las enormes expectativas. La mentalidad competitiva, que tanto valor se le da a los número uno del deporte porque los hace especiales y provoca que tengan una imagen de infalibles, también requiere de un aprendizaje.

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