Brasil se divierte y Richarlison reina en la fiesta, pero Neymar se marcha lesionado

Brasil demostró que su candidatura al sexto campeonato va totalmente en serio con una victoria potente ante Serbia (2-0), una de las selecciones a las que más apetecía ver por su talento ofensivo, pero que fue barrida tras el descanso después de aguantar de manera muy decente los primeros 45 minutos. La victoria llegó con un doblete de Richarlison, en una excelsa segunda parte, donde pudieron caer unos cuantos goles más en el arco defendido por Vanja Milinkovic-Savic: tal fue el nivel de avasallamiento al que los sudamericanos sumieron a su rival. La peor noticia para el vencedor fue la posible lesión de Neymar, quien se marchó con gestos de dolor al banquillo. Esto es lo único que desluce el fiestón de Brasil.

Ha llovido mucho desde el 14 de julio de 1930. Francia celebraba su día en medio de una enorme crisis, como casi todo el planeta, tras el Martes Negro en Wall Street. Adolf Hitler no dejaba de cosechar adeptos, y España se hallaba sumida en la Dictablanda. En los Balcanes, tras la ingente agitación de las primeras décadas del siglo XX, Yugoslavia, con 12 años de vida, trataba de salir adelante. Y en esa jornada de julio, en Uruguay, y hace más de 90 años, Yugoslavia y Brasil dieron el pistoletazo de salida al inicio del primer Mundial con un encuentro que les enfrentó y que se llevó el cuadro europeo por 1-2. Tras esto, se han enfrentado en otras cuatro ocasiones en la historia del torneo, y nunca ha vuelto a vencer el equipo balcánico. De hecho, la última vez fue hace cuatro años, ya con el nombre de Serbia, y venció la selección dirigida por Tite por 2-0, con tantos de Paulinho y Thiago Silva. Como entonces, los sudamericanos noquearon a su rival.

Neymar y la alegría

Mucho ha cambiado todo: no solo desde hace 90 primaveras, sino también desde la cita en Rusia. Ambos son combinados más serios: Brasil es la clara favorita para llevarse el título, mientras que los serbios han dado un paso adelante en madurez y calidad, y lo demostraron quedando por delante en la fase de clasificación de la Portugal de Cristiano Ronaldo. Una de las claves de esta mejoría en la canarinha es que Neymar está acompañado de Vinicius Jr. y ambos constituyen la pareja de funambulistas más temible del campeonato, y lo hacen perfectamente secundados de Rafinha, Casemiro o suplentes temibles como Rodrygo, Gabriel Jesús o Martinelli.

Desde el inicio se vio que Neymar había llegado con muchas ganas a Qatar, con el objetivo de conseguir un torneo que anhela tras el naufragio local en 2014 y el inesperado tropiezo contra Bélgica hace cuatro años. Ya no está triste, como lo ha estado estas últimas semanas tras la derrota de Jair Bolsonaro, y tal era su gracia con la pelota y en el drible que se diría que estuviese en el Carnaval. Por su parte, el debutante Vinicius Jr. mostró colmillo en el desborde, pero sin éxito en el último pase. La más clara de la primera mitad la tuvo Raphinha, un tanto errático durante el encuentro, con un disparo a las manos de Vania Milinkovic-Savic en una posición muy buena para hacer más pupa.

Por su parte, la escuadra dirigida por Dragan Stojkovic –autor de un doblete que eliminó a España en el Mundial de Italia 1990, pese al tanto de Julio Salinas– planteó un encuentro muy físico, con un Mitrovic peleón, aunque quizás echó de menos el talento de Kostic y el olfato de Vlahovic, que salió ya tarde. La guardia trasera estuvo sensacional en la primera mitad y, pese a los momentos de empuje de los brasileños, no vieron las redes de su arco menearse.

Muerte de Serbia por aplastamiento

Los pentacampeones parecieron querer poner una marcha más tras el descanso. Neymar, de nuevo, fue el más activo, y probó el césped en repetidas ocasiones tras diversas tarrascadas serbias. Especialmente llamativa fue la entrada del sevillista Gudelj, que fue amonestado. Pero el primer gran aviso llegó en el minuto 60. Fue Alex Sandro, aparentemente no invitado a la fiesta ofensiva brasileña, el que mandó un zapatazo desde muy lejos a la cepa del poste defendido por Milinkovic-Savic. Era cuestión de minutos que el muro perpetrado por Stojkovic fuese derribado, pues Brasil ya había decidido –o, más concretamente, Neymar lo había decidido– que el partido no iba a ser el quinto 0-0 de esta edición.

Solo tuvieron que pasar dos minutos. El enésimo baile del jugador del PSG acabó llegando a Vinicius, quien lanzó y se encontró la manopla del meta serbio, pero el rechace cayó en los pies de Richarlison para anotar el primer tanto de los sudamericanos. Marcó, quizás, el que menos lo había merecido de la zona ofensiva, pues, hasta el momento, solo se podía distinguir su presencia en el césped por su llamativo tinte de pelo. Fue, tan solo, el inicio de la mágica noche del delantero del Tottenham.

El sueño de volver a ganar a Brasil en partido oficial 92 años después se esfumaba para los balcánicos. Stojkovic metió en el terreno a Vlahovic, la estrella de la Juventus, pero antes de que le diese tiempo a tocar el esférico, la canarinha cerró el partido. Vinicius homenajeó a Modric y centró con el empeine para que Richarlison hiciese una cabriola fantástica y anotase con una preciosa tijereta el gol del Mundial. Una maravilla. Con este 2-0, no es que el delantero del Tottenham se colase en la celebración de Neymar sino que, incluso, se convirtió en el rey de la fiesta. ¡Y de qué manera!

Pudo caer alguno más. Casemiro hizo que la pelota besase el larguero a diez minutos de final, y el suplente Rodrygo, quien salió al césped como un avión, lo intentó sin éxito. La única pena que queda a la afición verdeamarela puede estar en el susto que dio Neymar, quien se retiró lesionado y con cara de circunstancias. Fue un partido soberbio de Brasil, que no dio ninguna opción al mejor rival de su grupo. De seguir así, los de Tite llegarán muy lejos. Veremos si a la final del 18 de diciembre.