Es noticia
El Barça inaugura la era pos-Messi con una exhibición frente a la Real Sociedad (4-2)
  1. Deportes
  2. Fútbol
Un estreno por todo lo alto

El Barça inaugura la era pos-Messi con una exhibición frente a la Real Sociedad (4-2)

El conjunto de Koeman firmó un debut con goleada y notables sensaciones colectivas. Piqué abrió la lata, Braithwaite anotó un doblete y Sergi Roberto marcó el tanto definitivo

Foto: El Barça celebra su primera victoria tras la salida de Messi. (Reuters)
El Barça celebra su primera victoria tras la salida de Messi. (Reuters)

En el año después de Leo Messi, el Barça fue un equipo feliz. Un grupo de jugadores que se movía por el campo sin ningún tipo de lastre como si tal mochila emocional y deportiva no pesara. Si no fuera porque la sombra del astro rosarino pobló las gradas del Camp Nou con diferentes pancartas, camisetas, algún que otro silbido y cánticos dirigidos hacia su figura, nadie pensaría que al Barça le faltaba un elemento capital en su juego. Combinaciones veloces, verticalidad, alegría ofensiva, soluciones en el balcón del área y un rival que solo podía observar cómo era zarandeado de lado a lado y desnaturalizado.

En el 'show' de Memphis Depay, el conjunto de Ronald Koeman tumbó a la Real Sociedad gracias al tanto inicial de Gerard Piqué, el doblete de Martin Braithwaite y el gol definitivo de Sergi Roberto en un estreno que ni el azulgrana más optimista se esperaba. La Real recortó distancias mediante Julen Lobete y Mikel Oyarzabal en el segundo tiempo, pero la reacción llegó demasiado tarde y el Barça mató el partido en los últimos minutos.

placeholder Piqué celebra su tanto junto a Memphis. (Reuters)
Piqué celebra su tanto junto a Memphis. (Reuters)

Desde el principio, quedaron patentes las ganas culés de demostrar que pueden sobrevivir al vacío existencial que ha dejado Leo Messi tras de sí. Con Antoine Griezmann y Memphis Depay repartiéndose la mediapunta y Martin Braithwaite actuando como punta o extremo izquierdo según lo reclamase el encuentro, el conjunto azulgrana firmó una puesta en escena fulgurante. El atacante neerlandés se cargó la responsabilidad a la espalda. Un sombrero por aquí, un regate endiablado por allá. La pisadita y el pase filtrado en el momento adecuado. Memphis trituraba el manido 'proceso de adaptación' y disimulaba que llevaba toda la vida en el Camp Nou. De los más activos junto al francés, ambos futbolistas se repartieron las mejores ocasiones azulgranas.

Griezmann sabe que este año le tocará dar un paso adelante y ha decidido aplicarse desde el inicio de curso. Su tijereta tras el centro de Jordi Alba se marchó por poco tras rozar el palo para, acto seguido, estrellar una pelota en el travesaño tras el saque de esquina de Depay. Sería el mismo jugador neerlandés quien, tras poner en el corazón del área una falta muy lejana, encontraría a Gerard Piqué en el corazón del área para adelantar a los de Koeman. El capitán se besaba el escudo y cerraba una semana fantástica.

La Real fue un juguete en las manos culés

Tan solo los gritos ensordecedores de Imanol Alguacil desde la banda tras una nueva acción de Memphis frente a Álex Remiro y la pausa de hidratación en el ecuador de la primera parte pudieron frenar la sangría del cuadro vasco. A partir de ese momento, la Real Sociedad enfrió el encuentro. Los 'txuri-urdines' tocaban sin profundidad con el único objetivo de ganar poso y tranquilidad. Sin embargo, y justo cuando la primera mitad agonizaba, el irreconocible conjunto visitante tuvo una pérdida en salida de balón que Frenkie de Jong no ignoró para asistir a Martin Braithwaite y colocar el plácido 2-0 en el electrónico.

placeholder Braithwaite cabeceó al fondo de la red. (Reuters)
Braithwaite cabeceó al fondo de la red. (Reuters)

A la vuelta de vestuarios, dos sustos consecutivos del Barça —casi— finiquitaron el partido. Afortunadamente para la Real Sociedad, tanto Griezmann como Jordi Alba se encontraban en situaciones de fuera de juego. Alguacil quería reconducir la situación e introdujo a Barrenetxea por Januzaj y a Bautista por Silva. La reacción llegó en forma de fútbol control y acercamientos a la zona de peligro azulgrana. Con Mikel Oyarzabal como principal estilete ofensivo, la Real asomó la cabeza. Un espejismo antes de que Depay aglutinase a dos rivales en el pico izquierdo del balcón del área, habilitase la carrera de Jordi Alba y este asistiera a Braithwaite para su doblete. Con el 3-0 campando en el marcador del Camp Nou, parte del público se dio un respiro tras tanto drama en las últimas semanas al grito de 'olé, olé, olé' con los toques azulgranas.

En el 'show' de Depay, Braithwaite se llevaba los goles, Griezmann el reconocimiento y todo el equipo los aplausos. Hasta Pedri, el soldado incansable que no conoce el reposo y la inactividad, se animó a probar fortuna desde la corona del área. A 10 minutos del final, el tanto del canterano realista, Julen Lobete, cambió el destino de un partido que se intuía visto para sentencia. El Barça pasó de inclinar el campo a su favor y gustarse a pedir la hora ante la tardía reacción visitante. La Real se lo creyó y atacó con todo. Ahí, Oyarzabal, el que más cerca había estado de marcar en los peores momentos, se inventó un misil desde la frontal del área para convertir una falta lejana en un golazo por la escuadra.

placeholder Oyarzabal estuvo espléndido. (Reuters)
Oyarzabal estuvo espléndido. (Reuters)

El combinado 'txuri-urdin' se quedaría sin tiempo para empatar, pero pondría el miedo en el cuerpo a los culés antes de que Sergi Roberto despejase todas las dudas tras la asistencia del superlativo Braithwaite. El Barça puede hacer una doble lectura de este encuentro. Por una parte, los 80 minutos y el 3-0 enseñan que este equipo tiene dinamita, futbolistas y potencial. Por otra, que la mejora defensiva y las desconexiones de la temporada pasada deben desaparecer cuanto antes. Los azulgranas suman sus primeros tres puntos después de la despedida más traumática que recuerda el culé moderno. Mientras Koeman pide un delantero que la situación económica culé aleja del Camp Nou, la plantilla responde con un 4-2 para poner el primer ladrillo de la era pos-Messi.

En el año después de Leo Messi, el Barça fue un equipo feliz. Un grupo de jugadores que se movía por el campo sin ningún tipo de lastre como si tal mochila emocional y deportiva no pesara. Si no fuera porque la sombra del astro rosarino pobló las gradas del Camp Nou con diferentes pancartas, camisetas, algún que otro silbido y cánticos dirigidos hacia su figura, nadie pensaría que al Barça le faltaba un elemento capital en su juego. Combinaciones veloces, verticalidad, alegría ofensiva, soluciones en el balcón del área y un rival que solo podía observar cómo era zarandeado de lado a lado y desnaturalizado.

Gerard Piqué
El redactor recomienda