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Un ataque anémico: la falta de gol estrangula el potencial ganador del Real Madrid
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La victoria no oculta los problemas

Un ataque anémico: la falta de gol estrangula el potencial ganador del Real Madrid

El conjunto de Zidane se vio obligado a recurrir a un doblete a balón parado de su central, Raphaël Varane, para ganar el partido en Huesca ante la ausencia de acierto ofensivo

Foto: Raphaël Varane marca su primer gol ante el Huesca. (Reuters)
Raphaël Varane marca su primer gol ante el Huesca. (Reuters)

Últimamente, todos los partidos del Real Madrid parecen escritos por el mismo guionista ramplón, simple y aburrido. Es un libreto limitado, puesto que los protagonistas no varían excesivamente su comportamiento, los personajes son planos y el hilo argumental se sucede sin demasiados volantazos. A decir verdad, el aficionado blanco ha visto este partido en multitud de ocasiones aunque el resultado sea positivo esta vez. El equipo tiene ganas, voluntad, dominio del balón y un rival parapetado que espera un error para liquidarle al contragolpe. Entonces, los hombres de Zidane se atascan, carecen de los recursos colectivos e individuales para decantar el partido y firmar un gol es toda una odisea.

Foto: Varane remata en el gol del empate contra el Huesca. (Efe)

Sin mecanismos automatizados a través de la pizarra que sirvan para facilitarle la vida a sus futbolistas, solo las aventuras individuales en forma de carreras de Luka Modric, las conducciones de Ferland Mendy en diagonal, las combinaciones de Benzema y las pocas acciones de desborde de Vinícius Júnior alteraron el ritmo pastoso y funcionario del conjunto blanco. El horario combinaba con el juego estático. En un grupo jugadores donde todo se mueve al son de unos superlativos Luka Modric y Toni Kroos, el resto de piezas dejan mucho que desear para todo un transatlántico del nivel del Real Madrid. Incluso tras el crecimiento en la segunda mitad.

Un Madrid de mínimos

No ayuda que quienes deberían aportar un grado de profundidad y desborde lo suficientemente importante como para generar ventajas para el resto de sus compañeros (Vinícius Júnior y Marco Asensio) vivan los partidos en un estado de timidez persistente. En el caso del brasileño, mejoró con el paso de la primera a la segunda parte y hasta pareció soltarse por momentos (tres de cuatro regates completados), pero sigue estando lejos del jugador que nos había acostumbrado a rebasar a su rival a base de intentarlo reiteradamente en su primera temporada en España. En el caso de Asensio, sigue siendo un misterio. Ni crea lo suficiente ni se muestra determinante frente al portero. El nivel de exigencia parece rebajarse con su figura.

placeholder Karim Benzema ejecuta la falta previa al gol de Varane. (Reuters)
Karim Benzema ejecuta la falta previa al gol de Varane. (Reuters)

Se puede hablar de actitud positiva, de reacción, de demostración de corazón y respaldo a su técnico, pero hasta ahí. El partido en Huesca tuvo poco de reivindicación futbolística para un equipo al que el gol se le resiste hasta límites que hace un lustro parecían insospechables. Es cierto que el Madrid contestó al encajar el 1-0 local tras unos 45 minutos iniciales donde tan solo disparó una vez entre los tres palos, pero que el poco bagaje ofensivo del primer tiempo no coloque en un altar lo visto en el segundo. Porque cuando el partido se abrió para los dos y el Huesca se topó con los palos en dos ocasiones, el Real Madrid tuvo que conceder bastante para encontrar más facilidades arriba.

placeholder Marco Asensio trata de controlar un balón. (Efe)
Marco Asensio trata de controlar un balón. (Efe)

Con 13 disparos, seis de ellos a puerta y uno al palo generados a favor en el segundo asalto, el conjunto de Zidane se vio obligado a acudir al botón de emergencia que supone el balón parado. Y este es el mejor resumen posible que se puede extraer de una segunda parte que explica alto y claro el techo goleador que limita el proyecto. Si Karim Benzema no tiene el día o el equipo no juega bien, el gol siempre parece demasiado lejos. Lo que en otras épocas serviría de energía para llegar al juego, ahora solo se interpreta al revés: los de Zidane tienen que jugar notablemente y hacer muchas cosas bien para ver portería. Para muestra un dato: el Real Madrid ha jugado 21 partidos de Liga en la presente temporada. En tan solo 6 logró alcanzar la cifra de tres o más goles a favor. Dos veces ante el colista (Huesca).

Un banquillo desnutrido

Ante la ausencia absoluta de capacidad individual para resolver el partido reunida bajo el fenómeno goleador, Raphaël Varane logró el doblete mientras el '9' titular del equipo, Karim Benzema, no podía superar al portero del colista de LaLiga hasta en tres claras ocasiones de gol. Zidane tocó entre poco y nada, porque en el banco de suplentes iba con lo justo y decidió convocar a tan solo 17 jugadores para el choque. Con el 1-1 campeando en El Alcoraz, Marcelo entró por el lesionado Álvaro Odriozola en el minuto 67, mientras que Mariano Díaz y Marvin Park se incorporaron al encuentro en el 78. Se necesitaba un impulso en forma de energía en el último tercio.

Foto: Zinédine Zidane y Florentino Pérez el día que el entrenador francés anunció su marcha de la entidad blanca. (Efe)

Una jornada atrás, ante el Levante, Vinícius Júnior saltó por Eden Hazard en el 60 y Sergio Arribas y Mariano Díaz ocuparon el lugar de Karim Benzema y Marco Asensio en el 82. Es evidente que la dirección de campo es una de las grandes debilidades de Zidane como técnico. No solo a la hora de alterar la dinámica del partido con modificaciones tácticas, sino también por su conservadurisimo en el momento de retirar e introducir jugadores. Sin embargo, cargar contra el entrenador madridista en relación a ese aspecto de la gestión que todo técnico debe hacer resulta complicado. Otro tema es si rechaza contar de verdad con los canteranos. La planificación deportiva ha dejado al equipo en cuadro, tocará reinventarse.

Últimamente, todos los partidos del Real Madrid parecen escritos por el mismo guionista ramplón, simple y aburrido. Es un libreto limitado, puesto que los protagonistas no varían excesivamente su comportamiento, los personajes son planos y el hilo argumental se sucede sin demasiados volantazos. A decir verdad, el aficionado blanco ha visto este partido en multitud de ocasiones aunque el resultado sea positivo esta vez. El equipo tiene ganas, voluntad, dominio del balón y un rival parapetado que espera un error para liquidarle al contragolpe. Entonces, los hombres de Zidane se atascan, carecen de los recursos colectivos e individuales para decantar el partido y firmar un gol es toda una odisea.

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