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Eden Hazard, la inyección de adrenalina que necesita un Real Madrid sedado
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Fue vital en dos de los cuatro tantos

Eden Hazard, la inyección de adrenalina que necesita un Real Madrid sedado

El extremo belga marcó un gol y dio una asistencia por primera vez desde que llegó al Santiago Bernabéu. El equipo exhibió movilidad y agresividad sin balón ante el Alavés

Foto: Eden Hazard sonríe tras su buen partido en Mendizorroza. (Reuters)
Eden Hazard sonríe tras su buen partido en Mendizorroza. (Reuters)

El Real Madrid que disfruta es el Real Madrid que controla lo que sucede sobre el terreno de juego y huye del ida y vuelta frenético que le plantean. Un conjunto cuya columna vertebral (Ramos, Kroos, Modric, Benzema, Casemiro) impone su ritmo de circulación desde el poder que le otorga la tranquilidad de tener el balón, defender hacia adelante y calmar las embestidas del rival a través del cuero. A simple vista, su posesión puede parecer intrascendente, pero ejerce como sedante frente a la inyección de desorden que quiere imponer el adversario.

Foto: Benzema celebra un gol en el partido entre el Alavés y el Real Madrid. (Efe)

Ayer, frente al Deportivo Alavés, el Madrid escondió la pelota en todo momento gracias a una exhibición de precisión, diversidad de pases y jerarquía de Luka Modric y Toni Kroos. A los hombres del Pitu Abelardo les duró la fe cinco de los 45 minutos de la primera parte y 15 minutos de la segunda y nunca supieron dónde robar el balón y mucho menos cómo hacerlo. Los pupilos de Zidane, con David Bettoni pegado al teléfono, no dividieron su bloque defensivo, no corrieron apenas hacia atrás y, como resultado de lo apuntado, ataron en corto el contragolpe vitoriano y su juego directo.

Agresividad y movilidad sin balón

Cuando los puntas del Alavés, Joselu y Edgar Méndez, se aproximaban para robar el balón, el resto de sus compañeros no seguían la presión y el cuadro local se partía ante el temor de avanzar su zona de seguridad. Kroos y Modric se movían en paralelo, manejando el partido a su antojo y zarandeando al rival. Con Ferland Mendy y Lucas Vázquez aportando amplitud en banda y Casemiro guardando la espalda de ambos, Karim Benzema, Marco Asensio y Eden Hazard ofrecieron un abanico de movimientos agresivos sin balón a los que el club de Conchaespina no está acostumbrado.

En un equipo donde la mayoría de sus futbolistas la piden al pie y los movimientos sin pelota a la espalda del adversario y por delante del pasador brillan por su ausencia, el partido del Madrid en Mendizorroza representa un soplo de aire fresco para un ataque monótono y previsible. Lo que viene necesitando desde hace tiempo: agresividad ofensiva. Al equipo le faltó desborde entre tanta precisión quirúrgica, pero mientras Hazard y Benzema usaban el bisturí entre líneas y el Alavés se tambaleaba por el verde, el intercambio de posiciones en el último tercio entre belga, francés y Asensio fue una constante.

placeholder Karim Benzema se mostró punzante durante todo el encuentro. (Reuters)
Karim Benzema se mostró punzante durante todo el encuentro. (Reuters)

En el segundo tiempo, el Madrid no tradujo el dominio del balón en acciones de peligro, probablemente distendido por el 0-3 que campeaba en el marcador. El Alavés, espoleado por la entrada de Lucas Pérez y Borja Sainz, el sonrojante marcador y la falta de competitividad practicada en el primer tiempo, subió varios tonos su intensidad en todas las facetas del juego. El equipo, además, encontró el 1-3 y el juego se equilibró. Sin embargo, del 2-3 se pasó al 2-4 mediante una genialidad de Luka Modric y Karim Benzema y el partido se encauzó de nuevo. El Madrid calmó la revuelta desde el gol y la posesión.

Eden Hazard, optimismo moderado

“En el Chelsea fue un jugador y ahora tiene que hacer otra historia en Madrid. Lo veo mucho mejor, hoy ha hecho un buen partido. Necesitamos al mejor Hazard”. Las palabras de Karim Benzema al finalizar el choque ilustran la prisa y ganas que tiene el Real Madrid, y especialmente el francés, de recuperar la mejor versión del belga. El extremo blanco es el único futbolista de la plantilla capaz de agitar el árbol con continuidad, pero precisamente, eso, la continuidad, es lo que le ha faltado desde que se incorporó al Madrid.

Su gol y asistencia en Mendizorroza tras dos buenas acciones aumentan la peligrosidad de un equipo que va muy corto de pegada arriba. Eso sí, esta cara de un Hazard que juega muy bien y tiene valor gol aún está lejos del torrente de fútbol ofensivo que debería producir un jugador de su teórico calibre. Y es que aún se intuye el miedo al contacto con el adversario y la desconfianza para driblar tanto a campo abierto como en espacios reducidos.

Foto: Vinicius celebra el primer gol ante el Levante. (Reuters)

Fueron múltiples las veces en que el extremo del Real Madrid tuvo opciones de contragolpear con espacios en una aventura individual, pero siempre eligió frenarse, esperar al resto de sus compañeros y superar líneas a través del bloque colectivo. El mejor Hazard es el que dribla constantemente (ayer solo completó dos regates), agolpa rivales a su alrededor, genera ventajas para sus compañeros y se convierte en el foco principal de desborde y creatividad. Ayer, con espacios, encontró la coyuntura perfecta para lanzarse a la piscina, pero aún no está preparado.

Es buen comienzo después de tantos meses de desapariciones y zozobra. Una versión que ayuda y suma. Una nueva pieza para un equipo falto de efectivos de calidad en el último tercio y para un Karim Benzema que ya ha demostrado su gusto por el juego del belga y su afinidad con él. Ambos se buscan, intercambian posiciones y gozan de química. El francés sabe que una versión notable de Hazard elevaría el techo de competitividad del Madrid, no solo por su aportación, sino porque también distraería un sistema defensivo que, hasta ayer, siempre estaba centrado en él.

El Real Madrid que disfruta es el Real Madrid que controla lo que sucede sobre el terreno de juego y huye del ida y vuelta frenético que le plantean. Un conjunto cuya columna vertebral (Ramos, Kroos, Modric, Benzema, Casemiro) impone su ritmo de circulación desde el poder que le otorga la tranquilidad de tener el balón, defender hacia adelante y calmar las embestidas del rival a través del cuero. A simple vista, su posesión puede parecer intrascendente, pero ejerce como sedante frente a la inyección de desorden que quiere imponer el adversario.

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