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El Bernabéu abronca el miedo de Solari pero el técnico no quiere descifrar ese cabreo
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pitos de la afición blanca al último cambio

El Bernabéu abronca el miedo de Solari pero el técnico no quiere descifrar ese cabreo

La rueda de prensa de Santiago Solari tras el partido volvió a ser una sucesión de buenas palabras y el dibujo de un partido y una situación que difícilmente cuadra con lo visto en el campo

Foto: Solari, en el partido contra el Rayo. (Reuters)
Solari, en el partido contra el Rayo. (Reuters)

El susto de las dos ocasiones finales del Rayo quitó la respiración al madridismo presente en el Santiago Bernabéu, pero no lo suficiente para instantes después ponerse a silbar el cambio que proponía Santiago Solari. Entraba Fede Valverde y se marchaba Luka Modric, pero no había nada en contra ni del 'pajarito' ni del Balón de Oro. El problema es que le argentino lo utilizaba para perder tiempo, como si los blancos fuesen de repente un equipo pequeño y necesitado, frágil, jugando contra un gigante. Nada de eso, pero la sensación es la misma, que ser grande es importante, pero parecerlo no sobra.

Es cierto que no fueron muchos los pitos, pero eso es casi peor, porque el motivo por el que el Bernabéu a esas alturas tampoco sonaba tanto era porque buena parte de las localidades se habían vaciado en los últimos minutos del encuentro. El público blanco anda mosqueado, ir al estadio, que es casi un rito, se está convirtiendo en una experiencia molesta, pagar una entrada por ver un espectáculo bastante ramplón y, encima, pasar nervios. No acostumbra el aficionado madridista a estas cosas y se va antes de tiempo, casi sin decir adiós porque lo que compró no se parece en nada a lo que recibe.

Foto: Benzema marcó el gol del Real Madrid. (Reuters)

Los pitos para Solari por ese cambio son un recuerdo al entrenador, le cuentan dónde está y los estándares de la institución. Que hay patrones que pueden servir en muchos lugares, pero desde luego no en el Real Madrid. Lo de la relación con la grada tiene que trabajarlo más, porque es evidente que no se entienden, o por lo menos que en las palabras del entrenador no parece saber el mensaje que le llega de la afición.

"Me encantó el apoyo de la afición durante todo el partido, buscamos su apoyo, hoy estuvieron cálidos con nosotros, nosotros lo acompañamos con el juego", explicó cuando todo hubo terminado. Esa misma afición que apoyó durante el partido fue la que tomó las armas al final. También la que pitó en diversas ocasiones a Marco Asensio. La que no llenó el campo. La que se fue antes de que terminase el partido, cansada ya de un encuentro que estaba siendo bastante aborrecible. Esa afición no manda cartas para contar cómo está, pero cuando se lleva años observándola, se la entiende. A Solari le falta ese punto o, quizá, está jugando a entender lo que no es.

Algo que tampoco debe de sorprender tanto, pues no hay nada menos parecido a los partidos del Madrid que la interpretación que el técnico hace de los mismos. En rueda de prensa su labor principal fue decir que el equipo jugó muy bien. Y repitió en varias ocasiones "muy bien". Incluso corrigió a una periodista cuando esta expresó un simple "bien". No, no: "Muy bien". Así una y otra vez. Poco importa que, desde hace décadas, el fútbol sea un espectáculo público al alcance de millones de espectadora que habían visto que no, que "muy bien", no.

"Me voy muy satisfecho, hemos jugado una muy buena primera parte, hemos generado muchas ocasiones. Debimos irnos al descanso con un resultado más holgado y el fútbol es así, por eso es tan bonito. En el segundo tiempo no concedimos prácticamente nada hasta la ocasión del final", justificaba el técnico argentino. Curioso, porque esa ocasión del final cuenta casi como una anécdota, pero en la realidad fue un infarto para los (pocos) que quedaban en la grada. Y las muchas ocasiones de la primera parte son una hipérbole de lo que vivió el Bernabéu.

placeholder El lateral del Rayo Vallecano Tito (i) juega un balón ante Marco Asensio, del Real Madrid, durante el partido de Liga en Primera División que disputan esta tarde en el estadio Santiago Bernabéu. (EFE)
El lateral del Rayo Vallecano Tito (i) juega un balón ante Marco Asensio, del Real Madrid, durante el partido de Liga en Primera División que disputan esta tarde en el estadio Santiago Bernabéu. (EFE)

La defensa de Marco Asensio

Que no cuente lo que hay no quiere decir que no lo sepa. En su discurso fantasioso aprovechó para echar unas cuantas flores a Asensio, que fue titular. "Estuvo muy activo, trabajó en defensa, busco el gol con ahínco, es el Asensio que quiero ver y me gustó su partido y que siga insistiendo, porque va a entrar", una declaración de amor en toda regla para un jugador que está cuestionado. No hay más que escuchar lo que ocurre cuando falla un pase o una ocasión, sonido de viento y la grada en armas. También con él. La labor del técnico es protegerle y, para Solari, eso significa un elogio que no se corresponde con lo visto. Asensio estuvo voluntarioso, pero muy lejos de hacer un gran partido de fútbol.

Foto: Luka Modric muestra el Balón de Oro al Bernabéu antes del partido contra el Rayo Vallecano. (EFE)

Le faltó, además, gol, lo cual es un mal común en un equipo que no encuentra la puerta rival. El hecho de marcar o no, aunque en las palabras suene como un matiz, en realidad es un problema fundamental. La frase "solo nos faltó el gol" no hace más que desnudar lo más complejo en el deporte, el gol. La ausencia es dolorosa, porque no se conocen campeones negados a puerta, y el Madrid se muestra en esa línea. En los dos últimos partidos de Liga, el equipo blanco se ha enfrentado a los dos equipos que ocupan las últimas posiciones de la tabla. Un gol por encuentro es un resultado escaso. La imagen, en ambos casos, fue desasosegante, falta de la calidad que requiere un proyecto que aspira a ser campeón. Los elogios al Rayo no son solo educación con el rival, son reivindicación de lo propio, como si haber ganado en casa un partido llorando al final fuese una pequeña gesta.

El Madrid de Solari es inestable por el momento, aunque no porque no tome decisiones. Ha optado por Lucas Vázquez y por el ostracismo de Isco, que visto lo visto las últimas semanas, parece sinceramente desquiciado. No llegó a calentar en el partido, salieron antes que él Vinicius y Fede Valverde. Si está intentando recuperarle, lo disimula bastante bien. "Me interesa que todos los futbolistas estén bien, contentos, alegres y comprometidos, para que estén bien y disponibles. Yo intento no equivocarme en las alineaciones y en los cambios, lo haré seguramente, es mi trabajo". Equivocado o no, que es otro tema, lo que parece difícil es que su relación con Isco mejore cuando se están dando estas premisas.

El susto de las dos ocasiones finales del Rayo quitó la respiración al madridismo presente en el Santiago Bernabéu, pero no lo suficiente para instantes después ponerse a silbar el cambio que proponía Santiago Solari. Entraba Fede Valverde y se marchaba Luka Modric, pero no había nada en contra ni del 'pajarito' ni del Balón de Oro. El problema es que le argentino lo utilizaba para perder tiempo, como si los blancos fuesen de repente un equipo pequeño y necesitado, frágil, jugando contra un gigante. Nada de eso, pero la sensación es la misma, que ser grande es importante, pero parecerlo no sobra.

Marco Asensio
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