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El Madrid no marca goles y Varane y Ramos no hacen nada en absoluto por evitarlos
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el francés falló en los dos tantos del levante

El Madrid no marca goles y Varane y Ramos no hacen nada en absoluto por evitarlos

Esta vez fue Raphael Varane el más patoso de los dos, que llevan una temporad aaciaga en la que cualquier equipo rival es capaz de hacer un roto con un poco de organización

Foto: El penalti de Varane. (Miguel Berrocal)
El penalti de Varane. (Miguel Berrocal)

Era el minuto 12 de un partido en casa contra el Levante -una mezcla que en el madridismo suena a algo sencillo- y el equipo perdía ya 0-2. Podría señalarse como un error, un resbalón, una casualidad. Si no fuese porque no es más que la continuación de los errores recientes, una concatenación casi absurda de ineficiencia en ataque y fallos groseros en defensa. Un fallo multiorgánico que está llevando al Madrid a una crisis casi sin precedentes en una institución de 116 años de historia. Que la delantera ha fallado se resume en cifras, en las ocho horas sin marcar un gol. Es algo alarmante, sí, pero no del todo inesperado, al fin y al cabo el goleador se marchó a Turín el pasado verano. Más complicado es tratar de explicar lo que ocurre en la defensa.

Porque Raphael Varane y Sergio Ramos son dos campeones del mundo, dos centrales a los que se supone una calidad extrema, los mejores de sus respectivas generaciones. Esa era la previsión y es una frase que solo aguanta por escrito, en cuanto se ve un partido de este Real Madrid se comprende que ellos, de un modo incluso más extremo que sus compañeros, están haciendo una campaña lamentable, no hay partido en el que nos quede uno de los dos retratado, haciendo de sus rivales jugadores mucho mejores de lo que realmente son.

Foto: Julen Lopetegui durante el Real Madrid-Levante de este sábado. (EFE)

Esta vez el premio gordo se lo llevó Varane. El central francés, reciente campeón del mundo, ha sonado hasta para el Balón de Oro. Es alto, es fuerte, es rápido, también es incapaz de hacer una cobertura eficiente que sea capaz de parar a un delantero y no dejar vendido a su portero. En los dos goles del Levante estuvo lento y despistado. Morales se tiró a su espalda en la primera contra del partido y la encontró con suma facilidad. El galo se movió lo mismo que se movería una estatua, tardó en reaccionar y cuando quiso hacerlo no tuvo la elasticidad suficiente para perseguir con éxito al levantinista, que por aquel entonces ya estaba casi celebrando el gol.

Con todo, fue casi peor lo del segundo tanto. El balón rondaba la frontal del área, sin peligro, en una zona plagada de jugadores y con mínimos problemas para la defensa. Él entendió que no era un problema darle al esférico con la mano. La sacó muerta, lejos de su cuerpo, más buscando el equilibrio que le falta que detener la ocasión del Levante. Una jugada absurda que el VAR decidió dentro del área y, por lo tanto, penalti. Es difícil de ver a primera vista, su brazo se aposenta sobre la línea del área, en otros tiempos es probable que eso hubiese terminado en una falta peligrosa. Ahora, sin embargo, la tecnología manda, el pinganillo del árbitro silbó y le dijeron que se fuese al punto de penalti, que el drama blanco tenía que ser mayor todavía.

Así, en solo 12 minutos, lo que era un káiser se convirtió en un jugador vulgar. No, peor incluso, en uno horrible, nocivo para su equipo. Sus ojos tristes, siempre presentes en el rostro, parecían todavía más compungidos en ese momento. Varane no es tonto, más bien al contrario, y aunque no se le conozca demasiado, porque es muy tímido, es plenamente consciente de la sangría a la que acababa de someter a su equipo, que en los 72 minutos que restaban, y por más que lo intentaron, fueron incapaces de darle la vuelta al esperpento.

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GRAF823. MADRID, 20 10 2018.- Sergio Ramos (i) del Real Madrid y José Luis Morales (d), del Levante, durante el partido de la 9ª jornada de La Liga entre el Real Madrid y el Levante en el Estadio Santiago Bernabéu en Madrid. EFE Rodrigo Jiménez

La pesadez de Ramos

Tampoco es el primer partido en el que está deslucido, su forma ha sido baja desde el principio de temporada. En agosto, en la Supercopa de Europa, él fue el principal culpable de que un encuentro bueno de su equipo quedase en una victoria del Atlético de Madrid. En aquel momento aún existía la excusa del cansancio, de la larga temporada anterior que le llevó hasta la final del Mundial y el poquísimo tiempo de pretemporada. Entrado el otoño todo aquello ya no vale, si la preparación no fue la suficiente es que no se planteó bien.

No le ayuda a Varane compartir el centro de la zaga con Sergio Ramos. El de Camas, por algunos considerado el mejor del mundo, también está muy fuera de forma y es incapaz de hacer un partido completo bien. Las cualidades futbolísticas que se le suponen se ven aguadas por sus constantes faltas de concentración. Está mal, muy mal, en una jugada de la segunda parte Morales le encaró y se marchó de él como si le enfrentase un alevín y no un campeón del mundo. El del Levante es un muy buen futbolista, lo ha demostrado en diversas ocasiones, pero todavía lo parece más cuando el central que tiene que perseguirle está tan ausente. Como tantas otras veces en su carrera, parece más empeñado en marcar goles que en evitarlos, y aunque su célebre carrera tiene que ver con esos tantos, estaría bien que alguien le tirase de las orejas y le recordase que su función principal sigue estando en la defensa.

Es cierto que los recambios no existen o pasan por Nacho, un multifunción que no deja de ser insuficiente. En algún momento del verano se planteó la opción de un suplente de nivel, alguien que sirviese para cubrirles en caso de ausencia y que pudiese poner en duda su titularidad indiscutible. No llegó, lo que sí llegó fue un lateral derecho, un portero. Nadie apretará a los centrales, que se sienten intocables, no caerán porque tampoco hay otras opciones. No importa que cualquier equipo apañado sea capaz de montarles una rebelión, en la planificación de la plantilla se consideró que con Ramos y Varane valía. Y ahora, a la sombra del resultado, se sabe bien que no es así.

Era el minuto 12 de un partido en casa contra el Levante -una mezcla que en el madridismo suena a algo sencillo- y el equipo perdía ya 0-2. Podría señalarse como un error, un resbalón, una casualidad. Si no fuese porque no es más que la continuación de los errores recientes, una concatenación casi absurda de ineficiencia en ataque y fallos groseros en defensa. Un fallo multiorgánico que está llevando al Madrid a una crisis casi sin precedentes en una institución de 116 años de historia. Que la delantera ha fallado se resume en cifras, en las ocho horas sin marcar un gol. Es algo alarmante, sí, pero no del todo inesperado, al fin y al cabo el goleador se marchó a Turín el pasado verano. Más complicado es tratar de explicar lo que ocurre en la defensa.

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