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Benzema obedece a Zidane, piensa solo en el fútbol y organiza la goleada del Madrid
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festival ofensivo blanco y dos penaltis fallados

Benzema obedece a Zidane, piensa solo en el fútbol y organiza la goleada del Madrid

El Madrid disparó 14 veces entre los tres palos, pero solo cogió la racha en el segundo tiempo con un Benzema extraordinario que se olvida de sus líos extradeportivos

Foto: Los tres de arriba volvieron a disfrutar. (Cordon Press)
Los tres de arriba volvieron a disfrutar. (Cordon Press)

Han transcurrido pocas fechas desde que en este mismo portal hablábamos de que el Barcelona estaba desde hace muchos meses sumergido en unos problemas judiciales a los que no se les atisba ningún final positivo. Y sin embargo, con todas las problemáticas personales e institucionales que esos casos conllevan, el Barça lleva todo ese mismo periodo ganando con una regularidad impresionante, aliñando la mayoría de las victorias obtenidas con un juego brillante y envidiable. En su némesis, el Real Madrid, hay solo un jugador que tenga su vida revuelta por la justicia. Es Karim Benzema. No tiene una semana tranquila, entre lesiones e imputaciones, en meses. Y nunca había jugado tan bien en toda su carrera.

Zidane dijo el día mismo de su presentación que si estaban bien, Cristiano, Bale y Benzema serían indiscutibles. Un mensaje muy similar al que mandó Ancelotti en su día. Al fin y al cabo, ha mamado de Carletto (y es un hombre de club que, al menos en ese sentido, no va a perturbar al que manda). Por tanto, siempre que ha podido contar con ellos, los ha utilizado de inicio. Contra el Sevilla volvía Karim Benzema. Ya estaban todos. Y con los tres, el Madrid volvió a ser la apisonadora que durante el inicio prometedor del francés como entrenador apuntaba a ser. Pero no fue Cristiano el que lideró el ataque, tampoco fue Bale. Fue Benzema, una vez más. En una plantilla repleta de jugadores de segunda línea, resulta que el que mejor juega entre la medular y la delantera es el '9'.

Karim es mucho más que un delantero, porque no es un ariete, no es un delantero tanque, no es un punta, de hecho. Lo es todo y no es nada. Hace honor a su dorsal cuando tiene que rematar de primeras un centro a media altura de Bale y quedarse a solo cinco goles de los 25 que le exigió en su día Rafa Benítez. Pero también es uno de los mejores '10' de la Liga cuando se acuesta en una banda y se asocia endiabladamente con Marcelo cada vez que les da la gana a ambos. Y si tiene que ser un segundo punta generoso, lo es también, por qué no, cuando la única manera de superar al portero es con un inocente a la vez que malévolo toque elevando la pelota, que queda plácida para la definición de un compañero. Un goleador con traje de bailarín de salón que, como Billy Elliot, no puede contener el amor hacia la danza que le quema en su interior.

En su día, ya resultaba evidente que Rafa Benítez había conocido a Casemiro y que le había gustado cómo jugaba, su aportación física a un centro del campo profundamente técnico. Nada hacía presagiar que se complicaría la vida borrándolo de su alineación cuando menos debía, contra el Barça en el Bernabéu. La evolución de Zidane ha sido similar a la de Benítez (quizá Rafa no era el problema). Casemiro se ha vuelto a asentar como titular, porque es el único jugador capacitado para destruir entre arquitectos y aparejadores. Si está él, significa, por tanto, que Isco y James no pueden jugar. No hay espacio para todos. Y el nivel de magia se ve reducido drásticamente. Para remediarlo, Zidane se inventó una nueva posición para Karim. Lo situó como teórico extremo izquierda, y desde ahí fue un puñal para el pecho del Sevilla, cubierto con una armadura de hojalata.

Desoyendo el consejo de Ancelotti, Zidane no le dio a Cristiano la libertad de la que supuestamente precisa. Al contrario de los intensos deseos del portugués, que siente verdadero síndrome de Estocolmo con su banda izquierda, lo situó en el centro para que se pelease con Rami y Kolo. Dos defensas para este Cristiano tampoco son suficientes, pero alcanzan mejor a cubrir el estropicio. La libertad fue otorgada a Benzema. Entre Marcelo y él hicieron que el doble lateral propuesto por Emery (que no tenía ni a Konoplyanka ni a Vitolo para jugar en bandas) pareciera una mala broma sin gracia. Que el marcador se marchase al descanso con un escueto 1-0 era pura casualidad.

Keylor sigue siendo indispensable

Pero era una casualidad tanto en el marco de Rico como en el de Keylor. El Madrid, con Casemiro, gana en consistencia, en presencia, y así tiene mayor posesión y capacidad de recuperación, pero no hay potencia defensiva. Con inteligentes movimientos de Gameiro, apariciones esporádicas de Iborra y centros de Escudero, el Sevilla también participó en el chorreo de ocasiones, todas marradas por desacierto propio y, en especial, por acierto del tico. Cierto que se adelantó cerca de un metro al lanzar Gameiro el penalti (uno de esos que son, pero no se suelen pitar, y que se deben pitar), pero lo paró, otra vez paró una pena máxima. Su agilidad es capaz de emocionar en todas sus acciones.

Era injusto para cualquier espectador y para el fútbol en sí mismo que el partido solo llevara un gol. Así que Estrada Fernández decidió que si un penalti no se marcaba, pitaba otro. Este es un penaltito, que por un lado se puede justificar con que sí, Reyes toca la pierna izquierda de Modric, pero por el otro lado también se puede decir que Modric ya estaba encarando su caída a los suelos antes del contacto. Cristiano, para no cabrear a nadie, lo falló y luego marcó con el balón en juego, para que luego digan que solo marca de penalti el chico. Solo faltaba Bale para que otra vez los tres de arriba marcaran en el mismo encuentro y siguiesen aspirando a ser la mejor delantera del mundo. Benzema creó una maravilla y Bale hizo gol con ella.

James solo acierta sin querer

El caso James tiene ya difícil solución. El madridismo la ha tomado con él, se ofende con cada acción mínimamente poco acertada del colombiano y empieza a tirar de pulmones para colapsar los oídos el Bernabéu con silbidos. La progresión de Isco en el Madrid es similar, pero al malagueño aún se le quiere y se le respeta. Los dos son suplentes (o, como mínimo, los más 'débiles' a sacrificar en caso de tener que elegir). Pero he aquí el beneficio de la inoperancia. Jesé, que entró antes que cualquiera de ellos, hizo una buena jugada por banda, cedió atrás y, en un mal control, James no recogió el pase y el rebote de su marcador sirvió como una perfecta pared con caño incluido para que el canario cerrara la goleada. De un fallo, salió un gol. Casual, sí, pero así ocurrió.

Ficha técnica:

4 - Real Madrid: Keylor Navas; Danilo, Varane, Nacho, Marcelo; Casemiro (James Rodríguez, m.75), Kroos, Modric; Bale (Jesé, m.70), Benzema (Isco, m.81) y Cristiano Ronaldo.

0 - Sevilla: Sergio Rico; Coke, Rami, Kolo, Tremoulinas; Diogo (Reyes, m.46), Cristóforo (Mariano, m.71), Krychowiak, Escudero; Iborra (Juan Muñoz, m.71); y Gameiro.

Goles: 1-0, M.6: Benzema. 2-0, M.64: Cristiano Ronaldo. 3-0, M.66: Bale. 4-0, M.86: Jesé.

Árbitro: Xavier Estrada Fernández (Comité Catalán). Amonestó a Varane (m.26), Casemiro (m.53), Reyes (m.57) y Krychowiak (m.62).

Incidencias:partido de la trigésima jornada de la Liga BBVA disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante 72.976 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas mortales del accidente de autobús ocurrido este domingo en Tarragona.

Han transcurrido pocas fechas desde que en este mismo portal hablábamos de que el Barcelona estaba desde hace muchos meses sumergido en unos problemas judiciales a los que no se les atisba ningún final positivo. Y sin embargo, con todas las problemáticas personales e institucionales que esos casos conllevan, el Barça lleva todo ese mismo periodo ganando con una regularidad impresionante, aliñando la mayoría de las victorias obtenidas con un juego brillante y envidiable. En su némesis, el Real Madrid, hay solo un jugador que tenga su vida revuelta por la justicia. Es Karim Benzema. No tiene una semana tranquila, entre lesiones e imputaciones, en meses. Y nunca había jugado tan bien en toda su carrera.

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