Es noticia
Los números dan la razón a Luis Enrique
  1. Deportes
  2. Fútbol
12 goles a favor, 0 en contra en cinco victorias

Los números dan la razón a Luis Enrique

Un inicio perfecto: 12 goles a favor y ninguno en contra en cinco partidos donde los azulgrana no saben lo que es perder. Todo fluye y Luis Enrique refuerza su poder

Foto: Messi y Alves se miran sonrientes tras el gol del argentino en el Ciutat de Valencia.
Messi y Alves se miran sonrientes tras el gol del argentino en el Ciutat de Valencia.

Claro que es pronto para especular y hacer cábalas. Pero es una evidencia que este Barcelona ha arrancado el curso como un tiro. Cinco partidos y cinco victorias: Elche, Villarreal, Athletic, Apoel y, la última, ante un Levante desmejorado. Todas con un balance impoluto: 12 goles a favor y ninguno en contra. En el aniversario de la ‘trágica’ noche en la que los culés cedían en Vallecas la posesión tras 316 encuentros amasando el balón más tiempo que el rival, el Barcelona demuestra estar a tono. Ni rastro del sufrimiento y la desesperación del 1-1 cosechado en territorio levantinista el curso pasado. Todo sale a pedir de boca y la zozobra que les produjo pasar un año en blanco con el Tata Martino en el banquillo parece haber pasado a mejor vida.

Los tropiezos del Real Madrid ante Atlético y Real Sociedad les hacen mirar a los blancos por encima del hombro. También al Atlético que suma dos tímidos empates en estas primeras fechas. Dos partidos de ventaja ante los madridistas y uno y medio ante los atléticos a estas alturas, en una Liga donde sólo tres equipos parecen preparados para asaltar el triunfo final, son un copioso botín. Luis Enrique no quiere elogios que rompan la magia y debiliten una estabilidad conseguida a base de carácter y democracia deportiva. El Camp Nou corea su nombre con pasión y las vacas sagradas del vestuario saben que sus ideas son como las lentejas… o las toman, o las dejan. Todos menos Messi, el hombre sobre el gravita el proyecto barcelonista. Nadie le discute y el argentino, vivo y hambriento, responde a la llamada. Un gol y tres asistencias que celebran un regreso esperado que haga olvidar una campaña donde ni él mismo era capaz de reconocerse. Tuvo tiempo hasta de fallar un penalti con 0-1 que supuso la exagerada expulsión de Vyntra y allanó el camino para los culés. Leo suma ya 246 goles en Liga, a cinco de Telmo Zarra. Los más morbosos ya echan cuentas y ven a la ‘Pulga’ celebrando su cetro goleador en el Santiago Bernabéu el próximo 25 de octubre. Antes, restan cuatro partidos (Málaga, Granada, Rayo Vallecano y Eibar) para acortar los plazos y seguir con la buena onda.

Dentro del sistema de rotaciones que pretende ser una de las señas de identidad del equipo, el Barcelona afrontó el partido en el Ciutat de Valencia con lo más parecido a su once de gala. A excepción de Piqué, risueño en un banquillo donde se resguardó del incesante aguacero que cayó sobre la capital del Turia, y del sancionado Luis Suárez, estaban todos. El 4-4-3 se presume la apuesta decidida de los catalanes. En defensa, línea de cuatro para Alves, Mathieu, Mascherano y Alba. En la medular, Busquets, escoltado en los flancos por Iniesta y Rakitic. En ataque, patente de corso para el omnipresente Messi, el insolente Neymar y un Pedro siempre dispuesto a aprovechar los minutos que se le ofrecen. Una escuadra ideal que, si bien es cierto sólo ha encontrado en el Athletic Club un rival de entidad, carbura a pasos agigantados.

Y eso que la apuesta por el repliegue y la salida en tromba desde atrás diseñada por Mendilibar desprecintó un partido intenso y vivo en sus primeros compases. Una pérdida de respeto que a punto estuvo de tener su recompensa. Rondando el cuarto de hora, Mathieu se equivocó yendo al suelo ante la cabalgada de Morales por el carril diestro. El jugador del Levante le superó para plantarse en el área como una exhalación, dispuesto a servir en bandeja un gol que azuzara los fantasmas de la temporada pasada. El envío, ambiguo y con problemas para encontrar su identidad, botó en el corazón del ára chica. Víctor Casadesús se relamía. Hacía tiempo que no se veía en una igual. Con Bravo temiéndose lo peor, el ex del Mallorca remató con la fe de aquel que cree en los milagros. Rakitic, en su vertiente más defensiva, se deslizó sobre el encharcado verde para negarle el paraíso in extremis. Un ejemplo de la solidaridad, sosiego y empaque a la hora de dinamitar los sustos tempraneros.

Fue la única opción clara del Levante. El preludio de una tormenta de goles con la que amenizar un otoñal domingo de gota fría en el Mediterráneo. Al comienzo de la segunda mitad, un detalle ejemplificó a la perfección la ambición que ha conseguido inocular Lucho con esa suerte de meritocracia para los terrenales (Messi, ya saben, campa a sus anchas por el camino de las deidades). En un forcejeo con Pedro López para evitar regalar un saque de banda al rival en zona de nadie, Neymar se hizo daño en el tobillo. Tras ser atendido durante algunos minutos en la banda, entraba Sandro. De nada sirvieron los gestos que rogaban calma al banquillo desde la otra punta del campo. “Estoy bien”, se podía leer en los labios del brasileño mientras dialogaba enérgicamente con el responsable médico del equipo.

“Se ha doblado el tobillo, donde había tenido algún problema recientemente y hemos optado por cambiarlo”. Y a otra cosa. Nada más entrar en el campo, un regalo fruto del pánico colectivo del Levante regaló un balón a Messi en zona crítica. El argentino atrajo a los defensas con su magnetismo y aguardó con paciencia la entrada por el centro del canterano. Gol. La máquina estaba engrasada y el partido partido por la mitad. Si no era Neymar sería otro el encargado de bailar al son de Leo. Luego llegó el incombustible motor de Jordi Alba para asistir a Pedro. Para terminar el rodeo, el culpable de semejante hostigamiento encontró su premio. La lluvia y la resignación jugaron una mala pasada a Jesús Fernández. El que fuera testigo de excepción del pique entre Casillas y Diego López en el Real Madrid erró en el saque con la mano en la frontera del área. Messi, incrédulo, mareó a los rivales como el mejor de la clase que se pavonea sin querer del resto de compañeros en el patio del colegio. Y cuando consideró que era suficiente humillación conectó un disparo cargado de dulzura que terminó de hundir al desafortunado meta levantinista.

En una sucinta rueda de prensa, Luis Enrique se decantó por mantener la calma y encadenar unos cuantos tópicos con los que saciar la sed informativa de los periodistas. “Hemos conseguido una nueva victoria que refuerza un poco más la idea que tenemos”, destacó el asturiano. Sobre Messi, no pudo más que negarse ante la evidencia del único hombre del plantel que ha jugado todo hasta la fecha (450 minutos). "Es un jugador único, especial, y sus compañeros ya perciben que cuando tiene el balón. […] Me encanta que se aproveche la calidad de Leo. Hoy ha asistido varios goles de manera espectacular y también ha marcado", incidió.

Empapados y con el alma en pena ante el recital del rival, el discurso del Levante se redujo a hablar de la controvertida expulsión de Vyntra y a recuperar el mantra del ‘Ellos son muy buenos’ en boca de su máximo dirigente, Francisco Catalán. Un eslogan muy socorrido en caso de soberana humillación. Porque los goles y, sobre todo, los triunfos, son los jueces encargados de impartir la justicia divina a la que imploran los débiles. Luis Enrique quiere hechos y no plegarias. Y sus discípulos han acatado sin rechistar un dogma que hasta el momento reluce sin máculas en el expediente. Ni el más abyecto de sus detractores ha encontrado todavía un argumento que le contradiga. Nadie es capaz de levantar el brazo para entonar un ‘protesto’ sin fuste. Además de su señora, como recalcó con humor en la antesala del partido del domingo, los números están siendo los encargados de ponerle en su sitio. Porque hoy, cuando Lucho habla, todos callan. El nuevo orden ha llegado para quedarse.

Claro que es pronto para especular y hacer cábalas. Pero es una evidencia que este Barcelona ha arrancado el curso como un tiro. Cinco partidos y cinco victorias: Elche, Villarreal, Athletic, Apoel y, la última, ante un Levante desmejorado. Todas con un balance impoluto: 12 goles a favor y ninguno en contra. En el aniversario de la ‘trágica’ noche en la que los culés cedían en Vallecas la posesión tras 316 encuentros amasando el balón más tiempo que el rival, el Barcelona demuestra estar a tono. Ni rastro del sufrimiento y la desesperación del 1-1 cosechado en territorio levantinista el curso pasado. Todo sale a pedir de boca y la zozobra que les produjo pasar un año en blanco con el Tata Martino en el banquillo parece haber pasado a mejor vida.

Leo Messi Luis Enrique
El redactor recomienda