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Laporta es el triturador de leyendas del Barça y la "película" de Xavi, una tragicomedia
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El final más cruel

Laporta es el triturador de leyendas del Barça y la "película" de Xavi, una tragicomedia

El presidente blaugrana dinamita al técnico al que reconfirmó dos semanas atrás. Apalabra a Flick y quita el foco al equipo femenino, que hoy disputa la final de la Champions

Foto: Laporta, en un gesto cariñoso con Xavi. (Reuters/Albert Gea)
Laporta, en un gesto cariñoso con Xavi. (Reuters/Albert Gea)

El mérito de Joan Laporta es que ninguna de sus decisiones puede sorprender al aficionado del Fútbol Club Barcelona. Al igual que ha sucedido en la política a lo largo de la última década, el presidente azulgrana abrazó el populismo como mecanismo para dirigir la entidad en su segundo mandato. Donde dije digo, digo Diego. En tres semanas, Laporta pasa de emocionarse y soltar lágrimas de cocodrilo por reconducir la relación con Xavi Hernández a despedir a la leyenda culé. Una auténtica humillación, inédita en el mundo del fútbol, y muy alejada del prestigio que un club como el Barça debería tener.

Por argumentos futbolísticos, existen motivos para echar a Xavi. La pelota es la que manda. Y ni el Barcelona ha jugado bien este año, ni ha conseguido títulos. Algo que, a juzgar por las famosas palabras de Laporta, no se iba a tolerar. Bueno, aunque hace 21 días, sí se podía soportar. La explicación para la continuidad de Hernández —quien, recordemos, ¡había renunciado a seguir el año que viene por decisión propia!— solo se basaba en pragmatismo.

Por un lado, la opción low cost para el banquillo era Rafa Márquez, candidato arriesgado y con poco efecto mediático. Mientras que un entrenador de renombre se hacía demasiado caro como para comprometer el presupuesto. Todo ello fue decidido a través del círculo de confianza del presidente y de sus máximos aliados, de la dirección técnica, encabezada por Deco. Había proyecto, Xavi era el hombre. Pues Hansi Flick, al que Laporta siempre había querido, finalmente será el entrenador blaugrana y a Xavi se le despide después de siete días de evasivas y largas, con el técnico enterándose a espaldas del presidente, e incluso por la prensa, de su situación.

Foto: Joan Laporta en un partido del Barcelona. (EFE Alejandro García)

¿Por qué se convenció a Xavi para seguir un año más si la opción de Flick encajaba económicamente en el plan del presidente? ¿O es que se ha realizado un sobreesfuerzo de las finanzas blaugranas por una rabieta de Laporta? Así son los hechos consumados del presi. Patada hacia delante y ya veremos cómo resolvemos el problema.

La "película" que le contaron a Xavi

"Todo está como hace tres semanas cuando Laporta confirmó mis ganas y mi ilusión. Hay un buen proyecto, una base extraordinaria en la plantilla y hemos competido. No cambia nada. Entiendo la inquietud, pero estoy con ganas (...) No hemos hablado de nada. Me transmiten tranquilidad, confianza, proyecto, ilusión (…) A mí, esa película no me la han contado". Siete días. Siete días han pasado desde que Xavi diera esas declaraciones.

Hasta en dos ruedas de prensa compareció el (ex)entrenador blaugrana cuando Laporta ya tenía decidido que no iba a continuar. La película se convierte en un traje a una de las grandes leyendas blaugranas, que se marcha humillado y señalado por decir, a grandes rasgos, que el Real Madrid es un equipo superior al Barça y que el año que viene serán favoritos. Vamos, un análisis lógico, tirando a obvio, y que solo Laporta no quiere ver.

placeholder Xavi, en una imagen de archivo. (EFE/ Alejandro García)
Xavi, en una imagen de archivo. (EFE/ Alejandro García)

El presidente deslizó los motivos de su enfado. Una supuesta doble cara del entrenador, que variaba de discurso ante la prensa y en privado. La realidad es que cuesta mucho entender este drástico berrinche por un discurso que abogaba por la sinceridad, por tratar a la afición blaugrana con madurez. El Barça, a día de hoy, está lejos del Real Madrid. Y esta distancia se mide por resultados, por salud económica, por dirección deportiva, por tranquilidad institucional… Todo lo que falta en la Ciudad Condal. ¿Será capaz Flick de revertirlo? El reto, desde luego, es mayúsculo.

Hubo un tiempo en el que Florentino Pérez era señalado, y con mucha razón, por su maltrato a las leyendas madridistas. Raúl González Blanco o Iker Casillas sufrieron dichos agravios en su propia piel. El presidente no hizo oídos sordos, entendió que el sentir del aficionado es un activo más dentro de una institución como el Real Madrid. No es emotividad, son matemáticas. Florentino aprendió de sus errores, enmendó los lazos con sus históricos capitanes —pese a que su relación personal nunca haya sido idílica— y señaló la senda a Laporta.

No aceptó el guante el azulgrana, que en su huida hacia delante sigue dejando cadáveres en el camino como Leo Messi, Ronald Koeman y, ahora, Xavi. Ah, y todo ello, a las puertas del partido más importante del Barcelona en la temporada: la final de la Champions League femenina que disputan esta tarde frente al Olympique de Lyon en Bilbao. Lo dicho, Laporta ya no sorprende a nadie, ni siquiera escandaliza. Pero suerte en encontrar a alguien que te compre dicho discurso.

El mérito de Joan Laporta es que ninguna de sus decisiones puede sorprender al aficionado del Fútbol Club Barcelona. Al igual que ha sucedido en la política a lo largo de la última década, el presidente azulgrana abrazó el populismo como mecanismo para dirigir la entidad en su segundo mandato. Donde dije digo, digo Diego. En tres semanas, Laporta pasa de emocionarse y soltar lágrimas de cocodrilo por reconducir la relación con Xavi Hernández a despedir a la leyenda culé. Una auténtica humillación, inédita en el mundo del fútbol, y muy alejada del prestigio que un club como el Barça debería tener.

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