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El adiós de Jesús Navas: una despedida por la puerta de atrás con la connivencia de la directiva
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UN FUTBOLISTA DE ÉPOCA

El adiós de Jesús Navas: una despedida por la puerta de atrás con la connivencia de la directiva

La leyenda del Sevilla confirma su marcha del club después de sus lágrimas al ser sustituido ante el Cádiz. Pone fin a su segunda etapa, en la que ha ganado otras dos Europa League

Foto: Navas ganó la Europa League el año pasado. (Reuters/Marko Djurica)
Navas ganó la Europa League el año pasado. (Reuters/Marko Djurica)

Las lágrimas fueron el preludio de lo que estaba por llegar. No era un cambio más, no era un día banal. Quique Sánchez Flores había reemplazado a Jesús Navas, que transformó el banquillo en un río. Las manos cubrían su rostro para evitar que se lo viera pávido o ruborizado. No obstante, las vergüenzas de este despropósito no están en el césped, sino en el palco. No se puede despedir a la máxima leyenda del club con nocturnidad y alevosía. Basta con cambiarse de barrio para recordar cómo fue el adiós de Joaquín.

La analogía es pertinente, aunque Navas sólo se haya despedido del Sevilla, no del fútbol. Se merecía un reconocimiento a la altura de su carrera, no la parsimonia de la directiva a la hora de abordar su continuidad. El nombre Jesús Navas lo ven cuando van a trabajar, porque así se llama la ciudad deportiva. No había, por tanto, excusas para impedir que la leyenda dejara el fútbol vestido de rojiblanco, aunque el salario y el protagonismo se redujeran exponencialmente.

Navas ha mantenido la misma timidez desde que debutó, ya fuera capitán o el último llegado a la plantilla. En este caso, hay que darle la razón a García Márquez, que escribió que "la timidez es un fantasma invencible". Ser introvertido le ha permitido ser buena persona por encima de buen futbolista, lo que le honra y mucho.

La lista de éxitos es larga, incluso para los célebres blocs de notas actuales. Cuatro Europa League, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y dos Copas del Rey han permitido a Navas convertirse en el jugador del Sevilla con más títulos de su historia. Todavía hay que agradecer a Pablo Blanco que lo encontrara en sus periplos habituales por los campos de barro sevillanos.

placeholder Navas, durante el partido ante el Cádiz. (Europa Press)
Navas, durante el partido ante el Cádiz. (Europa Press)

El presagio de Navas

Había mucha calle en ese tipo de ojos claros. Esos regates que se han perdido en el fútbol español le permitieron convertirse en uno de los extremos más cotizados de Europa. Formó con Dani Alves una banda derecha temible, capaz de aplastar al Barcelona (3-0) en una final europea.

Porque Navas ha sido capaz de enarbolar la bandera en las buenas y en las malas. Por ser el faro en tiempos de oscuridad, cuando el fantasma del descenso acechaba más que nunca; cuando los malos presagios se instauraban de nuevo en Nervión. Él, hermético y en ciertos casos cohibido, lo resumió cuando el equipo ganó contra pronóstico la última Europa League: "No he podido salir de casa en diez meses".

placeholder Navas ha ganado dos Europa League en cada etapa en el club. (Reuters/Marcelo del Pozo)
Navas ha ganado dos Europa League en cada etapa en el club. (Reuters/Marcelo del Pozo)

Un final como el de Monchi

El proyecto del Sevilla no es apetecible, por las importantes bajas que sufrirá el equipo y por el escaso margen económico que tienen para fichar. Además, será la primera temporada desde hace más de una década que el club no jugará Europa. La directiva, sin embargo, sigue lucrándose, con la batalla accionarial todavía inconclusa. Y con la marcha de una leyenda por la puerta de atrás, como bien ocurrió con Monchi hace un año.

Las lágrimas fueron el preludio de lo que estaba por llegar. No era un cambio más, no era un día banal. Quique Sánchez Flores había reemplazado a Jesús Navas, que transformó el banquillo en un río. Las manos cubrían su rostro para evitar que se lo viera pávido o ruborizado. No obstante, las vergüenzas de este despropósito no están en el césped, sino en el palco. No se puede despedir a la máxima leyenda del club con nocturnidad y alevosía. Basta con cambiarse de barrio para recordar cómo fue el adiós de Joaquín.

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