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"El campo hablará": la profecía de Brahim que confirma que merece ser titular en el Real Madrid
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FIRMÓ UN PARTIDO BRILLANTE

"El campo hablará": la profecía de Brahim que confirma que merece ser titular en el Real Madrid

El malagueño es un jugador que marca las diferencias en el campo y ofrece algo que no tiene ningún otro futbolista blanco, con un hambre de juego que le permite ser decisivo

Foto: Brahim celebra su gol ante el Atlético. (Reuters/Juan Medina)
Brahim celebra su gol ante el Atlético. (Reuters/Juan Medina)

El Real Madrid consiguió una trabajada victoria en las semifinales de la Supercopa de España ante el Atlético (5-3), en un partido donde los blancos tuvieron que sacar sus mejores armas para doblegar al correoso equipo del Cholo Simeone. Con un espíritu de lucha único en el mundo, resiliencia y confianza, el conjunto madridista fue capaz de dar la vuelta al marcador hasta en dos ocasiones para meterse en la final por el título. Y el banquillo tuvo mucho que ver.

La entrada de un brillante Toni Kroos, un descomunal Eduardo Camavinga y un decisivo Brahim Díaz inclinó el campo en favor del Madrid. El orden del alemán, el físico del francés y las diabluras del español marcaron las diferencias, especialmente en el caso del malagueño, que volvió a demostrar por qué pide la titularidad a gritos. Sin levantar la voz, a base de trabajo y de esfuerzo en el césped, está firmando una serie de actuaciones con las que merece un puesto en el once.

Foto: El Real Madrid se levantó tras cada golpe. (Reuters/Juan Medina)

Tras regresar al Madrid este verano, en su presentación, Brahim lo tenía muy claro: "Estoy muy feliz. No vuelvo aquí para ser un suplente de lujo. Mi objetivo es dar el máximo para el Real Madrid, trabajar con humildad para mejorar siempre. Al final, el campo hablará. Aportaré trabajo y títulos, es lo que quiero", decía. Solo han pasado unos meses de aquello y está cumpliendo con creces su profecía. El campo está hablando y se merece ser titular en este equipo.

Corría el minuto 81 y el Madrid necesitaba un gol para forzar la prórroga. Ancelotti decidió a poner a Brahim sobre el césped y solo necesitó tocar un balón para demostrar que no iba a dar el partido por perdido. Por fuera, por dentro, con balón, sin él, al pie o al espacio: siempre aparecía el jugador español para buscar el desborde, la finta o el último pase que dejara a un compañero en posición clara. Marcaba las diferencias en cada acción.

Los continuos desbordes de Brahim sirvieron para meter al Atlético 20 metros más atrás en su campo y, por tanto, facilitar la circulación de balón del Madrid. Y no solo eso, sino que estuvo muy cerca de resolver él solo el partido antes de la prórroga en una jugada que le define a la perfección como futbolista: manejo de las dos piernas, arrancada, genialidad e intensidad, acompañados de esa chispa de locura que solo tienen los jugadores especiales.

Era el minuto 92 del partido, y tras una buena conducción, entró al área para disfrazarse de Emilio Butragueño: tras frenar en seco, se inventó una bicicleta, un giro de tobillo y un movimiento de cadera para desarbolar con un solo toque a Hermoso y Giménez en un regate que quedará para la historia. Tras superar a dos rivales, y algo escorado, sacó un latigazo cruzado que se marchó muy cerca del palo izquierdo de un Jan Oblak que ya estaba vencido.

Pero, no contento con haber cambiado el partido, en la prórroga fue la gran baza ofensiva de un Madrid que se lanzó con todo al ataque, aprovechando la pesadez de piernas rojiblancas y la frescura de Brahim. Los números no mienten: en 38 minutos, tocó 48 veces el balón con un acierto del 92% en el pase, realizó cuatro regates con éxito y ganó tres duelos, además de marcar el último gol del partido, ese que ponía el broche al triunfo y se convertía en epítome del ADN blanco.

En el descuento de la prórroga, el Atlético se lanzó con todo en busca de los penaltis y, por ello, Jan Oblak subió a rematar un par de acciones. Pero, en la última, Joselu acertó a despejar en largo y Brahim vio su gran oportunidad. Con un esprint continuado de más de 50 metros, el malagueño le ganaba la carrera al portero eslovaco para marcar un gol nada sencillo desde más de 30 metros y escorado. Era el gol que cerraba el triunfo blanco y su merecida recompensa.

"No soy un jugador lento, pero tampoco soy muy rápido. Vi que Oblak no estaba acostumbrado a correr, le gané la carrera y finalicé extraordinariamente bien, porque no era fácil. Y lo celebré como es el Real Madrid, con pasión y hasta el final", explicaba Brahim tras el partido. Un gol que le vale para haber marcado en las cuatro competiciones que ha disputado de blanco y para derribar la puerta de la titularidad. Y, por qué no, de una Selección carente de talento diferencial. Y Brahim lo tiene.

El Real Madrid consiguió una trabajada victoria en las semifinales de la Supercopa de España ante el Atlético (5-3), en un partido donde los blancos tuvieron que sacar sus mejores armas para doblegar al correoso equipo del Cholo Simeone. Con un espíritu de lucha único en el mundo, resiliencia y confianza, el conjunto madridista fue capaz de dar la vuelta al marcador hasta en dos ocasiones para meterse en la final por el título. Y el banquillo tuvo mucho que ver.

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