Laporta, arrinconado por un atronador silencio en el palco del Camp Nou

Un mes después de la publicación del mayor escándalo arbitral del fútbol español, la directiva actual del FC Barcelona (cuyo presidente, entre otros, también participó en los pagos millonarios a José María Enríquez Negreira) todavía no ha dado explicaciones a sus socios. El silencio es atronador. Joan Laporta anunció hace una semana que el club tiene preparada una rueda de prensa, pero no hay noticias de cuándo convocará a los medios de comunicación para responder las cuestiones correspondientes. El socio del Barça debe conformarse con un tuit en el perfil del presidente después de que el Real Madrid anunciara que se personará en el caso Negreira para "defender sus legítimos intereses". Laporta saltó y publicó: "Culés, estén tranquilos. El Barça es inocente de lo que se le acusa y víctima de una campaña contra su honorabilidad en la que ahora ya están todos. Ninguna sorpresa, defenderemos al Barça y demostraremos la inocencia del club. Muchos tendrán que rectificar".

El dirigente azulgrana ha basado su defensa en denunciar una campaña mediática en contra por parte de sus enemigos: "Detrás de este caso, en concreto, hay una campaña para perjudicar los intereses del Barcelona, muy orientada a controlar el club. La contundencia de los hechos contradice a quienes intentan cambiar el relato. Nada es por casualidad. Ahora que empezamos a ir bien...", afirmó Laporta en el Círculo Ecuestre hace una semana.

TE PUEDE INTERESAR

El recambio de Negreira en el Barça: sin experiencia en Primera y sueldo 20 veces menor

Albert Ortega. Barcelona

"Conocía un poco a Enríquez Negreira, pero el Barça nunca compró árbitros", añadió Laporta. Ese mismo día, también explicó que iba a ofrecer la rueda de prensa para atajar el escándalo de los siete millones destinados a Negreira, pero tenía que atender el compromiso en el Círculo Ecuestre. Ya es casualidad. La huida hacia ninguna parte del presidente del FC Barcelona continúa, a pesar de que la Fiscalía concluye que el Barça pagó al vicepresidente de los árbitros en activo durante casi dos décadas para "favorecer al Barça en la toma de decisiones de los árbitros en los partidos que disputase el club" e influir en los resultados de las competiciones, tras meses de investigación de los hechos que ahora han derivado en esta solicitud de acciones penales.

La investigación ha acreditado que, al menos desde 2001 y hasta julio de 2018, el Barça pagó a Negreira, a través de dos empresas (Nilsat y Dasnil), un total de 7,3 millones de euros. Las facturas no responden "a ninguna prestación o servicios de asesoramiento técnico real", a pesar de que el exárbitro había manifestado que prestaba "asesoramiento verbal" al club. El "motivo que llevó al club a poner fin a todos los pagos" en julio de 2018 no fue, según la acusación, sino el hecho de que Negreira fuera relevado de la vicepresidencia del órgano en mayo de ese año, apenas dos meses antes del último de los desembolsos.

En este sentido, la Agencia Tributaria requirió al club copia de las facturas y del contrato de prestación de servicios suscrito entre ambas partes. También pidió que se identificara a los "profesionales, técnicos o auxiliar" que desarrollaron los servicios y copias de los vídeos e informes. "La respuesta del FC Barcelona fue que no se había encontrado la documentación requerida", señala la denuncia. Las facturas, concluye la Fiscalía, "no se correspondían con prestaciones de servicios por parte de las empresas".

Discurso infantil y victimista

El dirigente azulgrana piensa que la mejor defensa pasa por un buen ataque para desviar el foco. El único día que compareció fue para culpar a LaLiga y especialmente a su presidente, Javier Tebas. "Tebas ya ha salido a la palestra otra vez. Algunos periodistas nos habían avisado de que parecía que Tebas estaba promoviendo una campaña reputacional contra el Barça y contra mi persona. Ya se ha quitado la careta. Sigue con su obsesión con el Barça... Con su fobia con nuestro club", declaró. Es decir, Laporta desaprovechó la oportunidad (como los otros tres presidentes) de dar explicaciones convincentes a sus socios y priorizó encender el ventilador con un discurso trufado de victimismo e infantilismo.

La Fiscalía también solicitó que Laporta declare como testigo ante el juez que investigue el caso. Josep Maria Bartomeu y su junta, sin embargo, son los únicos a quienes la Fiscalía acusa en su denuncia, ya que los hechos anteriores a ese mandato habrían prescrito. Esa es la razón por la que la declaración de los presidentes que le precedieron en el cargo (Gaspart, de 2000 a 2003; Laporta, de 2003 a 2010, y Rosell, de 2010 a 2014) solo puede ser en calidad de testigos y no de investigados. Si la denuncia prospera, deberá responder a las preguntas de la Fiscalía y decir la verdad ante el juez.

¿Cuánto más va a esperar Laporta para afrontar las acusaciones? Cada día que pasa desde la explosión del caso Negreira la reputación del Barça mengua y se ahonda en la herida histórica del club. La imagen internacional está manchada y los principales periódicos y medios de comunicación internacionales siguen el caso al detalle. El deterioro es constante y el Barça no está defendiéndose. Mientras, Xavi Hernández reconoce que "el vestuario hasta hace alguna bromita del tema Negreira" y afirma que "el presidente nos dice que estemos tranquilos". Cuando el técnico comprueba el malestar del fútbol español, como los insultos en San Mamés y los cánticos de "Corrupción en la Federación", comenta que "le entristece la hostilidad y que no es bueno para la sociedad".

El 22 de febrero, Laporta remarcó: "Daremos una rueda de prensa lo antes posible para dar explicaciones y decir la información necesaria". Para ello, necesita tener los informes externos que encargó el FC Barcelona. El Confidencial preguntó el motivo de externalizar la investigación, a lo que el club contestó que era "para garantizar la máxima eficiencia durante el transcurso de la misma". Laporta guarda silencio. Es probable que dentro de poco tenga que verse entre la espada y la pared y escoger entre defender al club o defenderse a sí mismo.