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Florentino ya salvó a Laporta cuando presionó al Gobierno para que no tuviera que avalar
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EN UNA CENA CON ÉL Y CON UN MINISTRO

Florentino ya salvó a Laporta cuando presionó al Gobierno para que no tuviera que avalar

El silencio del Real Madrid en el caso Negreira es atronador, además de muy significativo. Tras él está el interés de Pérez en tener al FC Barcelona de aliado necesario contra LaLiga y la UEFA

Foto: Florentino y Laporta, en un acto de la Superliga. (EFE/Mariscal)
Florentino y Laporta, en un acto de la Superliga. (EFE/Mariscal)

Los aficionados al fútbol en general y los madridistas en particular seguirán preguntándose por qué el Real Madrid, gran rival del Barcelona, fue el único club que no se sumó al comunicado de LaLiga en el que "rechazaba" y "repudiaba" el llamado caso Negreira, además de expresar su "profunda preocupación" y declarar que están "trabajando por esclarecer cualquier irregularidad". A la espera de lo que decida la Fiscalía, si continúa adelante o lo archiva, el hecho de que un club pagara durante 17 años al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), nada menos que 6,6 millones de euros y por servicios de muy difícil justificación, se trata de un escándalo de tal magnitud que no debería quedar impune, por más que en la vía deportiva haya prescrito.

Y es precisamente por esto por lo que la postura del Real Madrid resulta incomprensible y solo puede ser defendible por ese madridismo sometido al perverso "conmigo o contra el Madrid" impuesto por su presidente. "En el Real Madrid, hay que respetar los tiempos de la Justicia y debemos esperar a que concluyan las investigaciones de la Fiscalía", se limitó a comentar Emilio Butragueño, su director de Relaciones Institucionales. Contado está que, aunque futbolísticamente resulte paradójico, Florentino Pérez considera a Joan Laporta su aliado necesario. Y no solo para la Superliga, un proyecto que nació muerto y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) previsiblemente se encargará de enterrar, sino también en su permanente enfrentamiento contra Javier Tebas, el presidente de un organismo del que, les guste o no, Madrid y Barça forman parte. Y, lo más gracioso, se benefician más que ningún otro club de LaLiga.

Foto: Laporta junto a Villar y Zapatero. (EFE/Alberto Estévez)

Florentino siempre antepone su interés al del fútbol español. No en vano, y como él mismo reconoció a un juez, dirige el Real Madrid desde su despacho de ACS, acrónimo del grupo de referencia mundial en las actividades de construcción, concesiones y servicios que preside. Esta es la razón por la que se ha desmarcado y, lo que es peor, con él al Real Madrid, del caso Negreira, lo cual en cierto modo le convierte en cómplice de algo que tanto ha criticado, pero que, curiosamente, desde que Rubiales preside la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), parece no preocuparle tanto. Pérez necesita a Laporta y por eso le protege. Prueba de ello fue su presión al Gobierno para modificar la ley del deporte y no imponer los avales del 15% del presupuesto anual a los directivos de los cuatro clubes que no son SAD, a saber, FC Barcelona, Real Madrid, Athletic del Bilbao y Osasuna.

El aval de ida y vuelta de Jaume Roures

Para volver a ser presidente del Barça, Laporta tuvo que presentar un aval de 125 millones y, justamente cuando se encontraba en trámite de renovación y peligraba su continuidad, Florentino salió a su rescate. Jaume Roures retiró los 30 millones con los que a última hora le permitió regresar a la presidencia, precisamente porque, como informaron varios medios, no entendía la relación de vasallaje que Laporta mantiene con Pérez, quien, en una cena con su homólogo culé y un ministro de Sánchez, presionó para eliminar la obligatoriedad de avalar. Por si esto fuera poco, a última hora incluso se añadió otra enmienda con la que se facultaba a las juntas directivas de los cuatro clubes mencionados para cancelar los avales ya prestados.

En resumen, la ley del deporte no impone los avales, sino que deja libertad a los clubes para hacerlo, lo que a Florentino le permitió que no se alterara lo establecido en el Real Madrid, donde el constructor sigue blindado al incluir en los estatutos la obligatoriedad del aval del 15% del presupuesto, además de la necesidad de haber sido socio durante 20 años. Esto le ha servido a Pérez de factor disuasorio para quienes tenían aspiraciones a la presidencia del club blanco, donde, por si fuera poco, el aval ha de ser personal. Es decir, que no caben avales de terceros, como sucedía en el Barça, donde ahora no hace falta hacerlo.

placeholder El presidente del Barça, Joan Laporta, en rueda de prensa. (EFE/Alejandro García)
El presidente del Barça, Joan Laporta, en rueda de prensa. (EFE/Alejandro García)

Cabe recordar que la obligación de avalar fue la solución adoptada para compensar el efecto de garantía de los cuatro clubes que fueron autorizados a no convertirse en SAD por sus buenos números económicos, pero cuya estructura asociativa les puso en una situación de peligro frente al conjunto de sociedades de capital que participan en una misma competición. De este modo, como apuntan los expertos, el capital opera como garantía y se evita un privilegio, que es precisamente lo que se intentó con su establecimiento en 1990. Pues bien, aunque Pérez lo ha mantenido en su Real Madrid, el resto ya no están obligados a hacerlo.

"Y este, que es otro golfo... El Laporta"

Tal y como demostraron los famosos audios de Florentino, el presidente del Real Madrid siempre ha sido muy consciente de que en su enfrentamiento con LaLiga y, más concretamente, su presidente, necesita tener al Barcelona de su lado. "Hay que esperar a que el año que viene venga Sandro Rosell, que ese es un tío de ley", comentó el presidente del Real Madrid unos meses antes de regresar al palco del Bernabéu, al tiempo que despreciaba a Laporta: "Y este, que es otro golfo... El Laporta, que también está pringado con Roures".

Curiosamente, el "otro golfo" volvió a la presidencia del Barcelona justo a tiempo para convertirse en su principal aliado en el proyecto de la Superliga. En realidad, el único tras la caída del presidente de la Juventus, Andrea Agnelli. La debilidad económica del club catalán es tal que Laporta se dejó engatusar por este proyecto fallido, del mismo modo que le llevó a desmarcarse del acuerdo de LaLiga con CVC. "Hace 72 horas, Joan Laporta me explicaba perfectamente la operación y daba su apoyo", aseguró Tebas en su cuenta de Twitter. "¿Qué pasó? En el FC Barcelona hay algún ejecutivo que habla mucho con...", dejó en suspense el presidente de LaLiga, aunque se refería a la estrecha relación del que entonces era CEO del FC Barcelona, Ferran Reverter, con el del Real Madrid, José Ángel Sánchez.

Foto: La Guardia Civil, en la Federación Catalana de Fútbol. (EFE/Alberto Estévez)

Si estos antecedentes no fuesen suficientes, después de escuchar al presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD) decir sobre el caso Negreira que "el Gobierno actuará con la mayor determinación y contundencia, porque el deporte español no se merece escándalos de este tipo", y al mismo tiempo recordar lo que no ha hecho con todas las irregularidades denunciadas sobre la gestión de Rubiales, la verdad es que no es fácil pensar que pueda pasar algo. La ecuación es sencilla: al presidente de la RFEF le protege el Gobierno, además de Florentino, y a Laporta, además de Florentino, falta por saber si también el Gobierno...

Los aficionados al fútbol en general y los madridistas en particular seguirán preguntándose por qué el Real Madrid, gran rival del Barcelona, fue el único club que no se sumó al comunicado de LaLiga en el que "rechazaba" y "repudiaba" el llamado caso Negreira, además de expresar su "profunda preocupación" y declarar que están "trabajando por esclarecer cualquier irregularidad". A la espera de lo que decida la Fiscalía, si continúa adelante o lo archiva, el hecho de que un club pagara durante 17 años al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), nada menos que 6,6 millones de euros y por servicios de muy difícil justificación, se trata de un escándalo de tal magnitud que no debería quedar impune, por más que en la vía deportiva haya prescrito.

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