Laporta suspende la asamblea porque los socios se le rebelan
El presidente del Barcelona pospuso la votación decisiva y que podría costarle el mandato. La asamblea continuará el próximo sábado 23, un día antes de la disputa del clásico
Joan Laporta se ha sacado un nuevo conejo de la chistera justo cuando estaba contra las cuerdas. El presidente azulgrana suspendió la asamblea de compromisarios 17 minutos antes de la nueve de la noche. Es decir, 17 minutos antes de que comenzara el partido ante el Valencia. Esa fue la excusa, el fútbol, pero la realidad es que los socios se le estaban revolviendo, rebelando, y, en el último turno de preguntas previas a que se votase la financiación del denominado Espai Barça (el nuevo Camp Nou y el Palau Blaugrana), por el que pretende pedir un crédito de nada menos que 1.500 millones de euros, varios compromisarios expresaron sus dudas al tiempo que le recordaban que para una decisión tan trascendente debería convocar un referéndum. Se podría haber votado, había tiempo para que se votara y suspender la asamblea después con tiempo aún suficiente para poder ir al estadio a ver el fútbol, pero Laporta sospechó que iba a perder y adiós, hasta otro día.
Si este sábado la Asamblea aprueba la financiación del Espai Barça, celebraremos un referéndum con todos los socios y socias para ratificar la decisión. Y en el campo, ahora más que nunca, todos con el equipo. Porque como sabéis: ¡I si tots animem guanyarem! pic.twitter.com/Q20fgzlIoO
— Joan Laporta Estruch🎗 (@JoanLaportaFCB) October 18, 2021
El propio presidente del FB Barcelona anunciaría, un día más tarde, que habrá referéndum incluso si la votación sale adelante el próximo sábado 23, cuando se reanudará la asamblea. "Es importante, los compromisarios tendrán las dos opciones, decir que sí o decir que no, pero si se aprueba, este sí deberá ser ratificado por todos los socios", ha anunciado a través de las redes sociales.
El punto fuerte de Laporta, además de la oratoria, es su capacidad para improvisar y salir airoso, pero la jugada fue demasiado evidente como para que los socios la pasen ahora por alto. La asamblea se reanudará el próximo sábado, justo un día antes de la disputa del clásico frente al Real Madrid, y seguirán teniendo que votar sí o no a la financiación del Espai Barça y a la de la suspensión del artículo 67 de los estatutos, por el que la directiva debería dimitir si tiene dos ejercicios consecutivos de pérdidas. En sus intervenciones, los compromisarios expresaron sus dudas. “Con la deuda que ya tenemos, ¿es este el mejor momento para pedir un crédito tan alto? Esto deberíamos votarlo todos y no los 600 que estamos aquí”, afirmó una socia. Otro les dijo que estaban corriendo demasiado, metiéndoles demasiada prisa para una decisión tan importante. Otro les preguntó si el presupuesto está cerrado y que dónde iba a jugar el equipo mientras duraran las obras del estadio y otro les echó en cara tener que votar “con nocturnidad y alevosía”.
Que Joan Gaspart, presente en la asamblea, diera su respaldo a la Junta “porque hay un mayor riesgo si no se hace que si se hace”, tampoco ayudó demasiado teniendo en cuenta lo que la mayoría de los socios opinan de él, que se autoproclamó, además, como el peor presidente de la historia del Barça. Y con ese ambiente, llegó el socio Xavier Queralt y arrancó la gran ovación de la noche: “Nos lo han explicado con diapositivas y todo muy mono, pero votar esto es una burrada, han dejado los dos puntos más importantes para el final y yo les diré que no. Es mejor plegar, volvemos otro día y nos estamos aquí desde la mañana a la noche hablando si queréis”. Ante el panorama, apareció el Laporta más astuto y dio por suspendida la asamblea. Salvado por la campana… por ahora.
Las explicaciones del club
Como les agradeció el socio Queralt, la vicepresidenta institucional Elena Fort y el CEO del club, Ferran Reverter, les habían explicado los pormenores de la operación. Algunos de ellos tan estrafalarios para dejar claro que el Camp Nou actual es una ruina como que cuatro empleados vigilan cuatro cuadros de plomos durante cada partido para evitar un apagón. También justificó el aumento de la financiación de los inicialmente previstos 815 millones hasta los actuales 1.500 detallando el coste de otros estadios citando el Tottenham Hotspur Stadium (1.400), el nuevo Wembley (900), el reformado Bernabéu (850) o el Lanxess Arena de Colonia (400). “No es un gasto, es una inversión”, terminó diciendo Fort.
Reverter, mientras, insistió en que el Espai Barça se pagará "con los ingresos adicionales que genere la instalación, los patrocinadores, el 'naming rights', los ingresos adicionales…", y que el Barça tendría cinco años sin tener que devolver un euro hasta que el nuevo Camp Nou estuviese construido y generara esos ingresos. Las explicaciones de ambos no fueron suficientes para convencer a unos socios a los que también se les ha contado que el club está en una situación económica desastrosa por culpa de Bartomeu y que recelan de un crédito tan cuantioso que se tendrá que devolver en nada menos que los próximos 35 años.
Antes de la suspensión, con 637 votos a favor (88,72%), 39 en contra (5,44%) y 42 en blanco (5,84%), los compromisarios aprobaron el cierre del ejercicio económico 2020-21 con unas pérdidas después de impuestos cifradas en 481 millones de euros y también dieron luz verde de forma mayoritaria, con 643 votos a favor (94,14%), al presupuesto para la temporada 2021-22, que asciende a 765 millones. Es decir, que todo iba como la seda hasta que llegó el primer punto decisivo de la jornada, el de la financiación (el otro era el del cambio de los Estatutos), y el ambiente cambió.
La asistencia a la Asamblea fue tan pobre como se preveía. Al comienzo había 576 socios de los 4.452 que podían acudir. Es decir, solo un 13% de los compromisarios, lo que es un triste 0,4% de la masa social. En el momento en el que se debía votar algo tan crucial como pedir un crédito de 1.500 millones a devolver en los próximos 35 años, no llegaban a 700. En las semanas previas varios grupos habían mostrado también sus dudas al respecto y la necesidad de que algo así se debía aprobar mediante un referéndum, pero el club lo despachó sin más aduciendo que era urgente comenzar con las obras y que convocar un referéndum era casi un engorro, un lío. Un día después, Laporta atendería a la petición eludiendo que el Barcelona es "un club democrático", y asegurando que sí habrá referéndum sí la votación sale adelante.
Ahora, tras darse cuenta de que era muy probable que los socios les dijeran que nanai, Laporta tiene tiempo para proponer una consulta a todos los socios y no solo a los compromisarios y hacerlo pasar por idea propia, un gesto de generosidad, un detallazo. Justo cuando parecía que iba a perder, cuando vio que pinchaba, dio por terminado el asunto. A él, que tan bien se le da improvisar, se verá obligado ahora a pensar cómo salir de esta y que parezca un triunfo suyo y no la primera advertencia de unos socios que salen de la pesadilla de la gestión de Bartomeu y exigen argumentos, tiempo, calma y que se les pregunte antes de venderse a Goldman Sachs durante más de 30 años. Laporta proclamó que esta iba a ser la asamblea de la resurrección, pero ya le han dejado claro que no tiene carta blanca para revivir al muerto como a él le dé la gana.
Joan Laporta se ha sacado un nuevo conejo de la chistera justo cuando estaba contra las cuerdas. El presidente azulgrana suspendió la asamblea de compromisarios 17 minutos antes de la nueve de la noche. Es decir, 17 minutos antes de que comenzara el partido ante el Valencia. Esa fue la excusa, el fútbol, pero la realidad es que los socios se le estaban revolviendo, rebelando, y, en el último turno de preguntas previas a que se votase la financiación del denominado Espai Barça (el nuevo Camp Nou y el Palau Blaugrana), por el que pretende pedir un crédito de nada menos que 1.500 millones de euros, varios compromisarios expresaron sus dudas al tiempo que le recordaban que para una decisión tan trascendente debería convocar un referéndum. Se podría haber votado, había tiempo para que se votara y suspender la asamblea después con tiempo aún suficiente para poder ir al estadio a ver el fútbol, pero Laporta sospechó que iba a perder y adiós, hasta otro día.
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