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Cuando José Antonio Reyes lloró en mi hombro y cumplió su promesa en Sevilla
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Cuando José Antonio Reyes lloró en mi hombro y cumplió su promesa en Sevilla

Reyes, fallecido este sábado en un accidente de tráfico, se ha ido al tercer anillo, a jugar con los ángeles y formar ala zurda con su amigo Antonio Puerta

Foto: José Antonio Reyes volvió al Sevilla en el 2012. (EFE)
José Antonio Reyes volvió al Sevilla en el 2012. (EFE)

Todavía me acuerdo cuando aquel mediodía de un frío febrero de 2004 José Antonio Reyes, acompañado de sus padres, hermanos, David Dean, vicepresidente del Arsenal (club que abonó al Sevilla 24 millones de euros, cantidad récord en los 'gunners'), Jesús Rodríguez de Moya, su agente, y varios periodistas, se dirigía al control de embarque del aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, al joven mago le caían lágrimas como ladrillos, lágrimas que se convirtieron en catarata de llanto cuando un grupo de 'biris' le cantó gritos con alma sevillista. Reyes, a moco descosido, sobre mi hombro solo pudo decir: "Volveré, lo juro, porque quiero ganar títulos con el Sevilla".

Y cumplió su palabra. Porque aquel llanto no era una mera premonición, sino un propósito tan firme como los cimientos de la catedral hispalense. José Antonio aterrizó de pie en el Arsenal, un equipo que esa temporada se llevó de calle la Premier League. En aquel santuario del viejo Highbury, Reyes cayó de pie entre mitos como Adams, Vieira, Henry, Bergkamp o Pires, entre otros. El de Utrera, que con su forzada marcha arregló los problemas del Sevilla y supuso la vitamina perfecta para lanzar a un equipo hacia los títulos, encajó como anillo al dedo en aquel poderoso armazón 'gunner'. No hablaba dos palabras en inglés, aunque realmente nunca llegó a hablar algo más claro que el 'yes', pero sí repartía sonrisas, bromas de grumete y fútbol de faraón.

placeholder Reyes formó parte del Arsenal de los invencibles. (Reuters)
Reyes formó parte del Arsenal de los invencibles. (Reuters)

Lauren, aquel lateral que nació en Dos Hermanas y fue internacional con Camerún, le sirvió de intérprete, lo mismo que Cesc Fàbregas, que era un niño de 16 años y fue adoptado por Reyes como un hermano chico. Ambos se convirtieron en los guías londinenses, en las manos protectoras de un mago que devolvía tanto afecto con balones de crema y pases de diamante.

Del Arsenal pasó al Real Madrid de Capello y Reyes asomó la oreja: fútbol por bulerías y un final de campeonato a su manera, con un gol digno de poner un marco en el Museo del Prado y que valió un título. Del Real Madrid pasó al Atlético, del Manzanares al Benfica y del equipo luso al Atlético, de la mano de Quique Sánchez Flores, su gran mentor, su amigo, José Antonio Reyes ganó dos Europa League y una Supercopa de Europa. Pero la nostalgia le pegaba pellizcos en las tripas y Reyes no se lo pensó tres veces cuando Monchi, el león de San Fernando, le propuso regresar al Sevilla. Y a Nervión regresó el Camarón de Utrera con los sevillistas puestos en pie.

placeholder Reyes fue clave en el título de Liga del Real Madrid en 2007. (Reuters)
Reyes fue clave en el título de Liga del Real Madrid en 2007. (Reuters)

En su casa, Reyes vivió sus mejores años. Desparramó esencias de Chanel sobre la hierba y roció de hondura y arte la grada sevillista con pases imposibles y regates con el compás de la Fernanda y la elegancia de Fred Astaire. En el Sevilla, José Antonio Reyes cumplió su palabra, porque la escuadra blanquirroja se hizo con tres Europa League (él ganó cinco, el que más de Europa), con los aficionados del viejo club jaleando el fútbol de luz y grana del utrerano.

Con Vitolo, Coke, Alberto Moreno, más algún canterano más, Reyes roció de bromas las paredes de la Ciudad Deportiva, y aquel 'sancta sanctorum' que tan habilmente manejo Unai Emery caminó con paso firme por toda Europa y elevó el nombre del Sevilla a la mesa de los equipos 'top' del Viejo Continente.

La mañana de este 1 de junio, una puñalada trapera asestó el alma de los sevillistas. Todos quedaron sin voz, descorridos como un telón viejo por la muerte joven de Reyes, un hombre que pasó por la vida con la velocidad del viento y dejó su selló de fútbol tan profundo como el hierro del ganado de los Guardiola. Reyes se ha ido al tercer anillo, a jugar con los ángeles y formar ala zurda con su amigo Antonio Puerta.

Todavía me acuerdo cuando aquel mediodía de un frío febrero de 2004 José Antonio Reyes, acompañado de sus padres, hermanos, David Dean, vicepresidente del Arsenal (club que abonó al Sevilla 24 millones de euros, cantidad récord en los 'gunners'), Jesús Rodríguez de Moya, su agente, y varios periodistas, se dirigía al control de embarque del aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, al joven mago le caían lágrimas como ladrillos, lágrimas que se convirtieron en catarata de llanto cuando un grupo de 'biris' le cantó gritos con alma sevillista. Reyes, a moco descosido, sobre mi hombro solo pudo decir: "Volveré, lo juro, porque quiero ganar títulos con el Sevilla".

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