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Guerra civil en el Betis: divorcio total en la directiva y con Quique Setién en la diana
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Mal ambiente en la planta noble

Guerra civil en el Betis: divorcio total en la directiva y con Quique Setién en la diana

La mala temporada del club verdiblanco trae de cabeza a sus dirigentes. La continuidad de Lorenzo Serra Ferer tampoco está garantizada. Algunos fichajes no tuvieron la aceptación de todas las partes

Foto: Quique Setién durante el partido entre el Bestis y el Espanyol de la pasada jornada. (EFE)
Quique Setién durante el partido entre el Bestis y el Espanyol de la pasada jornada. (EFE)

Alejado del peligro del descenso y de los sueños de Europa, el barco del Real Betis Balompié navega en esa zona de nadie de la Liga Santander donde supuestamente existe mar en calma, pero lo que en realidad se escuchan son cañonazos y ruido de cuchillos. Una guerra larvada desde el 14 de febrero, día de San Valentín, donde se produjo un desamor en la cúpula del Real Betis, con Lorenzo Serra Ferrer, vicepresidente y máximo responsable deportivo, en claro desencuentro con la cabeza visible del club, Ángel Haro (presidente) y José Miguel López Catalán (vicepresidente), matrimonio idílico que terminará en divorcio y con los huesos de Quique Setién, el entrenador, muy lejos del barrio de Heliópolis.

Aquel 14 de febrero, el Real Betis y una legión de béticos aterrizaban en la norteña Rennes con la moral por las nubes y ganas de pegar un escopetazo en la Europa League. Pero el equipo, pese a empatar a tres, hizo agua. En la Liga seguía viviendo en la zona tranquila y en la Copa metió la directa hacia semifinales. Inmerso en las tres competiciones, con el Benito Villamarín elegido como sede de la final de la Copa del Rey, en el Betis ya olían a plata.

Pero llegó la semana trágica, de jueves 21 de febrero a jueves 28 del mismo mes, que lo rompió todo y desgarró el corazón de los béticos. Porque el Rennes ganó al Betis en Heliópolis y el Valencia, el rival copero en semifinales, estalló la burbuja de los sueños de plata de los béticos.

placeholder Canales se lamenta en el suelo tras el pase del Rennes en la Europa League. (EFE)
Canales se lamenta en el suelo tras el pase del Rennes en la Europa League. (EFE)

La prudencia de Serra Ferrer

Desde esa fecha, el Real Betis de Quique Setién no ha podido quitarse la depresión y las brujas no dejan de dar escobazos en la planta noble del Betis. Y eso que en noviembre, la comisión deportiva, formada por Serra Ferrer, Haro y López Catalán, a instancias de este último, estudió una propuesta de ampliación del contrato a Setién por dos temporadas más (hasta junio de 2022), idea que fue rechazada tras escuchar un informe de Lorenzo Serra, que recomendaba prudencia con la ampliación del contrato del técnico, que finalizaba en 2020.

El balón rueda caprichoso en el club verdiblanco y la espada a punto estuvo de cortarle la mano a los que querían ver a Setién de verdiblanco durante mucho tiempo. Y es que el Betis encadenó una pésima racha de tres derrotas consecutivas (una de ellas, la que más dolió, ante el Sevilla), con la grada gritando cada vez más fuerte “Setién, vete ya” y el despido del paseándose como un fantasma por la mente de los dirigentes del club, que lo pensaron muy seriamente tras la goleada ante el Levante. Ahí fue Serra Ferrer el que frenó los ímpetus de Haro y Catalán, porque los análisis “se hacen en frío y es mucho mejor hacerlos a final de temporada”, dicen que ha dicho el vicepresidente mallorquín, intocable para los béticos pero que no ha escapado de las salpicaduras de esta crisis.

Y es que Lorenzo Serra ha visto cómo decisiones suyas no han sido tomadas en cuenta por “los jefes”, que nombraron director de la cantera a Miguel Calzado, hombre confianza de Haro y Catalán, un cargo que Serra Ferrer tenía preparado para Pep Alomar, paisano, colaborador y amigo íntimo del mallorquín, con el que lleva trabajando más de tres décadas. Alomar, con un sueldo elevado para sus responsabilidades actuales, trabaja en los escalafones inferiores del Betis.

Foto: Santi Solari, en el banquillo del Real Madrid. (Reuters)

Jugar a director deportivo

Tampoco le ha gustado nada a Lorenzo Serra que Miguel López Catalán jugara a ser director deportivo, interviniendo personalmente en las gestiones para la contratación del joven Emerson, un prometedor lateral derecho brasileño que el Barcelona fichó en el mercado invernal y lo cedió al Betis. Serra, con malestar por ser “puenteado”, se enteró del asunto cuando todo estaba listo para la firma y el jovencísimo futbolista con las maletas en el aeropuerto de San Pablo.

Este tipo de desencuentros se ha agudizado con las críticas mal disimuladas a Serra Ferrer por sus últimas gestiones en el mercado invernal, como el fichaje de una estrella en ciernes como el mexicano Diego Laínez (18 años), que apenas dispone de minutos para Setién. Sin embargo, el cántabro dio el visto bueno a la cesión de Jesé Rodríguez, cuya indudable clase está definitivamente reñida con el gol. Y gol es lo que piden los béticos y también Quique Setién, que desaprobó la marcha del paraguayo Sanabria al Génova mientras apenas cuenta con Sergio León, goleador la temporada pasada y con una participación testimonial en la presente.

Existe mal ambiente en la planta noble del Real Betis. Nadie se atreve a decir cómo terminará esta guerra con cañonazos debajo de la mesa. Un perdedor seguro: Quique Setién, con las quinielas asegurándole su despido tras el cierre de curso. Tampoco nadie se atreve a decir alto que Lorenzo Serra tiene asegurado el puesto. Habrá que escuchar el ruido que seguro formarán los béticos.

Alejado del peligro del descenso y de los sueños de Europa, el barco del Real Betis Balompié navega en esa zona de nadie de la Liga Santander donde supuestamente existe mar en calma, pero lo que en realidad se escuchan son cañonazos y ruido de cuchillos. Una guerra larvada desde el 14 de febrero, día de San Valentín, donde se produjo un desamor en la cúpula del Real Betis, con Lorenzo Serra Ferrer, vicepresidente y máximo responsable deportivo, en claro desencuentro con la cabeza visible del club, Ángel Haro (presidente) y José Miguel López Catalán (vicepresidente), matrimonio idílico que terminará en divorcio y con los huesos de Quique Setién, el entrenador, muy lejos del barrio de Heliópolis.

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