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“Papá, tengo miedo”: un equipo benjamín deja de jugar por culpa de la violencia
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tras ver una agresión a un árbitro

“Papá, tengo miedo”: un equipo benjamín deja de jugar por culpa de la violencia

Los niños de un equipo benjamín del AD Piqueñas de Madrid se negaron a seguir jugando en un campo en el que vivieron un episodio de violencia, en concreto la agresión a un árbitro

Foto: Los episodios de violencia en el fútbol español se multiplican sin parar. (FOTO: Reuters)
Los episodios de violencia en el fútbol español se multiplican sin parar. (FOTO: Reuters)

Sucedió hace unas cuantas semanas. El trágico escenario, un campo en el que dos equipos de benjamines disputaban un partido. Un día de fiesta, uno más, para los más pequeños. Pero no para los mayores, al menos para algunos. Se enfrentaban el AD Piqueñas y el Cantera FC y el partido acabó de la peor manera posible. Como por desgracia sucede con más frecuencia en territorio español. Sindicato de Árbitros, una organización que se dedica a denunciar cualquier acto de violencia que manche el mundo del fútbol base, centrado sobre todo en la figura del colegiado, puso el foco en aquel partido. El árbitro del mismo acabó en urgencias, al ser golpeado por un espectador que le amenazó de muerte mientras le agredía. Aquel episodio ha tenido consecuencias fatales, y es que los pequeños jugadores del AD Piqueñas, totalmente traumatizados por lo vivido, decidieron no volver a jugar en el campo en el que vieron a escasos metros la violencia en toda su magnitud. Resultado final, expulsión de la competición por incomparecencia.

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El equipo Benjamín C del madrileño club no se presentó a los siguientes dos encuentros, quedando fuera de la competición automáticamente. Lo peor, de los 12 pequeños que formaban el plantel, sólo 2 han aceptado seguir jugando en el campo del Cantera FC, donde se disputan todos los partidos de la liga en este grupo, siendo reubicados a la carrera en otros equipos del AD Piqueñas. Otros tantos ahora forman parte de otro equipo del club que juega en Cotorruelo. Los 8 restantes, al igual que estos 2 últimos, decidieron no volver a pisar el terreno en el que vieron el lado más oscuro del fútbol. Ahora sólo se entrenan durante la semana, mientras el club busca rivales para que disputen encuentros amistosos. El más claro ejemplo de que el incidente ha sido fatal es que uno de los aprendices ha decidido desligarse totalmente del club. Sólo tiene 8 años, pero no quiere ni acercarse a un balón de fútbol. Dramático.

“Seguirá pasando”

Complicado que en este tipo de escenarios alguien dé la cara, con nombre, apellidos y comillas por medio. Hablan, pero el “no pongas mi nombre” es lo habitual. El latiguillo de “aquí nos conocemos todos, ya sabes...” lo envuelve todo. Este caso no es habitual, que un equipo se retire de la competición. Pero este equipo del Piqueñas, que jugaba en la Primera de la categoría, una competición que es auspiciada por la Real Federación de Fútbol de Madrid (RFFM), optó por mayoría no regresar al rectángulo en el que sintió miedo de verdad, tal vez con toda crudeza por primera vez en sus cortas existencias. El padre de uno de los dañados niños que decidieron no volver al señalado campo, explica en conversación con El Confidencial que “es increíble que tenga que sacar a mi hijo de la competición porque tiene miedo”. “El problema”, prosigue, “es que estos incidentes se están propagando por todas partes. La situación empieza a ser peligrosa”. “No quiero que mi hijo vea estas cosas en un campo de fútbol”, enfatiza para dar valor a la decisión que el pequeño y sus compañeros tomaron. “La dura realidad”, remata”, es que “van a seguir pasando estas cosas”.

“Hablamos con ellos —los niños— y decidieron que no querían seguir jugando en este campo”, desvela una de las personas integradas en la estructura del AD Piqueñas, que prefiere mantener el anonimato. El presidente opta por quedar al margen. No quiere líos. Ya se sabe, “en este mundo nos conocemos todos”, recalcan de nuevo desde el interior de la institución. Se instó a los padres a que pusieran una denuncia contra el presunto agresor, “que sabemos quién es, todos lo sabemos”, dejan claro, pero los progenitores se inclinaron por no hacerlo. Tampoco el club. El AD Piqueñas, ahora, trata de incluir al equipo damnificado en una liga del Ayuntamiento de Madrid; si al final lo consiguen, todos sus integrantes volverían a jugar juntos. “Los padres somos los primeros que debemos concienciarnos. Si un niño ve al suyo comportarse de esa manera en un campo, ¿qué hará en el futuro cuando es la figura que tiene como modelo en la vida?”, avisa el anónimo trabajador del club afectado.

Cuestión de educación

Desde el interior del Cantera FC dejan claro que “no pudimos reconocer a la persona que agredió al árbitro”. Juan José, así se identifica la persona con la que contacta este periódico —“el apellido lo averiguas tú”, añade—, subraya que “en este club hablamos con los padres para que no sucedan este tipo de cosas, en 25 años no había pasado nada. Hemos tenido muchas reuniones con los progenitores para charlar sobre esta problemática”. “Nos tendremos que esforzar más para que no se repitan estas cosas, más cuando hay niños por medio”, añade, recordando que el club al que pertenece premia mensualmente a un jugador por su buena conducta. Entiende el portavoz que “un pequeño no quiera volver a vivir un capítulo de estas características”. Y pone en valor la figura del técnico, máxima autoridad cuando el balón entra en juego, muy por encima de la del padre. “El entrenador pasa a ser un educador”, añade.

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La actividad de Sindicato de Árbitros es frenética. Es una organización formada, según explica su página web, “por árbitros en activo con ganas de cambiar la situación actual en el fútbol. Dedicaremos nuestra labor a denunciar toda la violencia en el fútbol, haciendo especial hincapié en la figura del árbitro. Por otra parte, dedicaremos especial atención a la violencia existente en el fútbol base, cuna de este deporte”. Han pasado ya muchas semanas desde que un puñado de benjamines optara por dejar de competir en un campo para ellos maldito. El padre de uno de los pequeños afectados avisa de que otros equipo se planteó seguir el mismo camino. Y mientras, como significa el interlocutor del Piqueras, hay mucho trabajo por delante, recordando que “el árbitro sigue sufriendo amenazas y vejaciones de toda clase”. Que un niño no vea a escasos metros ese tipo de hechos es cuestión fundamental para su buena formación. En el caso que nos ocupa, evoca, ”algunos lloraban, estaban muy nerviosos”. ”Entre todos los que formamos parte de este mundo nos jugamos la educación de los niños”, remata, ya tratando de olvidar un suceso del que prefiere no hablar nunca más. Otros sucesos, por desgracia, están por venir. Sobre todo para los soñadores aspirantes a futbolista...

Acta arbitral del partido

3.- PÚBLICO

- Finalizado el partido y encontrándome aún dentro del terreno de juego, entran al mismo varios aficionados, claramente identificados del Cantera A por sus vestimentas y gritos, a increparme y uno de ellos, que tenía identificado de haberme increpado en varias ocasiones durante el encuentro, se pone delante de mí y me dice: “Sinvergüenza, hijo de puta”, al mismo tiempo que me golpea con 2 objetos que portaba en ambas manos que eran empuñaduras de paraguas, impactándome los golpes en el labio, frente y manos, causándome heridas visibles a simple vista y dejándome en un estado de aturdimiento, separándole de mí el delegado del Cantera B, Don ______________________, diciéndole “pero, ¿qué haces tío?”. El aficionado agresor se había dedicado a insultarme durante el partido con frases como: “Hijo puta, eres muy malo, te vamos a matar después cuando salgas”.

- Seguidamente, aficionados del Piqueñas C entraron a socorrerme y pude ver cómo fueron agredidos algunos de ellos por aficionados del Cantera A. En ese momento me fui al vestuario donde caí al suelo en la puerta, debido a un mareo que me dio a causa de los golpes recibidos. Me levantaron y entré al vestuario, momento en el que el aficionado del Cantera A que me agredió se acercó de nuevo a increparme a la puerta del vestuario en los siguientes términos: “Sal para afuera hijo de puta, que te voy a meter más, tú hoy mueres, cabrón”, siendo cerrada por mí y llamando a continuación a las fuerzas del orden, que se personaron momentos después. Estas llamaron a una unidad del SAMUR que nos atendió, tanto a mí como a un aficionado del Piqueñas C también agredido.

- Aficionados del Cantera A, ante la impotencia de los incidentes que habían creado y con un señor que decía que era el presidente y que hablaba de forma airada, se acercaron a increparme al terminar los incidentes anteriormente citados, también a la puerta del vestuario, acusándome de hechos que no había cometido con anterioridad al partido, amenazando con que me iban a denunciar, diciendo cosas inciertas como que había amenazado a los niños con amañar los partidos para que pierdan siempre.

Sucedió hace unas cuantas semanas. El trágico escenario, un campo en el que dos equipos de benjamines disputaban un partido. Un día de fiesta, uno más, para los más pequeños. Pero no para los mayores, al menos para algunos. Se enfrentaban el AD Piqueñas y el Cantera FC y el partido acabó de la peor manera posible. Como por desgracia sucede con más frecuencia en territorio español. Sindicato de Árbitros, una organización que se dedica a denunciar cualquier acto de violencia que manche el mundo del fútbol base, centrado sobre todo en la figura del colegiado, puso el foco en aquel partido. El árbitro del mismo acabó en urgencias, al ser golpeado por un espectador que le amenazó de muerte mientras le agredía. Aquel episodio ha tenido consecuencias fatales, y es que los pequeños jugadores del AD Piqueñas, totalmente traumatizados por lo vivido, decidieron no volver a jugar en el campo en el que vieron a escasos metros la violencia en toda su magnitud. Resultado final, expulsión de la competición por incomparecencia.

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