Del banquillo al sofá: "En las caras de tu entorno notas que te van a despedir"
La salida de Gaizka Garitano del Deportivo supone el octavo despido de la temporada en LaLiga. Gregorio Manzano, Joaquín Caparrós y Javier Irureta comparten la experiencia de ser destituidos
“Garitano no es el único responsable”, advirtió el presidente del Deportivo, Tino Fernández. Y, sin embargo, Garitano es el único que se fue.
El bilbaíno es el último técnico despedido en lo que va de temporada. Con él ya son ocho. El proceso que precedió a su destitución fue el habitual. El equipo empieza a encadenar resultados negativos, las sensaciones en el campo son cada vez peores y la grada empieza a pitar. La derrota en Butarque ante un rival directo como el Leganés por 4-0 acabó por sentenciarle. “El club ha buscado un revulsivo y en estos casos siempre es el entrenador el que paga”, admitió resignado Gaizka Garitano en su adiós.
El cambio de jefe en la oficina es una norma del fútbol cuando se vislumbra el abismo del descenso. “Lo ves venir, pero el entrenador no piensa nunca en ser destituido”, aclara Joaquín Caparrós. El técnico utrerano vivió sus mejores años sentando las bases del actual Sevilla entre 2000 y 2005. Su última experiencia fue en Osasuna, al que llegó con el equipo ocupando el farolillo rojo en la jornada doce. Ocho partidos y siete derrotas después, el técnico se despedía del club navarro.
Los primeros indicios del despido no llegan desde la grada, sino desde el entorno del entrenador. “Vas notando que los directivos ya te miran de otra forma. Ves que no hay la misma confianza”, dice. Y, entre tanto, “el técnico debe estar por encima, transmitiendo buenas sensaciones a los jugadores”.
El telonero del ‘cholismo’ fue Gregorio Manzano. Su penúltima experiencia en LaLiga antes de partir a China fue en el Atlético de Madrid, donde le echaron a mediados de diciembre de 2011. “Las sensaciones se dan en el entorno más cercano, sobre todo a nivel mediático. Hay ansiedad, preocupación. Lo notas en las caras de las personas”, asegura este veterano entrenador, que suma veinte clubes en su currículum. “Hay que transmitir serenidad al vestuario, una situación negativa no puede sobrepasarte”, advierte.
Su experiencia en China con el Beijing Guoan y el Shanghai Shenshua confirmó que el despido de los entrenadores no es un mal que afecte solo al fútbol español. El Guangzhou Evergrande, actual campeón de la liga del país, echó a Fabio Cannavaro para contratar a Luiz Felipe Scolari. “En España tenemos la fama, pero la paciencia es la misma en todas partes”, asegura Joaquín Caparrós. Manzano continúa: “no hay entrenador que no pasase por una situación traumática como esta”. Esta temporada, solo la Bundesliga ha despedido a más entrenadores entre las grandes ligas europeas.
“Los despidos son populismos con la grada”
Las grandes inversiones extranjeras en el panorama profesional español llegaron con el Granada en 2009. La familia Pozzo se hacía socia mayoritaria del conjunto nazarí, con más de veinte años de experiencia controlando la suerte del Udinese italiano. Un año después llegaba al Málaga el jeque Al Thani, sin experiencia previa en el fútbol profesional. El Valencia, el Atlético de Madrid (20% de su accionariado pertenece al grupo Wanda) y el Espanyol fueron los siguientes en dar entrada al capital foráneo. “Con los nuevos dueños de clubes, todo forma parte de una improvisación empresarial poco profesional. Se toman este tipo de decisiones desde juntas directivas sin gente relacionada con el fútbol. Es algo que no pasa en otros deportes”, expone Diego Barcala, director de la revista 'Líbero'. El periodista destaca el perfil de los dirigentes, “gente que llega para cuadrar números”, pero que finalmente acaban “invadiendo la parcela deportiva sin tener conocimientos”.
Aunque las malas prácticas de los consejos de administración de los clubes vienen de lejos. Que se lo pregunten si no a Javier Irureta. El segundo técnico con más partidos en LaLiga, después de Luis Aragonés, se enteró de que no continuaba como entrenador del Logroñés en febrero de 1989 cuando le llamó José María García para entrevistarlo. “Ahora está más profesionalizado, pero en esa época era común. Entendían el fútbol así”, recuerda el técnico guipuzcoano, que entonces llegó a considerar dejar los banquillos. Irureta salió de Las Gaunas con el equipo decimocuarto en la vigésima jornada. Dieciocho partidos después, el Logroñés terminó en la misma posición.
La mayoría de los cambios de entrenador son un mecanismo de las directivas para demostrar "que se está haciendo algo”, sugiere el director de 'Líbero'
“Ser cesado del cargo es un momento muy doloroso”, admite el hombre que guió al Deportivo a su primer y único título de Liga. En aquel equipo plagado de estrellas, Nuno Espírito Santo era suplente de Jacques Songo’o. “No entiendo por qué fue despedido del Valencia. Lo estaba haciendo bien, el equipo se había clasificado a Champions pero el público o la prensa empezaron a anegarlo todo”, critica. El técnico portugués había colmado la paciencia del público de Mestalla. El equipo cayó en la fase de grupos de Champions y se asentaba en la novena posición de la Liga, pero las expectativas puestas en aquella plantilla eran mayores. El club propiedad del singapurense Peter Lim acabó remplazándole por Voro, que solo se sentó en el banquillo un partido, seguido por Gary Neville y Pako Ayestarán. Cuatro entrenadores en una temporada que dejó al Valencia duodécimo.
Para Joaquín Caparrós, en el fútbol ha cambiado el concepto: “Antes era de los aficionados, ahora es de grandes grupos inversores”. La distancia entre el cuerpo técnico y las nuevas directivas, en la mayoría de ocasiones desconocedoras de la gestión deportiva de un club profesional, han terminado por anular la relación entre el entrenador y el presidente. “En todas mis etapas como técnico, siempre que conseguí objetivos es porque había una comunicación directa entre las dos partes. Cuando no la hay, es imposible”, indica el utrerano. “Se pierde la figura del presidente comprometido. Antes era de la ciudad, y si había un problema se hablaba con él y se solucionaba”, sentencia.
Barcala reprocha la ausencia de contratos largos. "Los equipos de abajo deben de contar con cláusulas en las que el despido es casi gratis”, sostiene. Para el periodista, los cambios de entrenador “son un populismo con la grada”. Un mecanismo de las directivas para demostrar "que se está haciendo algo”. La clave es la siguiente: si el presidente percibe la desmotivación de los jugadores, lo normal es el despido. Y eso, según el director de 'Líbero', demuestra un problema de estructura. “La directiva asume que ha fracasado en su planificación”, concluye.
El momento de la destitución
"Si los resultados no acompañan, los entrenadores son la cabeza. La afición presiona y la directiva entiende que la decisión más conveniente es el despido”, resume Manzano. Los tres experimentados técnicos coinciden en que la abrupta ruptura del contrato “es parte de la profesión”. Según Caparrós, “no es algo para lo que te preparan, va en la fortaleza moral de cada uno”.
Cuando el míster entiende que no ha podido sacar todo el rendimiento de la plantilla, hay una atribución interna. “Esa frustración conduce a una bajada de autoestima”, explica Fernando Callejo, cofundador del centro de psicología UPAD. “Lo importante”, aconseja Callejo, “es ver la destitución como un aprendizaje y reflexionar sobre “en qué se ha fallado”. En caso de atribuir el fracaso a un factor externo, se corre el riesgo de “caer en el victimismo”. “Lo que puedo controlar es lo que hago con mi equipo; la autocrítica es fundamental”, asevera el psicólogo.
Por las páginas de la revista 'Líbero' pasaron preparadores como Ángel Cappa, Jorge Valdano o Paco Jémez. “La conclusión que nos dan es que todo se basa en la falta de motivación que el entrenador traslada a los jugadores, que dejan de creer”, añade Barcala. La llegada del nuevo técnico es entonces inevitable. El Real Madrid vivió una situación similar la pasada temporada. Los planteamientos de Rafa Benítez no parecían calar entre los jugadores, que incluso llegaron a cuestionarle públicamente. Al banquillo llegó un hombre con casi nula experiencia dirigiendo una plantilla, pero Zinédine Zidane acabó levantando la undécima Champions League del club merengue.
Para Joaquín Caparrós, el concepto del fútbol ha cambiado: “antes era de los aficionados, ahora es de grandes grupos inversores”
“Cuando llegas, los jugadores están expectantes. A ver qué dice este hombre, qué métodos trae, cómo serán los entrenamientos. El nuevo entrenador viene a sacarlos de esa situación”, indica Manzano. En 2001 vivió las dos caras de la moneda. El Racing de Santander lo echa en el mes de marzo y en octubre lo repesca el Rayo Vallecano, logrando la permanencia con los madrileños. La presión para el técnico ‘apagafuegos’ es mayor para el que comienza la temporada con el club. “El objetivo es muy a corto plazo, no hay tiempo que perder. Cada partido se juega como una final”, apunta Manzano, que considera que el cambio de cromos en el banquillo “generalmente funciona”.
Más dudas tiene Irureta: “con el nuevo entrenador siempre se habla de su currículum, las cosas que ha hecho. Pero al final, no siempre se acierta”. El preparador, ya retirado, admite que tener la opción de entrenar es siempre difícil. “Muchas veces llegas en un momento complicadísimo, pero esperar ofertas en el sofá de casa es duro. Cuanto más tiempo estás parado, más difícil es volver a entrenar", argumenta.
“Garitano no es el único responsable”, advirtió el presidente del Deportivo, Tino Fernández. Y, sin embargo, Garitano es el único que se fue.