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El récord de Rijkaard que no alcanzó Guardiola lo puede destrozar Ancelotti
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a un triunfo de las 18 victorias

El récord de Rijkaard que no alcanzó Guardiola lo puede destrozar Ancelotti

Si el Madrid gana al Celta en el Bernabéu, igualará el récord de 18 victorias consecutivas que estableció ese Barça de Rijkaard campeón de Europa

Foto: Ronaldo y Ancelotti, dos de los grandes artífices de la racha blanca (EFE).
Ronaldo y Ancelotti, dos de los grandes artífices de la racha blanca (EFE).

El Real Madrid perdió contra el Atlético de Madrid dos veces esta temporada. La primera, en el partido de vuelta de la Supercopa de España, que dio el título a los rojiblancos. La segunda, en la tercera jornada de Liga. Ésta acentuó la primera crisis del curso blanco. Fue una crisis tremendamente preocupante. Las señales que ofrecía el Madrid eran muy negativas: los nuevos no parecían acoplarse, las ausencias de Xabi Alonso y Di María sembraron el caos. Ancelotti no encontraba la fórmula… pero la encontró. Y lo que encontró fue la fórmula de la poción mágica. Y convirtió a los suyos en invencibles.

Nunca en la historia del Real Madrid, plagada de éxitos y de récords sorprendentes, se habían superado las 15 victorias seguidas. Jamás. No ya sólo en Liga, sino en todas las competiciones acumuladas. Pues este Madrid ya es mejor, al menos por racha, a todos los anteriores en estos 112 años de vida que tiene la institución merengue. 17 victorias suma hasta el momento, en una sucesión de éxitos que todavía, si nos atenemos al calendario sucesivo, podría verse aumentada considerablemente. Sin ir más lejos, este sábado, ante el Celta, podría sumar su triunfo 18 consecutivo, y después recibe en el Bernabéu al Ludogorets, rival a priori más asequible de su grupo de la Champions League. Tras estos dos partidos, visita Almería. Y luego ya, el Mundial de Clubes.

O lo que es lo mismo, podría ponerse, sin que suene demasiado previsor, con 22 victorias de fila. Sumaría dos más de la mejor racha vista en el fútbol español. Cualquiera que pensara en 18 victorias, las asociaría inmediatamente al mejor club que haya existido. Y muchos traerían a su memoria al Barcelona de Pep Guardiola, que logró 14 títulos en cuatro años. Errarían. No fue el Pep Team el que estableció esa marca, sino su antecesor en cuanto a gloria culé se refiere: Frank Rijkaard.

Dentro de unas décadas, cuando echemos la vista atrás y queramos recordar al mejor Barça de la historia, surgirá el de Guardiola, Messi, Iniesta, Busquets y Xavi. Fue insuperable en incontables materias, su fútbol era lo más parecido a la perfección que ha habido, al menos, en el fútbol moderno. Pero, ¿habría existido ese Barcelona de las seis copas si Rijkaard no lo hubiese entrenado antes? La respuesta, como a todas las suposiciones, admite cualquier valoración. Pero el arriba firmante cree que no habría sido posible.

Joan Laporta llegó al Barcelona en 2003 con una motivación especial y un hambre de éxito descomunal. El expresidente quiso desterrar de una vez por todas esa teoría que dice que en Can Barça se vive en una crisis permanente, incluso en los mejores momentos. No hay culé que disfrute con el juego de su equipo sin que se preocupe por la más mínima cosa. Laporta quería eliminar el victimismo y recuperar el triunfalismo de Cruyff. Fichó a Ronaldinho, a Giuly, a Deco, a Eto’o. Vamos, a lo mejor que había disponible en ese momento en el mercado futbolístico y apostó por un técnico joven, holandés, de la escuela del Ajax. Tuvo paciencia el presidente, porque terminó en blanco su primera campaña. Y se le recompensó.

Empezó ese momento mágico el 22 de octubre de 2005. Un doblete de Eto’o y otro de Giuly destrozaron a Osasuna en el Camp Nou y desde ese momento no volvió a ceder un solo triunfo hasta el 26 de enero del año siguiente, cuando visitó La Romareda en cuartos de final de Copa del Rey y cayó por 4-2 ante el Real Zaragoza. Entre medias, trece triunfos en Liga, dos en dieciseisavos de Copa ante el Zamora, y otros tres en Champions League contra Panathinaikos, Werder Bremen y Udinese. El Barça no ganaría esa Copa, porque no pudo remontar ese resultado adverso que se trajo de Aragón, pero ganó todo lo demás. 14 años después, volvía a ganar la Copa de Europa y la Liga. Las dos juntas, como un pack. Y las dos con autoridad.

Ancelotti estrenó su trayectoria con el Real Madrid con otro doblete, Copa y Champions League. Pero la voracidad de este Madrid no se frena ahí. El italiano ha construido un bloque sólido que tuvo su último percance contra el Atlético y que no tiene visos de frenar su fabulosa trayectoria. Y si entre medias puede ganar otro título, el cuarto, con el Mundial, mejor que mejor. Aunque el deseo está lejos de querer pararse ahí, en la mera aunque brillante estadística. Ancelotti quiere volver a ganar lo que ganó el año pasado, y si puede, añadir la Liga, objetivo prioritario esta temporada.

El Real Madrid perdió contra el Atlético de Madrid dos veces esta temporada. La primera, en el partido de vuelta de la Supercopa de España, que dio el título a los rojiblancos. La segunda, en la tercera jornada de Liga. Ésta acentuó la primera crisis del curso blanco. Fue una crisis tremendamente preocupante. Las señales que ofrecía el Madrid eran muy negativas: los nuevos no parecían acoplarse, las ausencias de Xabi Alonso y Di María sembraron el caos. Ancelotti no encontraba la fórmula… pero la encontró. Y lo que encontró fue la fórmula de la poción mágica. Y convirtió a los suyos en invencibles.

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