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Un pelotazo y dos toques bastaron para que un buen Atlético se llevara la Supercopa
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JAMES Y KROOS, UNICAS BAZAS BLANCAS

Un pelotazo y dos toques bastaron para que un buen Atlético se llevara la Supercopa

La Supercopa se quedó en el Calderón. Un gol marcado por Mandzukic nada más comenzar el partido fue definitivo. El Atlético sujetó bien al Madrid de principio a fin

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Un pelotazo de Moyá, un toque de Griezmann y un perfecto remate de Mandzukic a los noventa segundos del pitido inicial de Fernández Borbalán bastaron para que el Atlético levantara la Supercopa de España ante un lento y triste Real Madrid, con jugadores lejos de su mejor forma como Varane, Ramos o Xabi Alonso y un Cristiano Ronaldo que vio los primeros cuarenta y cinco minutos en el banquillo y los segundos como invitado de lujo en el palco y mostrando que no estaban, ni de lejos, recuperado para jugar.

El Atlético en este doble enfrentamiento ha demostrado que tiene las ideas mucho más claras que su vecino y enemigo. Saben a qué juegan pese a la innecesaria sobreactuación de su entrenador. Y es que los jugadores parecen tener las cosas más claras que el técnico y saben meter la intensidad justa a los partidos. Ancelotti y los suyos andan todavía pensando cómo encajar a todas las estrellas con un sentido táctico, algo que no ha logrado.

La concesión inicial del Real Madrid condicionó el resto del partido y, a la larga, sirvió para que el Atlético celebrara un nuevo título y en la cara del vecino. El gol de Mandzukic, tras fallo de un horrible Varane y de Sergio Ramos todavía en modo veraniego, permitió al Atlético llevar al partido a donde le interesaba, especialmente durante la primera media hora. Los de Simeone vieron cómo de repente, en el primer minuto de juego, la historia cambiaba por completo. De los tempraneros goles madridistas de las últimas décadas, a un tanto que ponía por delante al Atlético con aficionados buscando su sitio en la grada.

El cambio de panorama llevó a los rojiblancos a sentirse cómodos, sin encontrar apenas oposición en un Real Madrid frío, fuera de sitio y mostrando una debilidad defensiva que debería preocupar y mucho a Ancelotti. Esa tan comentada intensidad atlética bastaba para que el equipo local se sintiera dominador ante un conjunto blanco sin apenas fútbol ni velocidad para sorprender al rival. La presión del centro rojiblanco bastaba para frenar los tímidos ataques madridistas. Al Atlético no le preocupaba atacar. No tenía necesidad.

El dibujo no cambio hasta que James y Kroos decidieron dar un paso, buscar la pelota. El alemán repartiendo juego y haciendo algo tan sencillo como dar el balón al espacio libre, buscando y encontrando al compañero mejor colocado. El colombiano dio un recital de movilidad y de tener una pierna izquierda privilegiada. No tuvo puntería en las tres claras ocasiones que tuvo, pero mostró que hay jugador, que hay calidad detrás de esos 80 millones de euros que ha costado.

Los últimos quince minutos de la primera parte fueron blancos. Con Benzema en el limbo y Bale sin espacio para poner la máquina en marcha, Carvajal se convirtió en el mejor socio de Kroos, el alemán que tiene ojos a los lados. Y es que el canterano se ha convertido en el único argumento para sorprender con un cambio de ritmo, con velocidad. No hay más. Al menos por ahora. James en dos ocasiones y Bale la tuvieron pero no acertaron para enviar el balón entre los tres palos, como tampoco lo hizo Raúl García en el último minuto. Antes, Modric enganchó un par de balones sueltos que se encontró en el borde del área. Poco más.

La segunda mitad se inició con Simeone en la grada y con un Atlético mucho más metido en el partido, con ganas de sentenciar. Raúl García, el mejor en los dos partidos, se encontró con el palo y con una mano salvadora de Casillas para evitar la sentencia. La escena se repitió en el 54 y en el 57. Pérdida de balón y ocasión del Atlético. La receta era clara y más sin Kroos en el campo. Ni la entrada de Ronaldo sirvió para que el Real Madrid cambiara el panorama. Un disparo lejano del portugués, alguna aparición de Bale y poco más. Nula capacidad de sorpresa y escasa respuesta ante el mejor saber estar del Atlético. Y es que el Atlético terminó creando el peligro que el Real Madrid fue incapaz de llevar a la portería de Moyá durante toda la segunda parte.

Un pelotazo de Moyá, un toque de Griezmann y un perfecto remate de Mandzukic a los noventa segundos del pitido inicial de Fernández Borbalán bastaron para que el Atlético levantara la Supercopa de España ante un lento y triste Real Madrid, con jugadores lejos de su mejor forma como Varane, Ramos o Xabi Alonso y un Cristiano Ronaldo que vio los primeros cuarenta y cinco minutos en el banquillo y los segundos como invitado de lujo en el palco y mostrando que no estaban, ni de lejos, recuperado para jugar.

Sergio Ramos Cristiano Ronaldo Diego Simeone
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