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Óliver será una realidad cuando aguante "un eructo de Ballesteros"
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SIMEONE MIMA LA MADURACIÓN DEL JOVEN

Óliver será una realidad cuando aguante "un eructo de Ballesteros"

Es innegable que las expectativas puestas en Óliver Torres (Navalmoral de la Mata, 1994) son enormes. Pocos pueden dudar de la calidad que atesora la principal

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Óliver será una realidad cuando aguante "un eructo de Ballesteros"

Es innegable que las expectativas puestas en Óliver Torres (Navalmoral de la Mata, 1994) son enormes. Pocos pueden dudar de la calidad que atesora la principal joya de la cantera del Atlético de Madrid, a quien se señala como seguro referente del club del Manzanares en un futuro próximo. El centrocampista deslumbró en pretemporada, donde llegó lanzado en su rendimiento gracias al Europeo sub’19 que ganó con España, pero Diego Pablo Simeone tomó la decisión firme de no precipitarse con él para proteger su maduración. El técnico argentino está impartiendo a rajatabla ese ‘cursillo’ imaginario, que terminará cuando el extremeño dé muestras evidentes de que nada de lo que le viene por delante le va a superar.

El pasado domingo Óliver disfrutó sobre el campo de los últimos 30 minutos del duelo ante el Getafe. Era su quinta participación con el primer equipo, con el que debutó en la primera jornada de esta Liga ante el Levante. Los dos encuentros coperos ante el Real Jaén, de Segunda B, y el partido jugado en Vallecas en febrero completan toda su experiencia en la élite. En todos los casos salió desde el banquillo y, sin llegar a desentonar, tampoco fue decisiva su actuación.

En otros cinco encuentros ha sido convocado sin llegar a participar ni un minuto. Después de uno de estos, ante la Real Sociedad, en la primera derrota liguera en el Calderón, la prensa volvió a cuestionar a Simeone por el canterano. Mostrando cierto hartazgo por lo que es una pregunta reincidente esta temporada, el entrenador soltó un explícito “¿y a quién quito para meter a Óliver?”. De puertas para adentro, los técnicos rojiblancos entienden las ganas que hay de ver caras nuevas, y más la de un jugador a quien se le vislumbra un juego diferente y llamativo. Pero ellos son los más interesados por que el desarrollo cumpla sus plazos, y el primero de ellos pasa por la adecuación al ritmo, el oficio y la fuerza de la Primera división.

Los responsables del vestuario atlético admiten en privado que el canterano “juega bien”, y que es capaz de darles “mayor claridad en la elaboración”, pero a día de hoy le ven todavía demasiado verde. Llegan a resumirlo entre bromas con una imagen clarificadora: “Ahora mismo, Ballesteros le echa un eructo y lo manda fuera de la cancha”, usando al rudo defensa levantinista como mayor ejemplo de la dificultad que entraña superar a los defensas de Primera.

Koke representa el paso siguiente

El duro empate a cero en Getafe, donde el Atlético acabó con nueve jugadores, supuso para Óliver una piedra de toque perfecta en este sentido. Mientras espera la final de Copa dentro de mes y medio, Simeone busca certificar la clasificación a Champions con bastante ventaja en la tabla. Por ello, es muy probable que el joven centrocampista de 18 años aparezca más a menudo en este último tramo de temporada. 

La lesión de Arda Turan ha dejado a los colchoneros con menos calidad en el último tercio de la cancha, donde, acompañando a Costa y Falcao, Adrián y Koke formaron de inicio el domingo. Precisamente este último representa el siguiente escalón al que debería acceder poco a poco Óliver si los planes se cumplen. Hasta que no ha desarrollado el físico para que sus cualidades técnicas no se diluyan en la élite, Koke no ha dejado claro a todo el mundo que estaba preparado para ser importante en un club como el Atlético. Y Simeone no olvida que él sólo tiene 21 años todavía y que, aunque en un nivel un poco más avanzado, también se le está aplicando un cursillo similar al de Óliver. En un estatus también inicial están Manquillo y Saúl Ñíguez, los dos jóvenes que completan el trío de canteranos que más cerca están de ser realidad del primer equipo.

En el trabajo semanal que programan los técnicos atléticos, siempre tienen cabida varios jugadores de los filiales o los juveniles. Les tienen en cuenta, Simeone y Germán Burgos hablan a menudo con Carlos Aguilera, director del fútbol base, y con Alfredo Santaelena, técnico del ‘B’, para conocer los estados de forma de todas las promesas. E incluso, han llegado a ‘castigar’ a aquellos que tras subir al primer equipo vuelven con sus compañeros con el ego demasiado subido, estando un tiempo sin volver a llamarlos. “A veces hay que darles en el pecho para que no se agranden”, dicen.

En definitiva, el trabajo con los jóvenes valores es otra de las prioridades del Cholo a la hora de que el Atlético siga creciendo como institución. Y no sólo mirando a lo deportivo sino también a lo económico. A medio plazo, y si se cumplen los plazos, Óliver Torres será una realidad del Atlético de Madrid, una posible estrella nacional a coste cero, fabricada en la casa. Pero mientras, y hasta que la evidencia caiga por su propio peso, los técnicos le seguirán protegiendo. 

Es innegable que las expectativas puestas en Óliver Torres (Navalmoral de la Mata, 1994) son enormes. Pocos pueden dudar de la calidad que atesora la principal joya de la cantera del Atlético de Madrid, a quien se señala como seguro referente del club del Manzanares en un futuro próximo. El centrocampista deslumbró en pretemporada, donde llegó lanzado en su rendimiento gracias al Europeo sub’19 que ganó con España, pero Diego Pablo Simeone tomó la decisión firme de no precipitarse con él para proteger su maduración. El técnico argentino está impartiendo a rajatabla ese ‘cursillo’ imaginario, que terminará cuando el extremeño dé muestras evidentes de que nada de lo que le viene por delante le va a superar.