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La larga travesía de la 'Cris Campeadora' para hacer historia conquistando el Dakar
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UN TRIUNFO MORAL PARA LOEB

La larga travesía de la 'Cris Campeadora' para hacer historia conquistando el Dakar

La burgalesa se convierte en la segunda mujer en lograr el triunfo en la prueba cumbre del todoterreno. Un premio a la perseverancia, el trabajo y las emociones demostradas

Foto: Cristina celebra el triunfo. (Europa Press/Julien Delfosse)
Cristina celebra el triunfo. (Europa Press/Julien Delfosse)

Si alguien resta un ápice de mérito a la victoria de Cristina Gutiérrez en el presente Rally Dakar, definitivamente desconoce cómo funcionan las carreras de coches o anda corto de memoria. A la piloto burgalesa nadie le ha regalado nada. A nadie que logra algo importante en este mundo se le regala nada. Pero su caso es digno de estudio para que los jóvenes pilotos, sean del sexo que sean, aprendan de lo que se necesita para triunfar en el automovilismo: trabajar y emocionar.

Es cierto que la victoria ha llegado un poco de rebote por los problemas de sus rivales en la última etapa. Más sorprendente aún cuando el recorrido final de poco más de 170 kilómetros se consideraba poco más que un trámite. Pero el propio Carlos Sainz alertó en la penúltima etapa de que "las carreras hay que acabarlas". Nadie mejor que el campeón madrileño sabe lo cruel que pueden llegar a ser las carreras cuando se te para un coche apenas unos metros delante de la bandera a cuadros.

¿Fue Tommi Makkinen un campeón del mundo injusto en 1998? No, no lo fue. Las carreras de coches se dotan de un reglamento y unos sistemas de puntuación comunes a todos los participantes. Es irrelevante que Carlos Sainz sufriera un fallo mecánico a 500 metros de la meta en aquel fatídico Rally de Inglaterra. Cuenta lo mismo el primer kilómetro de cualquier prueba como el último. Para el rival de la piloto española, Mitchell Guthrie, igual que a Sainz en su momento, resulta devastadoramente cruel perder un triunfo que ya rozas con los dedos. Pero no injusto. El justo vencedor es el que pasa primero por la bandera a cuadros. Es decir, Cristina Gutiérrez. Fin.

Sainz ha ganado su cuarto Dakar, beneficiado sin duda por los problemas sufridos por su gran rival, Sebastian Loeb. ¿Y la de veces que los problemas de todo tipo se han cebado con el piloto español a lo largo de su carrera? Cristina suma muchas ediciones ya a sus espaldas y las ha pasado de todos los colores. En este mismo Dakar, la burgalesa ha sufrido de lo lindo, pero, junto a su inseparable copiloto Pablo Moreno, nunca tiraron la toalla y siempre dieron lo mejor de sí mismos en cada momento. Sin la fe inquebrantable que mostraron a lo largo de toda la prueba, no habrían estado en disposición de aprovechar su oportunidad. "La inspiración te tiene que pillar trabajando" decía Picasso.

El factor Loeb

Para Sebastian Loeb, el triunfo de Cristina habrá supuesto sin duda una gran alegría, dentro de su disgusto por perder sus opciones en la penúltima etapa. Es de justicia reconocer que el gran culpable del triunfo de la española es él. Loeb es quien realmente ha hecho de la burgalesa una profesional del automovilismo. Y no se entienda esto tampoco como demérito alguno o regalo. Si uno de los mejores pilotos de la historia se moja por alguien, es porque ese alguien da la talla.

Todo surgió cuando, al comenzar el campeonato Extreme-E, los equipos estaban buscando a las mejores pilotos del mundo del off-road. Cristina nunca habría llegado a esa preselección si no se hubiera endeudado hasta las cejas para participar en la Baja Andalucía, donde cuajó una excelente actuación. Sin aquella audacia, sin aquella demostración de pilotaje, no habría estado presente en aquel ramillete de candidatas. ¿Recuerdan aquello de que nadie regala nada?

placeholder Loeb quizá haya sido la persona más crucial en la carrera de Gutiérrez. (EFE/Gaston Britos)
Loeb quizá haya sido la persona más crucial en la carrera de Gutiérrez. (EFE/Gaston Britos)

Sebastian Loeb quería a Cristina junto a él en el equipo que había creado Lewis Hamilton. Un divo elige a quien más le interesa y luego se va a su casa. Sin embargo, Loeb no es así. Es grande dentro del coche, pero casi es más grande aún (y ya es decir) fuera de él. El mito francés inmediatamente se interesó por la situación personal y profesional de la Cris Campeadora. A partir de ahí, empezó a mover sus hilos. Sin prometer nada. Sin pedir nada a cambio. Como lo hacen los verdaderamente grandes.

La llamada de Loeb a Red Bull surtió efecto. Desde entonces, entró en acción la piloto profesional que hasta ese momento por falta de recursos no pudo ser. Cristina Gutiérrez es odontóloga de profesión, pero, como siempre ha reconocido ella, era porque tenía que labrarse un futuro ante lo incierto del automovilismo. El programa deportivo de la marca de bebidas energéticas le dotó de lo esencial que siempre había echado en falta, como eran las horas de vuelo en competición.

Las emociones

Una compañía como Red Bull no apuesta por Cristina ni por nadie si no das la talla. El aval de Loeb es clave, por supuesto. Pero a partir de ahí uno tiene que ganarse el puesto con resultados. Si estos no llegan, tengas la recomendación que tengas, te vas a la calle. Y, ojo, en la sede de Salzburgo miran con lupa los resultados deportivos, pero también prestan atención al carácter de sus patrocinados. Cristina dejó una profunda huella cuando logró su merecida Copa del Mundo off-road en categoría T2, pilotando con una vértebra rota. Pesó más la voluntad de llegar a meta que el riesgo a haberse quedado en una silla de ruedas para los restos.

Por eso Red Bull ha apostado por Cristina una vez que ha echado a volar por libre sin Sebastian Loeb a su lado. Allí solo quieren a las bestias más fieras de la jungla. Vean, por ejemplo, el caso de Marc Márquez. El catalán será todo lo extraterrestre que queramos al pilotar una moto, pero Red Bull le sigue hasta el fin del mundo porque apuestan por los que lo dan todo a pesar de correr con el cuerpo destrozado. El talento es obligado y el plus es la capacidad de despertar emociones. Ese es justamente el secreto del éxito de la burgalesa: emocionar.

Se trata de emocionar a unos padres que ven que tienen una hija con una determinación fuera de lo común. Se trata de emocionar a su creciente legión de seguidores, a su fiel copiloto y mecánico Pablo Moreno, a sus amigas incondicionales, a sus patrocinadores... La larga y dura travesía que ha atravesado Cristina Gutiérrez para lograr su sueño de ganar el Rally Dakar nunca podría haberlo hecho sola. Pero para emocionar a todos los que la han acompañado se necesita ser alguien muy especial. Enhorabuena, Campeadora.

Si alguien resta un ápice de mérito a la victoria de Cristina Gutiérrez en el presente Rally Dakar, definitivamente desconoce cómo funcionan las carreras de coches o anda corto de memoria. A la piloto burgalesa nadie le ha regalado nada. A nadie que logra algo importante en este mundo se le regala nada. Pero su caso es digno de estudio para que los jóvenes pilotos, sean del sexo que sean, aprendan de lo que se necesita para triunfar en el automovilismo: trabajar y emocionar.

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