Es noticia
Charles Leclerc o la dificultad de ser el abanderado de la olla a presión de Ferrari
  1. Deportes
  2. Fórmula 1
UNA CARRERA PARA OLVIDAR

Charles Leclerc o la dificultad de ser el abanderado de la olla a presión de Ferrari

El piloto monegasco completó un Gran Premio de los Países Bajos para olvidar, demostrando una vez más lo mucho que oscila entre lo genial y lo errático. Los 'tifosi', nada contentos

Foto: Charles leclerc bajo la tormenta en el pasado Gran Premio de los Países Bajos. (EFE /EPA /Sem van der Wal))
Charles leclerc bajo la tormenta en el pasado Gran Premio de los Países Bajos. (EFE /EPA /Sem van der Wal))

Siempre hay ganas de comparar leyendas del pasado con esos pilotos que llegan con aura especial de superclase. A Charles Leclerc son muchos los que han querido ver en él un sucesor de Gilles Villeneuve. Pero a medida que empieza a sumar promesas incumplidas, cada vez podría parecerse más a Jean Alesi. Para evitar ofensas en comparativas carreristas, digamos que algunos ven en el compañero de Carlos Sainz algo así como un Curro Romero, capaz de alternar grandes tardes con otras pésimas. Pero, quizá, sería más adecuada la analogía con un torero como José Tomás o cualquier otro de esos que cuando salen a la plaza son de puerta grande o de enfermería.

Porque que nadie se engañe, cuando al monegasco le salen las cosas bien, es uno de los pilotos más rápidos del mundo, pero eso no basta para coronarse como el número uno del escalafón. La cuestión es que la comparativa con Sainz a menudo es injusta, porque a menudo se olvida que el talento no es sólo ser capaz de manejar un monoplaza en los límites y más allá de la física. Talento también implica soportar la presión, saber sacar partido de un coche poco competitivo, ser capaz incluso de reprogramar tu forma de conducir cuando un coche caprichoso así lo exige.

A Carlos Sainz se le restriegan con frecuencia esas pole positions o victorias que él no consiguió y que sí logró Leclerc. Sin embargo, esos mismos jueces intransigentes con el madrileño, se tornan en olvidadizos o comprensivos cuando Leclerc falla. Y esto es algo que, por ventajista, resulta a veces molesto, porque los errores del piloto del principado son habituales. Y desde luego mucho más llamativos que los de su compañero de equipo.

placeholder Las diferencias entre Charles leclerc y Carlos Sainz no justifican un estatus superior del monegasco sobre el madrileño en Ferrari (REUTERS/ Mike Segar)
Las diferencias entre Charles leclerc y Carlos Sainz no justifican un estatus superior del monegasco sobre el madrileño en Ferrari (REUTERS/ Mike Segar)

La cara y la cruz

El pasado Gran Premio de los Países Bajos vimos la cruz de esa moneda. Leclerc alterna casi con la misma frecuencia su mejor cara con la de la decepción. Había que asumir, desde el primer momento, que los Ferrari iban a sufrir mucho en Zandvoort, pero el de Mónaco no fue capaz de resetearse. Y eso que había señales más que claras, con salidas de pista de ambos pilotos, derrapajes indeseados y sobre todo, unos cronos que no terminaban de salir. Era más que obvio que para el equipo italiano iba a ser un fin de semana muy difícil. Con lluvia o sin ella la cosa no cambiaba. El monoplaza italiano, que tan bien se defendía habitualmente en pistas lentas y de mucha carga aerodinámica, sufría terriblemente en la pista neerlandesa.

En este contexto, Carlos Sainz adoptó el enfoque absolutamente opuesto como era el de minimizar daños. Y por ello, es preciso destacar el enorme mérito de su quinta plaza, pues era evidente que puso a su coche muy por encima de lo que le correspondía. Fue la recompensa a no cometer errores en clasificación y carrera, tanto él como su equipo. Y ganar un punto en el tenis por un golpe acertado o por error no forzado del contrario vale lo mismo. A veces, se resta mérito a un piloto diciendo: ‘Ya, pero si este o aquel no hubieran cometido ese fallo, o no hubieran tenido tráfico, etc., habrían quedado por delante de él’. El caso es que la competición no funciona por los ‘Y si’. Si se juzga negativamente una actuación del madrileño como la que tuvo en Silverstone, hay que reconocer cuando lo hace bien. Y eso a menudo se olvida a la hora de juzgar al piloto español.

Si tienen ocasión de navegar por las redes sociales buscando el nombre de Charles Leclerc, comprobarán la cantidad de veces, que junto a su nombre va aparejado el apodo de Il Predestinato. Y esta presión de ser el abanderado de las esperanzas Ferraristas, hace mella. Mucha mella. En el equipo de Fórmula 1 con más seguidores del mundo, la presión es la raíz de donde surgen los problemas y sobre todo los errores de sus pilotos. Recuerden, por ejemplo, cuando el monegasco era el debutante en Ferrari y Sebastian Vettel la estrella. Leclerc corría sin presión, si fallaba los focos no le apuntaban a él, pero con el líder del equipo no había comprensión alguna.

placeholder Ser el abanderado de Ferrari, pudiera estar resultando una presión demasiado grande para Charles Leclerc ( REUTERS / Jennifer Lorenzini )
Ser el abanderado de Ferrari, pudiera estar resultando una presión demasiado grande para Charles Leclerc ( REUTERS / Jennifer Lorenzini )

La olla a presión Ferrarista

Esa presión descomunal, de la que no se ha librado ninguno de los pilotos que han pasado por Maranello, fue resquebrajando la roca de Vettel poco a poco, hasta que tuvo que salir del equipo italiano de malas maneras por la puerta de atrás. A rey muerto, rey puesto. Ahora Leclerc, sí que iba a ser de verdad el piloto que Ferrari llevaba tiempo buscando y el que iba a devolverles la gloria. El problema es que se fichó a Carlos Sainz, dando muchos por hecho que no iba a plantar cara a Leclerc. Pero la cosa no salió como se esperaba.

Se rumorea, que una de las exigencias de Charles Leclerc en el nuevo contrato que negocia en la actualidad con Ferrari, es que el equipo funcione alrededor de él de la misma forma que Red Bull lo hace con Max Verstappen. No sabemos si esto será cierto o no, pero para exigir ese estatus, la trayectoria de Carlos Sainz en el equipo no le ayuda. Habrá quien piense, no sin motivos, que Carlos no es tan explosivo ni tan genial como Charles, pero los hechos también son tozudos. Salvo la primera mitad de la temporada pasada, la superioridad del monegasco sobre el madrileño nunca ha sido lo suficientemente explícita como para que la Scuderia ponga todos los huevos en su cesta.

Ha terminado la primera mitad de la temporada y Leclerc por la mínima acabó en puntos por delante de Sainz. La vuelta de las vacaciones, ha vuelto a colocar al español por delante de su compañero de equipo. Por mucho que Frederic Vasseur deba su puesto a Charles Leclerc, por mucho que sea el ojito derecho del gran jefe John Elkann, el jefe de equipo de Ferrari es más que consciente que la diferencia real entre sus dos pilotos, no justifica diferencias astronómicas en salario y estatus dentro del equipo. Y Vasseur es un tipo con personalidad y un ganador.

Eso no quiere decir que los del Cavallino finalmente no concedan a Leclerc todo lo que pida e incluso que prescindan de Sainz a futuro. Ferrari es un equipo donde es habitual tomar decisiones emocionales en lugar de racionales. Sin embargo, para volver a ser campeones del mundo, el equipo italiano necesita un líder que dé la talla a las duras y a las maduras. Leclerc ya sabemos que cuando el viento sopla a favor es uno de los mejores de la parrilla, pero el Gran Premio de los Países Bajos nos mostró sus carencias cuando la cosa se pone cuesta arriba. Se es excepcional no sólo cuando se sacan vueltas mágicas, sino cuando lo haces como norma sin cometer errores. Y de la olla a presión de los tifosi cuando les decepcionas, no te salva nadie por muy predestinato que parezcas.

Siempre hay ganas de comparar leyendas del pasado con esos pilotos que llegan con aura especial de superclase. A Charles Leclerc son muchos los que han querido ver en él un sucesor de Gilles Villeneuve. Pero a medida que empieza a sumar promesas incumplidas, cada vez podría parecerse más a Jean Alesi. Para evitar ofensas en comparativas carreristas, digamos que algunos ven en el compañero de Carlos Sainz algo así como un Curro Romero, capaz de alternar grandes tardes con otras pésimas. Pero, quizá, sería más adecuada la analogía con un torero como José Tomás o cualquier otro de esos que cuando salen a la plaza son de puerta grande o de enfermería.

Charles Leclerc Ferrari Carlos Sainz Fórmula 1