El día que la historia de Fernando Alonso en la Fórmula 1 cambió para siempre
Se cumplen dos décadas de la primera victoria de un español en la Fórmula 1. Un domingo de agosto que los pocos españoles que estábamos en Hungaroring jamás olvidaremos
En la temporada 2003 se vivía con Fernando Alonso una sensación con cierto paralelismo a la que se esta viviendo esta temporada con el piloto asturiano. Su coche iba muy bien, pero no lo suficiente como para batir al Ferrari de Schumacher. Había habido podios, vueltas rápidas e incluso ‘pole positions’, pero la victoria se resistía. Todo el contingente español que seguíamos presencialmente el campeonato aquella temporada, nos preguntábamos cuando iba a llegar ‘la primera’ casi igual que hoy nos preguntamos cuando iba a llegar la ‘33’.
Hungría parecía que podría ser territorio propicio, porque el Renault R23 había demostrado ir muy bien en circuitos lentos y en territorios donde la motricidad era muy importante. El secreto de aquel coche que permitía hacer salidas espectaculares y traccionar mejor que ningún otro era el ángulo en V de su motor de 10 cilindros a 111 grados en lugar de lo convencional que era 90 grados. La bajada del centro de gravedad lo hacía por momentos muy competitivo, pero al mismo tiempo tenía el hándicap de ser un poco pesado y sobre todo poco fiable.
Por esa razón cuando en Hungaroring las sensaciones positivas iban in crescendo, gracias a los buenos cronos de Fernando en los entrenamientos libres del viernes, también había un punto de cautela. El miedo a la fiabilidad en una jornada dominical que se sabía que iba a ser muy calurosa era latente. Así llegábamos con toda la ilusión al momento de la clasificación, donde estaba claro que las posibilidades de obtener la pole position por parte de Fernando eran muy altas. Dicho y hecho el asturiano no defraudó a las expectativas y logró el mejor tiempo de la sesión clasificatoria. La euforia de la pequeña colonia española que estábamos presentes en el paddock se desataba.
Ilusión contenida
Pero a la alegría de ese primer puesto en parrila para la carrera del Domingo, se unía una pedrea de la lotería inesperada como fue la segunda posición de Mark Webber con su Jaguar. Fue algo totalmente inesperado y fue el factor que de repente hizo a todos pensar, que el sueño de esa primera victoria si que empezaba a ser mas posible de lo que queríamos creer. El piloto australiano y su coche habían dado muestras ocasionales de velocidad, pero se daba por descontado, que no era un binomio que iba a ser capaz de seguir el ritmo de Fernando en carrera.
Había un decisivo factor adicional, para que la ilusión continuara creciendo. Webber salía por el interior por la zona sucia y todas la cábalas giraban alrededor de que el austriliano contuviera en segunda posición al pelotón después de la primera curva. Se daba por descontado que Fernando no iba a fallar en la arrancada y la capacidad de tracción iba a hacer el resto. La tarde del sábado el pobre Fernando debió de acabar con dolor de cabeza de que una y otra vez se le preguntara por esa posibilidad: Llegar primero y escaparse después de la primera curva. ¿Crees que puedes ganar mañana? ¿Es tu mejor aliado Mark Webber? Para fortuna de Fernando había por aquella época una tal señora Spinelli en Renault, que era lo más parecido a la Srta. Rottenmeier de Heidi. La que a la vez era la asistente personal de Flavio Briatore, puso fin al bombardeo cuando se vió claro que Fernando a pesar de su pole position, tenía tanta ilusión como cautela.
Budapest tiene una zona típica pegada al Danubio y al palacio imperial, donde por la noche se vuelve a ver las caras el paddock entero aunque con ropas más elegantes. Cada vez que te encontrabas con alguien, la primera pregunta era siempre la misma: ¿Crees que ganará Fernando? Y la respuesta era casi siempre la misma: Si Webber frena al pelotón al principio creo que sí que puede ganar. La efervescencia no se palpaba solo entre los españoles allí presente, sino que había un cosquilleo especial generalizado, no visto en mucho tiempo. Un ejemplo claro se veía al pasar por el cercano hotel Four seasons donde se alojaban la mayoría de los pilotos. Allí se podía se podía ver una multitud que se agolpaba a la entrada, donde por primera vez el color rojo de Ferrari no era el predominante, sino el azul de Fernando Alonso. La joven estrella emergente era la absoluta sensación del momento.
Y es que esa ilusión generalizada por la figura de un jovencísimo Fernando, tenía su explicación. Muchos intuían que pasado el momento de Mika Hakkinen, el único piloto que a futuro iba a ser capaz de poner firme a Michael Schumacher era Fernando. En aquella pequeña colonia de periodistas y profesionales españoles que seguían la Fórmula 1, había nombre ilustres como Jose Mari Rubio o Francesc Rosés, que habían realizado toda la travesía del desierto desde Alex Soler-Roig a Emilio de Villota, Adrián Campos, Luis Pérez-Sala, llegando a la era moderna con Pedro de la Rosa y Marc Gené. Su emoción y el relato de sus vivencias pasadas, eran gasolina de alto octanaje para la ilusión de los que eramos mas novatos. A todos nos unía esa mirada complice de que quizá al día siguiente, íbamos a escuchar por primera vez el himno español en una carrera de Fórmula 1.
Fernando Alonso's first ever #F1 win ✨
— Formula 1 (@F1) July 26, 2022
At 22 years and 26 days, he was the youngest Grand Prix winner at the time, and the first from Spain 🇪🇸#HungarianGP pic.twitter.com/Y8OywKvp8V
¡El Plan se cumple!
Lega el momento de la salida con el calor infernal esperado y el plan se empezaba a cumplir. ¡Fernando arrancaba primero y Webber frenaba a todo el pelotón! "Durante las primeras dos o tres vueltas veía a Mark (Webber) por el retrovisor, -contaba en la rueda de prensa Alonso al término de la carrera-. Pasadas ocho vueltas pregunté al equipo por la radio dónde estaban los demás. Me dijeron que les llevaba 15 segundos de y pensé: '¡Dios, estoy yendo rápido!'. Apreté bastante en las primeras 15 vueltas para logara la mayor ventaja posible antes de la parada en boxes y a partir de ahí, empecé a tomármelo con más calma”.
Fernando sólo perdió el liderato en el momento del cambio de neumáticos, hasta que Kimi Raikkonen, que con su McLaren era su perseguidor más inmediato, hizo su parada. A partir de ahí con un ritmo constante y sin cometer el mínimo error fue administrando su ventaja hasta quellegó el gran momento. La explosión de alegría se desató cuando finalmente vimos aparecer al Renault azul delante de la bandera de cuadros. El que les escribe estas líneas había descubierto por casualidad una zona de escaleras con ventanales que daba justo detrás del pódium. Inmediatamente después de pasar por meta Fernando, subí hacia allí para saborear aquel momento histórico más cerca de lo que jamás hubiera podido imaginar.
Y sí, sonó el himno español y cuando vimos a Fernando descorchar el champagne a todos en algún momento se no escapó una lagrimilla. Acabábamos de vivir algo histórico. Algo como haber visto a Santana en su primer Wimbledon, a Severiano en su primer British Open o a la selección de futbol en Sudafrica. "Es un sueño hecho realidad. Tengo 22 años y tengo mi primera victoria. Espero tener una larga carrera con mucho más”. Esas fueron las primeras palabras de Fernando que casi podíamos todos los españoles allí presentes hacerlas nuestras.
Por la noche, Red Bull, (quien si no), organizó una fiesta en la explanada del Palacio Real de temática de Fórmula 1, que como era de esperar acabó derivando en una fiesta hasta casi el amanecer de temática ‘primera victoria de Alonso’. Pero aquella fiesta, quizá merezca un artículo aparte, que quizá también mi querido amigo Adrian Huber de la agencia EFE y yo escribamos un día. Y es que hay cosas que uno no olvida jamás. 20 años ya de aquello. El tiempo vuela…
En la temporada 2003 se vivía con Fernando Alonso una sensación con cierto paralelismo a la que se esta viviendo esta temporada con el piloto asturiano. Su coche iba muy bien, pero no lo suficiente como para batir al Ferrari de Schumacher. Había habido podios, vueltas rápidas e incluso ‘pole positions’, pero la victoria se resistía. Todo el contingente español que seguíamos presencialmente el campeonato aquella temporada, nos preguntábamos cuando iba a llegar ‘la primera’ casi igual que hoy nos preguntamos cuando iba a llegar la ‘33’.
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