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Por qué en la Fórmula 1 de 2023 no existe ni magia ni tongo sino una extrema igualdad
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SORPRENDENTES VARIACIONES

Por qué en la Fórmula 1 de 2023 no existe ni magia ni tongo sino una extrema igualdad

Los grandes cambios de competitividad entre carrera y carrera están desconcertando más que nunca, pero cuando se pelea a la décima se necesita poner perspectiva al análisis.

Foto: Salida del pasado Gran Premio de Gran Bretaña
Salida del pasado Gran Premio de Gran Bretaña

Quizá desde la temporada 2012, no estemos viendo unos movimientos tan convulsos en el orden establecido de la parrilla de la Fórmula 1.. Es realmente una verdadera lástima que Red Bull con Max Verstappen estén una marcha por encima del resto, porque de no tener esa superioridad, estaríamos asistiendo sin duda a un año histórico. Probablemente el de mayor competitividad de toda la historia de la competición. Fernando Alonso, ante el visible retroceso de Aston Martin estas últimas dos carreras, trataba de poner calma y perspectiva. El piloto asturiano recordaba que hay que asumir que las diferentes características de los circuitos, suponen diferentes rendimientos de los coches en virtud de sus fortalezas y sus debilidades. En Silverstone se puede estar atrás y en Hungría una pista radicalmente distinta volver a estar delante.

No es el comentario de Fernando el típico cara a la galería dirigido a mantener alto el ánimo de sus tropas en Aston Martin y sus seguidores. Es la simple constatación de que cuando la igualdad entre todos los equipos es extraordinaria, un par de pequeños detalles que favorezcan o perjudiquen cambian radicalmente la situación. Las diferencias de rendimiento notorias en función de los circuitos es algo que siempre había existido, pero lo que ocurría en años anteriores es que como mucho pasabas de las dos-tres primeras filas de la parrilla a la cuarta o como mucho la quinta, nunca que podías verte de repente en las dos o tres últimas. Y así de difícil es sobrevivir en la Fórmula 1 actual. Por esa razón el factor piloto hoy día ha recobrado una importancia extraordinaria, porque es a veces el único que puede cambiar la suerte de un equipo en la situación actual de extrema igualdad.

Si ya resulta extraño, ver a equipos como Williams o McLaren que en las primeras carreras de la temporada eran el farolillo rojo, verlos encaramados a las primeras posiciones, mas desconcertante además resulta el hecho de que la progresión se realice en ausencia de sus directores técnicos Xavier Demaison y James Key respectivamente. La falta de paciencia o la necesidad ante los inversores y patrocinadores de que parezca que estas tomando medidas ante un desastre, provoca a menudo estas extrañas decisiones. Pero no olvidemos que por debajo del líder hay por debajo cerca de 400 ingenieros por equipo a cual más brillante.

placeholder McLaren ha hecho sin duda un gran trabajo de mejora, pero en realidad no estaba tan lejos de los mejores como parecía (REUTERS /Andrew Boyers)
McLaren ha hecho sin duda un gran trabajo de mejora, pero en realidad no estaba tan lejos de los mejores como parecía (REUTERS /Andrew Boyers)

La decima del todo o nada

Y se dice lo de extrañas decisiones, porque si en apenas unas carreras después de introducir evoluciones a los coches, estos se vuelven competitivos, es que estos no son tan malos como se pretendía. Una base mala de un monoplaza, no hay genio de la ingeniería que le dé la vuelta. Si después de cambiar unos pontones o unos alerones, un coche pasa de la cola del pelotón a su punta es más bien el síntoma de un coche mal rematado, o al que le ha faltado el último hervor antes de salir a pista, pero nunca un mal coche. Cuando McLaren y Williams sufrían el deshonor de caer en las primeras de cambio en la clasificación y finalizar de los últimos en las carreras, se olvidaba que entonces las diferencias con los coches ‘buenos’ eran de apenas unas décimas.

Un caso similar al de McLaren y Williams podría ser Ferrari, donde un coche con muchos problemas a principio de temporada parece que poco a poco va encontrando su camino y solucionando sus principales flaquezas. Casualmente, (o no) también es otro equipo que ha prescindido de sus líderes técnicos apenas comenzada la temporada y sin embargo sus subordinados están siendo capaces de terminar de moldear un coche muy competitivo. Parece un contrasentido hablar de un coche competitivo, cuando sus pilotos acaban la última carrera noveno y décimo, pero si se analiza la diferencia en parrilla de salida se ve que Charles Leclerc y Carlos Sainz marcaron un tiempo apenas tres décimas inferior al del poleman Max Verstappen.

Sirva como dato que en el mismo escenario de Silverstone hace poco más de tres décadas, Nigel Mansell obtenía la pole position aventajando a su compañero de equipo Riccardo Patrese en un segundo y medio y al tercero que era nada menos que el gran Ayrton Senna a casi ¡tres segundos!. Es cierto, que nos hemos ido a un ejemplo de los más extremos pero quizá aporte perspectiva a la hora de juzgar el rendimiento actual de equipos y pilotos. Si apenas hace dos carreras en Canadá Fernando Alonso, podía inquietar a Max Verstappen por la victoria y el pasado domingo acabó séptimo pidiendo la hora, salta a la vista que todos los equipos y pilotos de la Fórmula 1 actual rayan a un gran nivel. Ahí tienen por ejemplo, a un debutante como Logan Sargeant. En su primera temporada, el norteamericano está plantando cara a las grandes figuras de la competición y estando siempre cerca de su compañero de equipo Alex Albon. Un piloto el tailandés por cierto, que después de haber sido desahuciado por Red Bull, ahora de repente se convierte en uno de los pilotos más cotizados, al punto que algunos lo sitúan en Ferrari sustituyendo a Carlos Sainz.

Qué decir de Oscar Piastri, que demostró que la velocidad repentina del McLaren no era cosa solamente de magia realizada por su compañero de equipo Lando Norris. De no haber sido por la entrada del Safety-Car, muy probablemente el tercer escalón del podio hubiera sido suyo desplazando nada menos que a Lewis Hamilton. Si ya de por sí es un hecho destacable ver a un debutante desplazando a uno de los mejores pilotos de la historia, hay que recordar que lo estaba haciendo con un coche que lleva teóricamente un motor si no igual, muy parecido al del campeón británico.

placeholder Los errores y precipitaciones que en el pasado habrían sido anecdóticos hoy cuestan carísimos en clasificación. Que se lo digan a Checo Perez (EFE Siu Wu)
Los errores y precipitaciones que en el pasado habrían sido anecdóticos hoy cuestan carísimos en clasificación. Que se lo digan a Checo Perez (EFE Siu Wu)

Errores vistos con perspectiva

Algo parecido cabría decir con las críticas inmisericordes que ha recibido Checo Pérez por no haber pasado de la Q3 estas últimas cinco carreras. Se empiezan a hacer comparativas extemporáneas con otros pilotos de Red Bull, cuando se olvida el detalle esencial que hace tres o cuatro temporadas, la brecha entre los primeros y los últimos se estiraba hasta casi los tres segundos. Hoy día ni el propio Max Verstappen a menudo se puede permitir el lujo de ahorrar juegos de neumáticos y a veces tienes que dar el do de pecho desde el comienzo de la sesión si quiere evitar problemas. No se trata de disculpar los errores que haya podido cometer Checo en las sesiones clasificatorias, sino de poner contexto a que en la situación actual el mínimo fallo cuesta carísimo. Sin ir más lejos recordemos, que quien dejó fuera a Checo en el primer corte fue Fernando Alonso por apenas unas centésimas.

Por último no debemos olvidar tampoco el rol que juegan en esta película los neumáticos, porque vemos como unos pequeños fallos de adaptación o de previsión de sus desgaste, te puede dar la gloria o dejarte repentinamente fuera de juego. Más aún cuando sin entenderlo todavía muy bien se cambia a mita de temporada la construcción de las carcasas. Obviamente Pirelli hace lo que le pide la FIA o el promotor Liberty Media, que para este caso tanto monta, monta tanto, pero hay que tener en cuenta también esta circunstancia, porque en ocasiones un equipo con exactamente el mismo coche, puede de repente brillar o puede decepcionar simplemente por un factor externo fuera de su control, como son las ruedas con sus distintos niveles de desgaste.

La mesura para hablar de triunfos o fracasos visto todo lo anterior, parece por tanto mas necesaria que nunca en la Fórmula 1. Aquello de ‘no hay enemigo pequeño’ no es esta ocasión una frase hecha sin más sino el puro reflejo de lo que supone sobrevivir en la que quizá sea la parrilla más igualada de todos los tiempos.

Quizá desde la temporada 2012, no estemos viendo unos movimientos tan convulsos en el orden establecido de la parrilla de la Fórmula 1.. Es realmente una verdadera lástima que Red Bull con Max Verstappen estén una marcha por encima del resto, porque de no tener esa superioridad, estaríamos asistiendo sin duda a un año histórico. Probablemente el de mayor competitividad de toda la historia de la competición. Fernando Alonso, ante el visible retroceso de Aston Martin estas últimas dos carreras, trataba de poner calma y perspectiva. El piloto asturiano recordaba que hay que asumir que las diferentes características de los circuitos, suponen diferentes rendimientos de los coches en virtud de sus fortalezas y sus debilidades. En Silverstone se puede estar atrás y en Hungría una pista radicalmente distinta volver a estar delante.

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