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Carlos Sainz y la pesadilla de Bakú: qué une y separa a un piloto de F1 y a un jugador de la NBA
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EL PEOR DE SUS PEORES GRANDES PREMIOS EN F1

Carlos Sainz y la pesadilla de Bakú: qué une y separa a un piloto de F1 y a un jugador de la NBA

Para Sainz, el Gran Premio mantuvo la misma tónica que días anteriores. Un desconcierto global ante un fin de semana en el que no pudo exprimir al SF23 como Charles Leclerc

Foto: Sainz vivió un Gran Premio en línea al de los dos días anteriores. (Ferrari)
Sainz vivió un Gran Premio en línea al de los dos días anteriores. (Ferrari)

Carlos Sainz debió desear desde la sesión de libres del Gran Premio de Azerbaiyán que el fin de semana terminara según empezaba. Desde ese primer toque con el muro, a los pocos minutos de salir a la pista, el español comprendió que su mayor enemigo era él mismo, las sombras del pasado año, y ese muro. "Limitación de daños" fue el toque de corneta. La pesadilla terminó con la bandera a cuadros el domingo por la tarde, pero no el desconcierto. Con el doloroso aviso de que no puede permitirse demasiadas actuaciones como la de este fin de semana.

Sainz experimentó la paradoja de que un monoplaza puede ser una bestia que te eleva un día y te devora al siguiente. Fue la tormenta perfecta: falta de sintonía total con el mismo SF23 (de puesta a punto) que le hizo volar en Albert Park, cero margen de corrección por el formato para esa misma máquina que se te revuelve ahora en un circuito sin margen para el error. Y enfrente, un Charles Leclerc sublime. Una tormenta que convirtió el Gran Premio de Azerbaiyán en un mal sueño del que es necesario despertar cuanto antes.

"No hay fracaso en el deporte, hay días buenos, malos días, hay días en los que tienes éxito, y otros en los que no, hay días en los que es tu turno, hay días en los que no, de eso va el deporte". Días atrás se hizo viral la respuesta a un periodista del jugador de la NBA Giannis Antetokounmpo de los Milwaukee Bucks, en la que este reencuadraba totalmente los conceptos de éxito y fracaso, incluso en los peores días. Como en el caso de Sainz, quien posiblemente experimentó el peor Gran Premio de su trayectoria en la Fórmula 1. Son días para aplicarse la máxima de Giannis Antetokounmpo. Y reaccionar.

"Hace difícil cada vuelta que doy"

Para recuperarse del golpe de Bakú, Sainz necesitara la fibra que le ha caracterizado para superar cualquier listón en su carrera. El de este fin de semana es elevado. El madrileño viene de superar a Leclerc en Australia con la misma máquina que ahora le condenaba en Bakú. Sin embargo, el diferencial de rendimiento entre ambos, la falta de optimización de las opciones de Ferrari por el lado del madrileño le han dañado y no puede permitirse muchas más actuaciones como la de Bakú, bajo pena de dar argumentos a quienes están deseando sellar el liderazgo de Leclerc. Este fin de semana, el monegasco ha jugado muy fuerte para ello en la pista donde más brilla del calendario.

"Sí, limité daños, exactamente. Por el momento, eso es lo principal después de un fin de semana muy difícil, extraño y mentalmente intenso. Conducir un coche que no te da confianza, en una pista como esta, hace difícil cada vuelta que doy", explicaba Sainz tras la carrera sprint del sábado, en la que perdía una posición a favor de un monoplaza teóricamente más lento, en este caso el Mercedes de George Russell.

"Voy a necesitar más tiempo después de este fin de semana para profundizar más en los datos, porque, ahora, con este formato, simplemente no tienes tiempo, es imposible sacar conclusiones o cambiar algo que me ayude a sentirme un poco más cómodo", apuntaba al terminar la primera carrera. "Así que estoy un poco atascado, pero llega un punto en el que solo puedes aceptarlo", añadió. Sainz levantó las manos, aceptó la situación, y no puso excusas, reconociendo hasta qué punto la situación era excepcional. "Es un fin de semana (único) en mi vida en que estoy sintiendo esta extraña situación, y, en este punto, se trata de limitación de daños".

Vienen tiempos duros

El domingo, Sainz escribió su carta con la misma plantilla del viernes y sábado, aunque de nuevo con el doloroso contraste de Leclerc, que mantenía de promedio por vuelta los márgenes vistos el viernes y sábado. Medio segundo en los entrenamientos, pole para el Gran Premio y la carrera sprint. Durante aquel, para Sainz se trataba de terminar la carrera de una pieza. Porque muy pronto comenzó el calvario. Ya desde la tercera vuelta se descolgó sin DRS frente al trío por delante.

En un momento dado, discutía por la radio con su equipo sobre el ritmo. "Ricky, ¡menos radio!", llegó a decirle a su ingeniero tras varios intercambios de opiniones. "¡Tened paciencia!". Sainz corría el peligro de caer bajo el DRS de sus perseguidores. Tras la salida del coche de seguridad, se vio encajonado por Leclerc, y fue blanco fácil para Fernando Alonso, quien se sacaba la espina del día anterior. "En la salida, traté de no golpear a Charles, frené antes de lo habitual para no perder carga e irme largo. En ese momento, Fernando me adelantó bien, limpio, y estuvo bien. Ayer me defendí bien contra él, hoy fue bueno adelantando".

El resto del Gran Premio fue cuestión de controlar a Lewis Hamilton, sin problemas, dentro del rango de confianza de este extraño SF23, capaz de permitir malabarismos a un artista (Leclerc) en esta singular pista de Bakú, y de deparar una tortura a quien en el Gran Premio anterior había sido superior. En Bakú, el contraste fue doloroso: los podios de Leclerc chocaban con Russell por delante de Sainz el sábado, y de Alonso el domingo. Y casi 24 segundos de diferencia en meta respecto al monegasco. Un resultado que, además, duele para un equipo, cuando dos monoplazas más lentos te han superado en el fin de semana. Aunque mejor un quinto que un muro.

Ciertamente, la posición de Sainz no es la misma que la de Giannis Antetokounmpo. Este juega en equipo, sí, pero con una pelota. Un piloto de Fórmula 1, por el contrario, mantiene una relación íntima y directa con una sofisticada y complejísima máquina de carreras. Aunque el espíritu ha de ser el mismo en el jugador y en el piloto. "No es lo que quiero este quinto, no es lo que quiero de mí, pero estoy seguro de que en Miami volveré a estar ahí". De lo contrario, vienen tiempos duros.

Carlos Sainz debió desear desde la sesión de libres del Gran Premio de Azerbaiyán que el fin de semana terminara según empezaba. Desde ese primer toque con el muro, a los pocos minutos de salir a la pista, el español comprendió que su mayor enemigo era él mismo, las sombras del pasado año, y ese muro. "Limitación de daños" fue el toque de corneta. La pesadilla terminó con la bandera a cuadros el domingo por la tarde, pero no el desconcierto. Con el doloroso aviso de que no puede permitirse demasiadas actuaciones como la de este fin de semana.

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