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70 vueltas, a machete: el dulce sabor de la revancha para Fernando Alonso en Brasil
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Ocon a cinco puntos, y mcLaren a 19

70 vueltas, a machete: el dulce sabor de la revancha para Fernando Alonso en Brasil

Un agresiva estrategia, un gran ritmo de Alonso y un punto de fortuna en el momento clave que compensó una mala parada en boxes depararon un resultado impensable en la salida

Foto: Fernando Alonso, en el GP de Brasil. (Reuters/Amanda Perobelli)
Fernando Alonso, en el GP de Brasil. (Reuters/Amanda Perobelli)
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La orden del ingeniero de Estaban Ocon fue tajante desde el primer instante. "Fernando está detrás de nosotros con ventaja de neumático, centrémonos en Vettel, tienes que dejar pasar a Fernando, luego podemos atacar". El coche de seguridad provocado por el abandono de Lando Norris estaba a punto de retirarse, quince vueltas por delante para acabar la carrera. Ocon rodaba en octava posición, y Alonso justo por detrás. La resaca del día anterior seguía subida a la cabeza del equipo. La tajante orden del ingeniero pretendía desterrar cualquier amago de rebelión en el francés.

Ocon se quejó con tono de disidencia, y pidió adelantar antes a Sebastian Vettel, que rodaba por delante, y que luego vería. Se resistía más por dignidad que por sentido común ante la situación de carrera. "No quiero que luches con Alonso, ¿está claro?". Algunas de aquellas maniobras confirmaban el espíritu que latía detrás de ellas, el pique de Ocon con Alonso. Efectivamente, este se tiró a por Vettel en contra de lo que el equipo le había pedido. ¿Volverían a repetirse los momentos del día anterior o de Jeddah y Hungaroring? El español se puso a su estela y le superó, sin resistencia. Totalmente encendido, se lanzó a recuperar todas las posiciones que le permitieran sus neumáticos nuevos y las vueltas restantes de carrera.

Desde la decimoctava posición a la quinta, Fernando Alonso volvió a dejar su indómito sello en la pista. En condiciones normales y con el gran ritmo del A522 en Interlagos, un quinto puesto era factible el sábado, no que hubiera de terminar en la misma zona el domingo. No importaron todos los problemas y sanciones. De forma casi increíble, Alonso consiguió esa quinta posición a pesar de todos los problemas, y una vez más fiel a la divisa de su escudo: elevar el coche fuera de su jerarquía natural de parrilla. En Interlagos rizó el rizo y, en esta ocasión, y con el dulce sabor de revancha. Esteban Ocon se pone a tiro para la próxima y última cita de Abu Dabi.

Setenta vueltas a machete

"He estado muy cerca del muro en varias ocasiones este año —en Jeddah, en Budapest y en Budapest— parece que cuando empezamos demasiado cerca hace esta defensa, así son las cosas, no hay nada que se pueda hacer", se quejaba Alonso el día anterior, "me queda solo una carrera". Aunque el español también tuvo su cuota de responsabilidad el sábado, antes siempre fue Ocon quien tensó la cuerda y nunca al contrario, porque el francés nunca ha estado en posición de adelantar a su compañero en condiciones de carrera. Ayer, el equipo quiso cortar de cuajo cualquier actitud innecesariamente agresiva de Ocon, quien tuvo que tragar quina ante la orden imperativa de su ingeniero, y respondió como el niño rebelde que se niega a entrar en cintura. Quizás Alonso saboreó particularmente la orden y el adelantamiento.

Alonso y su equipo apostaron por las tres paradas. En la vuelta 15 ya había parado por primera vez y cayó a la decimoquinta posición. Buena jugada, porque se quitaba de enmedio a Ocon con un undercut de larga distancia, que rodaba por delante. Cuando el francés hizo su parada, Alonso le había birlado la cartera. "La verdad es que han sido setenta vueltas de crono, teníamos esta mañana la previsión optimista de acabar séptimos con tres paradas, así que nos fuimos a por tres, pero cuando sale algún coche de seguridad esas vueltas se alejan de la carrera y favorecen a los de dos paradas, así que dudamos en hacer dos".

Enderezar el entuerto... y cinco puntos

En una de las paradas, Alonso se llevó diez segundos de regalo. Lo malo por lo bueno, porque el abandono de Norris le permitió montar su último juego de neumáticos y ahorrar tiempo. Tras adelantar a un aleccionado Ocon, Alonso rodó a cuchillo hasta la bandera a cuadros. El A522 era realmente rápido este fin de semana. Con depósitos ya muy vaciados y neumáticos blandos, apabulló literalmente a Bottas por el exterior, incluso el finlandés tuvo que levantar el pie, asustado, al entrar en la curva. Pérez era poco rival con los neumáticos ya muy rodados. También engullido. Verstappen no pudo alcanzar al español en la recta final de la carrera. Ni en las simulaciones más optimistas Alonso esperaba semejante posición, ni el equipo remedio al estropicio del sábado: a falta de la última carrera, Alpine aventaja a McLaren en 19 puntos. Nadie lo hubiera imaginado al comenzar el gran premio.

El día anterior, Otmar Szafanuer había utilizado el comunicado oficial de Alpine para dar un duro rapapolvo a sus pilotos. "Estamos en una lucha por el campeonato muy reñida y competitiva por el cuarto puesto en constructores, un objetivo por el que más de mil empleados trabajan y se esfuerzan sin desmayo". Francamente, tanto Esteban como Fernando deben hacer un mejor trabajo para complementar el fantástico esfuerzo de todos en el equipo, evitando incidentes en la pista y comprometiendo el rendimiento de todo el equipo. Afortunadamente, ambos enderezaron el entuerto.

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Pero la historia todavía no ha terminado. El quinto puesto de Alonso y el octavo de Ocon significa que ambos están separados por tan solo cinco puntos. No será sencillo recuperarlos, y el equipo volverá a la mano dura si hace falta. Después del Gran Premio de Brasil, Red Bull tampoco será el único equipo que puede estar caliente por dentro.

La orden del ingeniero de Estaban Ocon fue tajante desde el primer instante. "Fernando está detrás de nosotros con ventaja de neumático, centrémonos en Vettel, tienes que dejar pasar a Fernando, luego podemos atacar". El coche de seguridad provocado por el abandono de Lando Norris estaba a punto de retirarse, quince vueltas por delante para acabar la carrera. Ocon rodaba en octava posición, y Alonso justo por detrás. La resaca del día anterior seguía subida a la cabeza del equipo. La tajante orden del ingeniero pretendía desterrar cualquier amago de rebelión en el francés.

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