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Verstappen y la última victoria del visionario que revolucionó la F1 para siempre
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TRIUNFO APLASTANTE ANTE HAMILTON Y LECLERC

Verstappen y la última victoria del visionario que revolucionó la F1 para siempre

Con su victoria en Austin, el holandés daba su quinta victoria de Constructores a Red Bull, horas después de que falleciera Dietrich Mateschitz, el artífice de toda una revolución

Foto: Verstappen celebra el Mundial de Constructores. (EFE/Jerome Miron)
Verstappen celebra el Mundial de Constructores. (EFE/Jerome Miron)
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“Casi se me salta una lágrima cuando le escuchaba”. Toto Wolff ironizaba el sábado al escuchar las justificaciones de Christian Horner sobre la posición de Red Bull con su exceso de gasto sobre el límite presupuestario de la Fórmula 1. Quién sabe qué hubiera ocurrido en el campo de Mercedes si Lewis Hamilton hubiera ganado el Gran Premio de Estados Unidos tras una durísima temporada sin triunfo. Hubo momentos en que parecía posible. Al final, las lágrimas se vieron en los ojos de Christian Horner y, quién lo iba a decir, Helmut Marko, el duro entre los duros en la Fórmula 1.

En muchas ocasiones se entremezclan en el deporte y en las carreras la épica con la lírica, las historias deportivas y las humanas. Como la victoria de Red Bull y Max Verstappen en Austin, pocas horas después del fallecimiento de Dietrich Mateschitz, copropietario de la marca de bebidas y del equipo de Fórmula 1. Pocas victorias tan deseadas por Horner y compañía, el mejor homenaje a quien trazó con su llegada una frontera de antes y después. Porque el estilo, la mentalidad y, por supuesto, el dinero de Mateschitz contribuyeron a modelar la Fórmula 1 tal y como es conocida en el presente. En Austin, los infalibles mecánicos de Max Verstappen aportaron su propia contribución a favorecer la épica el mismo día en que Red Bull se proclamó campeón por equipos.

Pasar por encima de todos

La inmediata retirada de Carlos Sainz dejó pista libre a Verstappen para fugarse tranquilo hacia tan ansiado triunfo. Si el español se hubiera ceñido a la primera posición, quién sabe qué hubiera sucedido con los incidentes posteriores, incluyendo el inusual fallo en boxes de los mecánicos. Posiblemente, Sainz hubiera tenido pocas opciones. En 10 vueltas, Verstappen ya llevaba casi cuatro segundos sobre Lewis Hamilton. El ritmo del holandés no presagiaba rivalidad alguna del británico. Hasta que el mejor equipo en boxes toda la temporada falló cuando Hamilton intentó robar la cartera al holandés con un intento de ‘undercut’. Los mecánicos de Verstappen quizás buscaban animar el contrario con los once segundos de regalo que entregaron a su piloto. "Beautiful, beautiful", ironizaba Verstappen por la radio.

Entonces, el Gran Premio de Estados Unidos entró en otra dimensión. Por un lado, remontada de poseso para ganar en homenaje a Mateschitz y asegurar así el título de Constructores. Por otro, que Hamilton salvara su singular estadística desde que llegó en 2007 a la Fórmula 1: ganar en todas y cada una de las temporadas desde entonces. Cuando Verstappen rodaba tras Charles Leclerc, Hamilton parecía encaminado a un triunfo que nadie hubiera imaginado este año para el equipo alemán. Verstappen pasó por encima del Ferrari y del Mercedes sin contemplaciones y dio mayor sentido épico a su victoria. Después de abrazarse a su esposa, Geri Halliwell, Cristian Horner se iba a por su piloto apretando los ojos. Un plano también delató al siempre hierático Helmut Marko. Se le había metido algo en su ojo izquierdo…

El iconoclasta

“Ha sido un fin de semana tremendamente emotivo, y la mejor manera posible en que pudimos haber ganado la carrera. Creo que Dietrich habría estado muy orgulloso de ello”, explicaba un emocionado Horner, que celebraba con los suyos su quinto título por equipos. “Esto significa mucho todo para nosotros. Ha sido un gran viaje. Dietrich era un hombre muy reservado, pero apasionado: apasionado por la vida, apasionado por el deporte y especialmente apasionado por la Fórmula 1. Su sueño era tener un equipo de Fórmula 1. Lo hizo y, al final, tuvo dos. Nos dio a todos una oportunidad. Creyó en nosotros, nos apoyó, y esto es para él. Estamos tremendamente agradecidos por todo lo que ha hecho por nosotros como individuos, como equipo, y vamos a celebrar en su honor esta noche”. No se trataba solo del inmenso apoyo humano y económico al equipo.

Mateschitz llegó a la Fórmula 1 en 1995, con Sauber, como patrocinador y accionista del equipo. Pero no fue hasta adquirir Jaguar en 2004 cuando pudo desplegar toda su visión rebelde, iconoclasta y rompedora de los patrones imperantes en la Fórmula 1 hasta el momento. En 2008 ya contaba con dos equipos (Red Bull y Toro Rosso), y con el inmenso 'cash flow' generado por la famosa bebida energética rompió las costuras de la Fórmula 1, como pudo comprobar Ferrari a partir de 2009.

Paralelamente, Red Bull creo una plataforma de talento liderada por su mano derecha, Helmut Marko. Nadie había actuado así hasta el momento, financiando la formación de los mejores talentos a los que cribaba bajo una presión total. Mateschitz no quería comprar figuras, las creaba, las subía a sus equipos, y ganaba con ellos. Sebastian Vettel fue el primer producto del bucle creado por Red Bull. Enfermo desde hace tiempo, su salud aguantó para ver el éxito de la mayor apuesta de todas, Max Verstappen. Sin victorias desde 2014, el austríaco logró ver los dos títulos del holandés.

Mateschitz también se convirtió en un poder fáctico en la sombra, y alteró las relaciones de poder en la Fórmula 1 con su potencial económico. Logró recuperar el Gran Premio de Austria, en un circuito histórico (Osterreichring, ahora Red Bull Ring) que también había comprado, y en el, finalmente logró el sueño de ganar con su equipo y Max Verstappen, cerrando un círculo virtuoso tan propio de la casa, otro desafío más de quien lanzaba un astronauta en paracaídas desde fuera de la atmosfera. Así era Dietrich Mateschitz. Por el camino, inspiró la personalidad iconoclasta, agresivamente ambiciosa -a veces demasiado- e inconformista del equipo Red Bull. También controvertida, como ha vuelto a confirmar este año al romper las costuras del tope presupuestario, que le ha supuesto el fuego graneado de sus rivales. Sin embargo, Mateschitz logró todas sus metas y ambiciones en la Fórmula 1, y a su personal manera.

En 2011, Hamilton se permitió un comentario despectivo sobre el equipo "de una compañía de bebidas". Ese equipo derrotó a Mercedes, Ferrari, McLaren y a todos los equipos establecidos de la Fórmula 1. El año pasado también evitó que Hamilton se convirtiera en el piloto con más títulos de la historia y en Austin frustró otro hito en la carrera del británico. "Cualquier cosa que hubiera dicho en el pasado sobre el equipo, no lo dije de manera negativa. Creo que hace años dije algo acerca de que eran una compañía de bebidas, o algo así. Realmente solo estaba destacando que apostarías más por un fabricante de automóviles, pero me demostraron que estaba equivocado. Y han hecho un gran trabajo", reconocía el británico en el pasado Gran Premio de Italia

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Hoy, "esa compañía de bebidas" ha ganado con su equipo los dos títulos en 2022, e incluso ha creado una división de motores sin ser fabricante de vehículos, y se acaba de permitir el lujo de dar con la puerta a las narices a Porsche. Gracias a un gran visionario, que se marchó el día antes de que su equipo lograra un nuevo título. Y ganando a lo grande.

“Casi se me salta una lágrima cuando le escuchaba”. Toto Wolff ironizaba el sábado al escuchar las justificaciones de Christian Horner sobre la posición de Red Bull con su exceso de gasto sobre el límite presupuestario de la Fórmula 1. Quién sabe qué hubiera ocurrido en el campo de Mercedes si Lewis Hamilton hubiera ganado el Gran Premio de Estados Unidos tras una durísima temporada sin triunfo. Hubo momentos en que parecía posible. Al final, las lágrimas se vieron en los ojos de Christian Horner y, quién lo iba a decir, Helmut Marko, el duro entre los duros en la Fórmula 1.

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