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Yukio Tsunoda, el japonés amante del jamón serrano y gran esperanza de Red Bull
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UNA FULGURANTE TRAYECTORIA HACIA LA F1

Yukio Tsunoda, el japonés amante del jamón serrano y gran esperanza de Red Bull

Ninguno de los veinte pilotos nipones en la historia de la F1 ha triunfado a pesar del potencial del país asiático. Sin embargo, el jovencísimo Tsunoda ha convencido a Red Bull tras una meteórica carrera.

Foto: De tan solo veinte años, Yuki Tsunoda podría convertirse en el mejor japonés en la F1  de todos los tiempos en la
De tan solo veinte años, Yuki Tsunoda podría convertirse en el mejor japonés en la F1 de todos los tiempos en la

Varios de los más grandes fabricantes automovilísticos del mundo. Entre ellos, Honda y Toyota, con millonarias inversiones que se remontan a los años sesenta del siglo pasado. Una afición extraordinaria enamora cada año a los pilotos de Fórmula 1 por su pasión, en una de las mayores economías del mundo, pero de los veinte pilotos japoneses que han pasado por la disciplina solo tres han logrado un podio (dos de ellos en Suzuka) y siete puntuado alguna vez. La mayoría circularon sin pena ni gloria. Pero quizás algún día todo cambie con Yuki Tsunoda, lanzado a las pirañas por Helmut Marko en el particular Amazonas del Red Bull Junior Team. En 2021 deberá con AlphaTauri.Y quién sabe qué futuro le espera después con sus meteóricos antecedentes.

Por distintas razones ningún piloto nipón ha triunfado en la Fórmula 1, especialmente desde los ochenta de la década pasada cuando varios disfrutaron de regularidad en la parrilla. Pero Tsunoda puede romper ese estereotipo desde que llegó hace dos años a Europa por órdenes de Marko, quien le marcó un elevado listón para un joven de 18 años sin inglés ni salir de Japón para competir en su vida. Tsunoda cumplió, y podría convertirse algún día en compañero de Max Verstappen si mantiene las expectativas de Red Bull como está sucediendo hasta ahora.

Qué pasa con Japón

¿Por qué no triunfan los japoneses en la Fórmula 1? De un lado, el automovilismo nipón siempre ha vivido en una particular endogamia. Numerosos circuitos, campeonatos ultraprofesionales y equipos oficiales de los grandes fabricantes no estimulan a la emigración de los pilotos profesionales, con magníficos contratos locales y aficionados fieles alrededor. Más bien a la inversa, incluso muchos occidentales han logrado su continuidad profesional en Japón. Tal endogamia no estimula para asumir el riesgo de competir en campeonatos y circuitos internacionales, por lo que los pilotos nipones carecen de esa experiencia forjada desde categorías inferiores como sus colegas europeos y sudamericanos. El choque cultural y la mentalidad automovilística occidental tampoco favorecen el salto. No es el caso de Tsunoda.

Varios factores han jugado a favor de la singularidad del joven piloto nipón. Por un lado, la intención de Honda para llevar hasta la Fórmula 1 a uno de sus jóvenes protegidos en Japón. Tsunoda formaba parte del Honda Formula Dream Project ante su meteórica carrera como adolescente. La debilidad del Red Bull Junior Team de los últimos años, sin cuajar un compañero para Verstappen, incitaba a que Marko pusiera los ojos en Tsunoda. El austríaco sometió al joven japonés a su tradicional programa de ‘boinas verdes’: debía emigrar a Europa y lograr la superlicencia para llegar a la Fórmula 1 en dos años.

Morir por el sushi

Tsunoda ni siquiera había competido en Fórmula 3 en Japón. Tras ganar a la primera la F4 japonesa, aterrizó en Suiza para vivir y competir con el equipo Jenzer. Con tan solo 18 años, efectivamente, el choque cultural fue enorme. Empezando por la comida: no podía vivir sin el sushi. A la vez que el sartenazo vital llegaba el duro bautismo inicial en la Fórmula 3. Al final de año, Tsunoda puntuó en las siete últimas carreras y logró una victoria impresionante en Monza desde la sexta posición. Marko decidió echarle más pirañas al cuerpo y mandarle a Gran Bretaña, porque le subió a la Fórmula 2 con Carlin, una de las mejores estructuras europeas. La condición/ultimátum era tajante: debía terminar quinto en la clasificación final para lograr la superlicencia de la Fórmula 1 o, de lo contrario, volvería a Japón. De Suiza saltó a Gran Bretaña, a vivir junto a la sede de Red Bull. La comida británica acabó de matarle. Según reconocía el propio Tsunoda, se dedicaba a ver fotos de comida japonesa en las redes sociales a modo de consolación. La italiana y el jamón español le salvaron la vida.

Marko colocó a Tsunoda junto a otro junior de Red Bull, Jehan Daruvala, a priori favorito para la promoción a la Fórmula 1. “El mayor desafío de toda mi vida” reconocía, a punto de cumplir veinte años, y solo en territorio comanche. El plan de Marko y Honda seguía adelante, aunque llegaba la hora de los cuchillos. “Era muy estricto, pero acepté. Si eres un gran piloto, como Charles Leclerc, George Russell o Lando Norris, entonces creo que solo necesitas un año en Fórmula 2, ellos no necesitaron dos o tres años”. Y Tsunoda se comió a las pirañas. En Fórmula 2, llegó a ser tercero en la general durante la temporada, y segundo en poles y victorias. Quinto en la general antes de la última cita de la temporada, en un todo o nada final, su tercera victoria desde la pole en Shakir le garantizaba la superlicencia. Terminó tercero por detrás de Mick Schumacher y Callum Illot, los dos pilotos de la Red Bull Academy.

placeholder Desde 2014 no ha competido ningún japonés en F1. El último fue el actual piloto de Toyota, Kamui Kobayashi
Desde 2014 no ha competido ningún japonés en F1. El último fue el actual piloto de Toyota, Kamui Kobayashi

¿Algún día, junto a Verstappen?

Bajo presión y en solo dos años, el joven japonés cumplía con ese duro estereotipo tan del gusto de Helmut Marko: cuanto peor, mejor. Aún le quedaba otro choque, esta vez prestacional. El austríaco ya tenía el camino pavimentado y, en caso de confirmarse la superlicencia, necesitaba 300 kilómetros a bordo de un Fórmula 1 para participar en algunos entrenamientos libres. El AlphaTauri eran palabras mayores en aceleración y frenada, su cuello quedó destrozado y comprendió que su menguado físico tenía que ser machacado para estar a la altura de su debut en 2021. Y con solo día y medio de pretemporada este año, Alpha Tauri está organizándole tests con monoplazas de años anteriores. En el último, los técnicos de Honda se tuvieron que venir a Europa tres semanas antes, con dos de cuarentena antes de trabajar.

De la F4 a la F1, cuatro categorías, en otros tantos años. “Red Bull Material”, como diría Helmut Marko. “Siento la presión de Japón, que quiere otro nuevo piloto en la Fórmula 1”, reconoce el piloto japonés, con un enorme potencial, ya que pocos o ningún japonés contará con sus oportunidades. Desde Kamui Kobayashi en 2014 (logró el tercer podio nipón en el GP de Japón de 2012), ningún piloto nipón ha competido en la disciplina. Con semejante talento y trayectoria -e intereses de altos vuelos-, Tsunoda se enfrentará a Pierre Gasly en 2021. Honda y Red Bull pretenden que se una algún día a Max Verstappen, una posibilidad real de mantener tan fulgurante trayectoria, y un filón comercial en Japón para sus mecenas. Quizás entonces, Yuki Tsunoda se convierta por fin en el primer piloto japonés en ganar en la Fórmula 1.

Varios de los más grandes fabricantes automovilísticos del mundo. Entre ellos, Honda y Toyota, con millonarias inversiones que se remontan a los años sesenta del siglo pasado. Una afición extraordinaria enamora cada año a los pilotos de Fórmula 1 por su pasión, en una de las mayores economías del mundo, pero de los veinte pilotos japoneses que han pasado por la disciplina solo tres han logrado un podio (dos de ellos en Suzuka) y siete puntuado alguna vez. La mayoría circularon sin pena ni gloria. Pero quizás algún día todo cambie con Yuki Tsunoda, lanzado a las pirañas por Helmut Marko en el particular Amazonas del Red Bull Junior Team. En 2021 deberá con AlphaTauri.Y quién sabe qué futuro le espera después con sus meteóricos antecedentes.

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