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La nueva vida de Adriano Malori, el ciclista de Movistar que superó la caída más dura
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Montó su propia empresa

La nueva vida de Adriano Malori, el ciclista de Movistar que superó la caída más dura

Un terrible golpe durante el Tour de San Luis, en 2016, estuvo cerca de costarle la vida. El italiano tuvo que dejar el ciclismo profesional y emprender un nuevo camino. Acaba de escribir un libro

Foto: Adriano Malori, tras su victoria en el prólogo de la Tirreno Adriático del 2015. (EFE)
Adriano Malori, tras su victoria en el prólogo de la Tirreno Adriático del 2015. (EFE)

Adriano Malori es un tipo afortunado. Lo sabe, no lo oculta. El italiano, antaño ciclista profesional del conjunto Movistar, abraza la vida como nunca. La exprime con radiante simpatía. En 2016, con tan solo 28 años, un terrible accidente en el Tour de San Luis (Argentina) pudo costarle carísimo, pero salió de aquello con pundonor y fe, aunque no sin secuelas. Un traumatismo cranoencefálico severo le postró en la cama y amenazó con dejarle ahí. Cuando despertó del coma, lo primero que escuchó fue que su cerebro se había "desconectado" de la parte derecha de su cuerpo. Ya no solo era incapaz de montar en bici, sino siquiera de mover un dedo o andar. "Tendrás mucha suerte si puedes volver a hacer una vida normal, hijo", cuenta que le dijeron en el hospital, donde fue trasladado con carácter urgente.

Sin embargo, no solo consiguió recuperarse y volver a ser independiente en siete meses (lo normal es un año, en el mejor de los casos), también regresó contra pronóstico al pelotón. "Tengo la suerte de poder estar aquí, vivo. Otros compañeros que tuvieron caídas similares, como Bjorg Lambrecht la temporada pasada en Polonia, no. En mi caso, siempre hay que ver el vaso medio lleno", explica a El Confidencial vía telefónica. Malori lo intentó tras una rehabilitación de vértigo en el Centro Neurológico de Pamplona, donde quemó etapas muy rápido gracias a su tesón, pero no pudo volver a ser el mismo ciclista de antes. Plata mundial contra el crono, tres veces campeón de la misma especialidad en su país, ganador de etapa en Tirreno Adriático y Vuelta a España, Malori anunció su retirara definitiva en 2017, durante la jornada de descanso del Tour de Francia, y emprendió un nuevo viaje, ese que le ha llevado tres años después al momento actual.

"Tras decir adiós empecé a formarme como entrenador, lo tenía muy claro. Manuel Mateo (preparador en el equipo Movistar) me ayudó muchísimo en este sentido. Con el tiempo me monté mi propia empresa, donde llevo a cabo entrenamientos y organizo sesiones de biomécanica para ciclistas profesionales, amateurs y aficionados", indica. '58x11', el juego de platos que le permitió, en 2015, ser subcampeón del mundo en Estados Unidos, es el nombre que escogió para su sociedad, asentada en Traversetolo (Parma). Malori tambien ha escrito un libro (Levántate: un campeón luchando contra el destino) con la ayuda de su mujer, que le animó, y del periodista Andrea Schianchi. "Necesitaba contar mi experiencia desde San Luis. Quería mandar un mensaje a todas aquellas personas que siguen en la lucha: 'no importa lo duro que sea el proceso, siempre hay un después mejor'. Es mi forma de ver las cosas. Quizá sirva como una pequeña ayuda, un estímulo no solo para los que padecen problemas de movilidad por daño cerebral, sino también para los que sufren de depresión y no saben cómo salir de ella", espeta con mucho convencimiento.

"Voy a toda hostia"

Publicado el pasado mes de noviembre en su lengua natal, Malori busca ahora oportunidades para que su obra se traduzca al castellano, y es que sigue manteniendo lazos afectivos importantes con nuestro país: "Le debo mucho a la gente de España. Allí exploté como corredor y también crecí mucho a nivel personal por todo lo que sucedió al final de mi carrera. No me olvido de las personas que me dieron la vida en Pamplona y me acompañaron tras mi caída. Eso fue la leche. Todo el mundo se portó conmigo de manera espectacular. El equipo médico que me trató tuvo que estudiar un método alternativo para mi recuperación. No les importó hacerlo. Se dedicaron en cuerpo y alma. Son detalles que no se olvidan. Parte de mi corazón está allí". Aunque Malori sigue en contacto con sus antiguos compañeros, también con el 'staff' de Movistar, con los que forjó una gran amistad, no suele prodigarse mucho en las carreras. "Hay tanto estrés en ellas que uno puede hasta molestar. Prefiero acercarme al hotel, cuando ellos están más relajados. Entre el alboroto ya no me veo, no es mi sitio", señala.

Continúa en buena forma física y, pese a que no ha dejado del todo la bicicleta porque "un tío que ha estado 25 años de su vida encima de una nunca puede dejar de hacerlo", reconoce que ya no es lo mismo: "No es solo que a nivel competitivo no dé el callo, es que tampoco puedo entrenar en condiciones. Suelo salir una vez a la semana, una hora y media a lo sumo, pero hago un poco el tonto, sinceramente. Voy a toda hostia, como si viera la meta. Sé que tengo poca batería, así que doy el máximo mientras puedo y llego reventado a casa". Malori prioriza el ejercicio en gimnasio y el fisio, que se ajustan más a las demandas actuales de su cuerpo. No echa de menos la competición y prefiere quedarse con lo bueno de su historia, pero advierte que la falta de adrenalina sí le inquieta: "Ir a 60km/h me hacía libre, aunque no quiero decir que ahora no lo sea. Mi vida es igual de maravillosa que antes, pero diferente. La velocidad, el ir pegado a las vallas, la cuenta atrás antes de dar el primer golpe de pedal en una crono... eso sí lo echo en falta, pero enseguida se me pasa. Me formé como corredor rápido y es normal que de vez en cuando me tiente el tema".

placeholder Adriano Malori, durante uno de los actos de presentación de su libro en Italia. (Marilena Previdi)
Adriano Malori, durante uno de los actos de presentación de su libro en Italia. (Marilena Previdi)

¿Cuándo rechaza estas emociones?, en el mismo momento que mira a su alrededor: "Ahora me puedo tomar una botella de vino si me apetece con mi mujer, irme de vacaciones cuando me parezca oportuno, pasármelo bien de barbacoa en verano con los amigos, etc. No puedo lamentarme por no seguir en el pelotón. Un golpe de mala suerte me retiró, no otra cosa. Sé que era un corredor talentoso, pero ya no puedo cambiar nada. Lo que tengo que hacer cada día es darle las gracias a Dios por seguir en este mundo porque podría estar en otra parte, quizá con los ojos cerrados, y no disfrutar de nada. Estoy orgulloso y mi familia, también. A mis padres no les gustó que volviera a correr porque otro mal golpe me podía matar o dejar en silla de ruedas. El ciclismo ya no valía tanto. Poder contarlo, sí. Me gusta esta etapa".

Malori sigue al día la actualidad ciclista e intenta no perderse ninguna gran cita del calendario. "Puede que no acuda presencialmente a los sitios, pero de la televisión no me mueve nadie si hay eventos importantes", subraya. "Movistar se ha reinventado como yo", añade entre risas al analizar la nueva plantilla telefónica: "Han fichado bien tras la pérdida de hombres importantes. Ahora tienen poca experiencia, pero es un grupo atractivo que puede competir en múltiples sitios el día de mañana. Se nota que se están abriendo también a las clásicas belgas porque han llegado corredores de nacionalidades diferentes con características para despuntar en ese tipo de recorridos". A él, con buen porte y sobrada potencia, nunca le interesó el pavé, para desgracia de los que hubieran querido verle más en este terreno: "Tenia condiciones, todo el mundo me lo decía, pero ese tipo de clásicas o te gustan o no. No puedes ir allí por la fuerza porque entonces no rindes".

placeholder Malori, durante una salida en bicicleta este año
Malori, durante una salida en bicicleta este año

"Valverde es el mejor"

Alaphilippe, Evenepoel, Van der Poel... da igual que ciclista de los llamados mediáticos salga en la conversación, para él no hay nadie como Alejandro Valverde: "Es el mejor corredor que he visto. El mejor de los últimos 30 años, seguro. Fue un placer compartir carretera con él. Cuando ganó el Mundial me emocioné muchísimo. Empujé desde casa en el sprint, aunque tenía claro que no le pillaban. No creo que volvamos a ver a un tipo igual en 50 años, sinceramene. Ahora hay jóvenes buenísimos, pero es que Valverde también lo fue en su dia y sigue manteniendo el nivel a sus casi 40 años. Es impresionante, nunca deja de sorprenderte. Esto es lo que hay que valorar, ¿cuántas de estas promesas serán capaces de hacer lo que él a su edad? Me gustaría verlo, ahí se les podrá comparar realmente con este fenómeno".

Adriano reside actualmente en una de las áreas más afectadas por el coronavirus en Italia. Parma, al norte, pertenece a la región de Emilio-Romaña, por lo que la pregunta es obligatoria. "Lo que hay que hacer es seguir adelante y esperar que no te toque. No se puede tener miedo. El tema es que ahora el virus parece estar fuera de control, pero hay que tratar de mandar un mensaje de tranquilidad. Que se hayan suspendido carreras por aquí (Strade Bianche, Tirreno Adriático y Milán-San Remo, entre otras) me parece lo más lógico. Es lo que había que hacer. El Gobierno ha tomado medidas (este miércoles ordenó el cierre de todos los comercios, salvo farmacias y supermercados). Aunque sea, trabajar lo que se pueda desde casa. Hay que intentar hacer una vida lo más normal posible. La situación me preocupa, como a todos, porque está afectando a muchos vecinos". Positivo por naturaleza, no duda: "Encontraremos la manera de salir de esta también. El pueblo italiano es fuerte".

Adriano Malori es un tipo afortunado. Lo sabe, no lo oculta. El italiano, antaño ciclista profesional del conjunto Movistar, abraza la vida como nunca. La exprime con radiante simpatía. En 2016, con tan solo 28 años, un terrible accidente en el Tour de San Luis (Argentina) pudo costarle carísimo, pero salió de aquello con pundonor y fe, aunque no sin secuelas. Un traumatismo cranoencefálico severo le postró en la cama y amenazó con dejarle ahí. Cuando despertó del coma, lo primero que escuchó fue que su cerebro se había "desconectado" de la parte derecha de su cuerpo. Ya no solo era incapaz de montar en bici, sino siquiera de mover un dedo o andar. "Tendrás mucha suerte si puedes volver a hacer una vida normal, hijo", cuenta que le dijeron en el hospital, donde fue trasladado con carácter urgente.

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