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Para ganar el quinto Tour, Froome tendrá que pedalear sobre tierra y adoquines
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habrá una etapa de montaña de solo 65 Km

Para ganar el quinto Tour, Froome tendrá que pedalear sobre tierra y adoquines

En busca del espectáculo definitivo, la carrera ciclista más importante del mundo estrenará puertos muy duros, como el Portet, y un tramo del Plateau des Glieres que no está asfaltado

Foto: Froome buscará en Francia su quinto Tour. (EFE)
Froome buscará en Francia su quinto Tour. (EFE)

Al Tour de Francia lo queremos todos, pero había que reconocer que era una relación que estaba atascada. No avanzaba hacia ningún lado. Sí, al final después de tantos años, tantas alegrías y tardes de gloria, uno se enamora de las empinadas carreteras del territorio francés, pero con el devenir de los años, ese amor se transforma en cariño, un suficiente e inevitable apego que nos da pena romper, aunque nos empiece a gustar más otra, la Vuelta, por ejemplo. Es una relación que va para delante, pero no hay chispa. No había. 2017 fue el año más igualado y el menos emocionante de todos. Y ya iban demasiadas ediciones que le perdonábamos que no pasara casi nada, que la mayor emoción que nos ponía ojipláticos era ver al líder vestido de amarillo corriendo por un puerto porque se le había averiado su bici.

ASO ha pillado ya el mensaje. Le tocaba ponerse las pilas para que la relación saliese de la cueva en la que se había enclaustrado, retirase las humedades y renovase la ilusión por seguir adelante juntos. Por ahora son solo palabras (o más bien, planos e ideas), pero ya es algo. La propuesta de Christian Prudhomme y su equipo es atrevida, muy novedosa y, siempre desde la teoría, apasionante. Digo "desde la teoría" porque luego todo depende de que los ciclistas hagan del recorrido un espectáculo para el aficionado, rechazando la metodología conservadora del último lustro.

Claro que no va a ser un cambio muy drástico, no de golpe, no nos vayamos a marear de la sensación. La primera semana es la tranquila, muy acorde a la tradición francesa adecuada del italiano 'in crescendo', donde las primeras etapas se presumen tranquilas en cuanto a la clasificación general se refiere, con mucho llano, una crono por equipos en la tercera jornada y el Muro de Bretaña en la sexta etapa como día más complicado de ese inicio reposado, pero siempre preocupante para los favoritos a la general, pues la región de Bretaña es especialmente conocida por sus vientos y las caídas y posibles montoneras estarán presentes, muy a pesar nuestra. Bien lo saben Nibali y Quintana, que se cayeron en la primera semana del Tour de 2015 y no pudieron contrarrestar a Froome al máximo. "Es un Tour muy duro. Los primeros ocho o nueve días sin montaña son los que más miedo me dan, porque te pueden hacer perder la carrera, pero es imposible que la ganes ahí", indicó Froome.

Foto: Chris Froome (c) ganó este domingo su cuarto Tour de Francia. Junto a él subieron al podio Rigoberto Urán (i) y Romain Bardet (d). (Reuters)

Algo que siempre ha gustado a la pareja ha sido correr sobre pavé y Prudhomme lo devuelve a la vida. La Roubaix estará presente en el Tour con 15 sectores que hacen un total de 21,7 kilómetros de adoquines. Pero la sorpresa, la que recupera la pasión en esta relación, es la jornada diez, la que recorre el camino entre Annecy y Le Grand-Bornard. A cien kilómetros de meta y después de un primer puerto, los corredores atravesarán un tramo de carretera sin asfaltar, lleno de pequeñas piedras y grava que suceden al Plateau des Glieres que, según la organización, no tienen intención de acondicionar en absoluto: es decir, tal como están se recorrerán esos dos kilómetros de máxima inestabilidad.

Alpe d'Huez, Tourmalet y Aubisque, reyes de siempre en territorio francés, tienen ante sí lo que el público ya se está encargando de coronar como uno de los grandes puertos de la historia del Tour. El Col del Portet, una bomba explosionada en un búnker. 17 kilómetros de subida a más del 8% de desnivel medio en una distancia total de 65. Sí, sí, 65 kilómetros de etapa de montaña que se podría calificar sin miedo como etapa reina. "Es algo nuevo para mí", dijo Froome. Para él y para la gran mayoría del pelotón. Es una distancia cortísima pero se hará muy intensa y puede que duela más que otras de alta montaña más largas.

placeholder La impresionante etapa de solo 65 kilómetros. (Le Tour)
La impresionante etapa de solo 65 kilómetros. (Le Tour)

La general definitiva quedará configurada en una contrarreloj rompepiernas en el País Vasco francés, al que el Tour no iba desde hacía 12 años, que incluye cuatro cotas, la última con tramos de una pendiente del 21%. Es decir, que Nairo Quintana, que volverá a liderar al Movistar, como él mismo dijo (todavía no sabemos el papel que tendrá Mikel Landa en el equipo telefónico), volverá a tener que tener mucha distancia ganada con Froome antes de este día para aspirar a lucir el amarillo al día siguiente en París. Porque sí, es una crono disfrazada de etapa de montaña, que no dejan de ser las dos especialidades del británico.Ni siquiera las contrarrelojes son tranquilas en este Tour desmadrado.

Al Tour de Francia lo queremos todos, pero había que reconocer que era una relación que estaba atascada. No avanzaba hacia ningún lado. Sí, al final después de tantos años, tantas alegrías y tardes de gloria, uno se enamora de las empinadas carreteras del territorio francés, pero con el devenir de los años, ese amor se transforma en cariño, un suficiente e inevitable apego que nos da pena romper, aunque nos empiece a gustar más otra, la Vuelta, por ejemplo. Es una relación que va para delante, pero no hay chispa. No había. 2017 fue el año más igualado y el menos emocionante de todos. Y ya iban demasiadas ediciones que le perdonábamos que no pasara casi nada, que la mayor emoción que nos ponía ojipláticos era ver al líder vestido de amarillo corriendo por un puerto porque se le había averiado su bici.

Tour de Francia Chris Froome
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