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Un héroe loco (Darío Brizuela) para un equipo demente (Estudiantes)
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el equipo colegial seguirá en liga endesa

Un héroe loco (Darío Brizuela) para un equipo demente (Estudiantes)

El canterano del Estudiantes anotó los últimos diez puntos de su equipo, que venció por 83-80 al Obradoiro y selló la permanencia en la ACB gracias también a la derrota del Delteco GBC

Foto: Darío Brizuela selló la permanencia del Movistar Estudiantes en la Liga Endesa. (ACB Photo / A. Nevado)
Darío Brizuela selló la permanencia del Movistar Estudiantes en la Liga Endesa. (ACB Photo / A. Nevado)

Darío Brizuela nació en San Sebastián, pero a nadie que lo viera besando el escudo de su camiseta podría extrañarle que lo hubiera hecho en un sótano del Ramiro de Maeztu. En su ciudad natal vivió un descenso (luego no consumado) hace tres años. Ese recuerdo lo tiene clavado. En algún momento de los últimos meses, en una de sus muchas conversaciones con Edgar Vicedo, otro canterano del Movistar Estudiantes de su misma generación, decidió que aquello no se iba a repetir. "No íbamos a permitir que eso pasara", dijo Brizuela tras la victoria ante el Monbus Obradoiro (83-80) que selló la permanencia. "Él y yo, desgracidamente, vivimos un descenso. Y es un mal sentimiento que te dura todo el verano. Lo hemos hablado mucho y no queríamos que volviera a pasar. Lo vivimos más por eso, porque llevamos un montón de años aquí. Hemos visto mucho equipos ir y venir, y estábamos de acuerdo en que este equipo no se merecía descender".

El de Brizuela y Vicedo es uno de esos pactos que solo salen a la luz cuando se cumplen. La historia del deporte está llena de ejemplos como ese, de arengas y discursos épicos sepultados tras perder. La victoria es mucho más bella, pero no es muy diferente a la derrota.

placeholder Darío Brizuela, en primer plano, tras el descenso de hace tres años en San Sebastián. (E. Candel/ACB Photo)
Darío Brizuela, en primer plano, tras el descenso de hace tres años en San Sebastián. (E. Candel/ACB Photo)

"La gente que está siempre aquí, la gente que viene de abajo, es la que lo siente. Yo sabía que para él era un partido muy importante después de forzar con la lesión de rodilla que tenía. Le ha salido de maravilla porque es un luchador, un guerrero, y ha puesto todo lo que tiene dentro de él", dijo Vicedo en el vestuario poco antes de derrumbarse, incapaz de continuar atendiendo a los medios. "Está emocionado, igual que yo", dijo después Brizuela. "Le he dicho que lo hemos conseguido. Ha sido un año muy difícil. Él también ha hecho una parte importante que no se ve". La temporada pasada, era Vicedo el que tenía más protagonismo y Brizuela el que pasaba mucho tiempo en el banquillo. Los papeles se han invertido. Ha sido el año de Brizuela, tercer máximo anotador de la Liga Endesa (14,7 puntos por partido) y protagonista en la Selección.

Uno de los responsables de la explosión de Brizuela es el entrenador, Josep Maria Berrocal, que tras que el partido resoplaba en la puerta del vestuario como si en vez de evitar el descenso acabara de salvar la vida. "Es un jugador con hambre, con ambición de querer crecer. No estaba planeado que nadie siguiera el camino que ha seguido Darío, pero él mismo se lo ha creado desde el principio. Ha dado un paso adelante y es un jugador importante. Espero que siga evolucionando en su carrera deportiva", dijo el técnico, pitado en la presentación del equipo. "Darío era el primero que estaba emocionado. Se ha formado en el Estudiantes y quiere el equipo esté en la ACB. Edgar también lo ha sufrido mucho y ha jugado poco. Son los que conocen más el club".

El Estudiantes no tenía red como en 2012 y 2016. La malas decisiones, los errores de planificación, la mala suerte... Esta vez descender significaba jugar la próxima temporada en LEB Oro y eso, con la deuda que tiene el club, era una seria amenaza para su supervivencia a medio plazo, por mucho que Telefónica renovara hace poco su acuerdo de patrocinio. Con esa mochila ha jugado el equipo en unas últimas semanas con muchas bajas. Primero se lesionó Alessandro Gentile. Luego Darío Brizuela. Los dos mejores jugadores de la plantilla. El de este domingo contra el Obradoiro fue su primer partido juntos desde hace casi dos meses. Y se notó. Uno sostuvo al equipo con 27 puntos y otro remató la victoria con diez puntos consecutivos, los útimos diez que anotó el Estu.

"(Brizuela) Sabe que este es su equipo", declaró Gentile, el otro protagonista de la salvación del Estudiantes. "Era su momento y lo asumió sin miedo. Tomó la responsabilidad. Ha ido mejorando durante toda la temporada. No me sorprende, tendrá un gran futuro, seguro", dijo el italiano, que salvo sorpresa quedará como una agradable anécdota en la historia estudiantil. Todavía muchos se preguntan qué hace un jugador como ese en un equipo como el Estu.

A cuatro minutos para el final, el Obradoiro, que también se jugaba la permanencia y que lo hará de nuevo en la última jornada, ganaba por tres puntos (73-76). Justo antes, Brizuela, que había estado nueve minutos seguidos en el banquillo, entró y forzó una falta. Anotó un tiro libre. "Tenía miedo porque cuando me quedo frío es cuando me empieza a doler. Cuando he entrado, me he puesto a defender y se me ha olvidado", dijo el donostiarra. "Estaba esperando el momento de entrar. Cuando he entrado, me han dicho que estaban cambiando (en defensa: los hombres grandes se quedaban con los pequeños) y en bonus, que intentara penetrar. Y en la primera penetración he sacado una falta y he cogido confianza, porque no estaba teniendo un buen partido". De sus primeros ocho lanzamienros solo había metido dos. Los tres últimos los metió todos. "La diferencia entre los jugadores buenos y los jugadores grandes está en esos momentos, y Darío siempre es grande", dijo Nik Caner-Medley.

Brizuela leyó a la perfección la defensa del Obradoiro para anotar. Un mate, una bandeja, un triple y dos tiros libres en los últimos dos minutos y medio. "Hoy había que jugar con cabeza, pero también con el corazón caliente. El físico daba igual, no existía el cansancio, no existía el dolor. A mí me ha empezado a doler la rodilla cuando he subido al vestuario", reconoció. ¿Cuánto de corazón y cuánto de cabeza hubo en esas acciones finales? "Cincuenta-cincuenta. Soy un jugador que está un poco loco". Perfecto para un equipo demente como el Estu.

placeholder Alessandro Gentile (i) y Darío Brizuela, los dos principales artífices de la salvación del Estudiantes. (ACB Photo / A. Nevado)
Alessandro Gentile (i) y Darío Brizuela, los dos principales artífices de la salvación del Estudiantes. (ACB Photo / A. Nevado)

Uno de los primeros abrazos después del partido se lo dio Nacho Llovet, jugador del Obradoiro, canterano del Joventut y compañero en la Selección española. "Es un momento importante y bonito para él. No sé si va a ser su despedida de su afición aquí, pero ha hecho un año muy bueno y es posible que equipos grandes le quieran. Siempre quieres despedirte de tu gente porque a tu casa le tienes un cariño especial, y al final el Estudiantes es de donde ha salido, quien le ha dado la oportunidad y quien le ha hecho crecer. Estoy convencido de que además de estar lesionado y hacer el esfuerzo de jugar hoy, acabar con las canastas decisivas es algo para sentir orgullo y estoy seguro de que está contento".

Brizuela llegó al Estudiantes con 16 años. Ahora, con 24, enfila la puerta de salida. "¡Brizuela quédate!", le cantó la afición a su salida del pabellón. Es bastante probable que no lo haga, pero al menos les ha dejado el mejor regalo posible: la permanencia.

Darío Brizuela nació en San Sebastián, pero a nadie que lo viera besando el escudo de su camiseta podría extrañarle que lo hubiera hecho en un sótano del Ramiro de Maeztu. En su ciudad natal vivió un descenso (luego no consumado) hace tres años. Ese recuerdo lo tiene clavado. En algún momento de los últimos meses, en una de sus muchas conversaciones con Edgar Vicedo, otro canterano del Movistar Estudiantes de su misma generación, decidió que aquello no se iba a repetir. "No íbamos a permitir que eso pasara", dijo Brizuela tras la victoria ante el Monbus Obradoiro (83-80) que selló la permanencia. "Él y yo, desgracidamente, vivimos un descenso. Y es un mal sentimiento que te dura todo el verano. Lo hemos hablado mucho y no queríamos que volviera a pasar. Lo vivimos más por eso, porque llevamos un montón de años aquí. Hemos visto mucho equipos ir y venir, y estábamos de acuerdo en que este equipo no se merecía descender".

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