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Lagarto de la Cruz: "Ni de locos ganábamos a EEUU. Hubiésemos perdido 110 veces de 100"
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Medallista en Los Ángeles 84

Lagarto de la Cruz: "Ni de locos ganábamos a EEUU. Hubiésemos perdido 110 veces de 100"

Llegó a España en 1975 para jugar en el Barça, donde permaneció 12 años. Sin embargo, no fue en su club, sino en la Selección, el lugar en el que entró en la historia

Foto: Juan Domingo de la Cruz, junto a Maradona y 'Chicho' Sibilio. (Cedida)
Juan Domingo de la Cruz, junto a Maradona y 'Chicho' Sibilio. (Cedida)
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El baloncesto era un deporte que no le despertaba ningún interés a Juan Domingo 'Lagarto' de la Cruz (Pasteur, Lincoln, Argentina, 1954) hasta que un día un entrenador de San Lorenzo de Almagro le preguntó si quería probar. Aceptó sin ninguna pretensión. Y sin saber que la pelota y las canastas lo acompañarían durante el resto de su vida.

Ese fue el primer gran cambio que experimentó. El segundo llegó en 1975, cuando emigró a España para jugar en el Barcelona, una ciudad en la que vivió 12 años y de la que guarda buenos recuerdos. "Enamora a primera, segunda y tercera vista", dice entre risas. Allí se convirtió en pieza clave en el Barça y en la Selección, donde fue indiscutible para Antonio Díaz Miguel.

De la Cruz fue uno de los hombres que logró la medalla de plata en Los Ángeles 84. "Díaz Miguel hizo virguerías con un equipo justito físicamente", sentencia el hispano-argentino, que guarda muy buen recuerdo del técnico. Ahora gestiona una escuela de baloncesto en Mallorca y colabora como relaciones públicas con una empresa.

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PREGUNTA. ¿A qué se dedica ahora Juan Domingo de la Cruz?

RESPUESTA. Tengo desde hace muchos años un club de básquet y una escuela en Baleares. Hemos llegado a tener casi 20 equipos de todas las categorías comptiiendo en Mallorca. Ahora me dedico a la escuela y a dos o tres equipos federados. También colaboro en una empresa en la que hago de relaciones públicas.

P. ¿Cree que los argentinos son los mejores relaciones públicas posibles?

R. Suele pasar, aunque no todos son iguales. Pero se caracterizan por la labia.

P. Usted trata ahora con chavales y también lo hizo con los hombres, cuando fue asistente de Antonio Díaz Miguel. ¿Qué diferencias hay?

R. No hay color. La experiencia que tuve con Antonio me sirvió para saber que no quería ser entrenador. Porque los jugadores somos muy egoístas, nunca tenemos la culpa de nada. Por eso me dediqué pura y exclusivamente a los niños. Sus padres y abuelos me miran con mucha admiración. Eso es de agradecer.

P. Usted nació en la Argentina posperonista. ¿Qué recuerdos tiene del país?

R. Yo en el 75 me mudé a Barcelona y ya empezaban a ocurrir cosas feas. De hecho, un año más tarde fue el golpe de Estado de Videla. Cuando regresé a Argentina, durante la dictadura, tuve alguna experiencia desagradable con los militares. No era muy cómodo moverse ahí.

placeholder Jorge Rafael Videla, en marzo de 1976.(EFE/Prensa Latina)
Jorge Rafael Videla, en marzo de 1976.(EFE/Prensa Latina)

P. ¿Qué mala experiencia?

R. Un día volvía en coche con un amigo tras haber entrenado. Pasamos por un sitio oscuro, donde había una patrulla. Nos vinieron dos agentes delante con escopetas y otros dos detrás con metralletas. Reaccionamos bien, soltamos el volante y pusimos las manos arriba. En seguida vinieron alrededor de siete u ocho patrullas más. Era muy típico de esa época. A nosotros nos cayó la moneda de cara y no tuvimos problemas, porque lo normal era que encontraran tu cuerpo flotando en el río.

"Tuvimos suerte. Lo normal es que nuestro cuerpo hubiera aparecido flotando en el río"

P. ¿Cómo se salvaron?

R. Dio la casualidad de que yo había sido portada de 'El Gráfico' (histórica revista deportiva argentina) porque me hicieron una entrevista como uno de los argentinos en España. A uno de los militares le gustaba el baloncesto y me preguntó si era yo el de aquel reportaje. Le dije que sí y le regalé toda la ropa que tenía, tanto de la Selección como del Barcelona.

P. ¿Cómo llegó el baloncesto a su vida? El deporte mayoritario en Argentina es el fútbol.

R. Sí, lo era sobre todo en esa época. Luego el baloncesto creció mucho gracias a la generación de los Scola, Ginóbili… A mí no me llamaba la atención este deporte. En el colegio me elegían para jugar porque era el más alto, pero no me interesaba. Cuando tenía 15 años, iba por la calle y me paró un señor. Era el entrenador del equipo más fuerte de la época de Argentina, San Lorenzo de Almagro. Me preguntó si quería ir un día a entrenar. Fui, me llamó la atención y luego todo fue muy rápido. Entrené con el primer equipo, jugué en la selección argentina juvenil… En tres años me cambió muchísimo la vida. Evidentemente, me enganché a un deporte que no pensaba que podía formar parte de mí.

P. Usted jugó en inferiores con Argentina, pero fue internacional absoluto con España porque sus abuelos eran salmantinos. ¿Por qué esa elección?

R. Jugué con Argentina porque había una reglamentación de juego diferente para las categorías inferiores. Cuando ya pensé en serio, y era profesional, tuve que elegir entre ambas. Como mis abuelos eran de Salamanca, fue muy fácil nacionalizarme. En dos meses me dieron la nacionalidad y elegí a la Selección Española porque se interesó más que la argentina. Hubo un deseo directo de la federación para que jugara con ellos.

P. ¿A qué Selección apoya ahora?

R. Mientras jugué lo di todo por España. Ahora soy Argentina, Argentina y Argentina. Eso sí, disfruto de la Selección Española.

P. ¿Cómo fue el cambio a España? Usted llegó a Barcelona cuatro meses antes de que Franco muriera.

R. Fue muy curioso. Me adapté enseguida porque no tuve problema ni con la comida ni con el idioma. Sin embargo, hubo cosas que entendí poco a poco. Por ejemplo, cuando llegué a Barcelona viví en casa de una familia catalana. El día que murió Franco, yo pensé que habría luto. Sin embargo, sacaron cava y armaron una fiesta. Dijeron un par de palabras en catalán y pillé la mitad (más risas). Con el tiempo entendí cómo era el sentimiento catalán, la historia… De hecho, íbamos a Madrid y nos gritaban: "Polacos, polacos". Yo adoro Cataluña y tengo dos hijos catalanes.

placeholder El coronel José Moscardó, el general Varela y Francisco Franco el día de la liberación de El Alcázar de Toledo. (Imagen de archivo)
El coronel José Moscardó, el general Varela y Francisco Franco el día de la liberación de El Alcázar de Toledo. (Imagen de archivo)

P. A España llegaron buenos tiempos tras la muerte de Franco. En Argentina, sin embargo, llegó la dictadura de Videla.

R. Cuando yo llegué a España, venía de un país en el que había cinco televisiones y aquí solo había una. Para mí era todo muy raro porque las cosas eran más estrictas que allí. Me acuerdo que para ver alguna película un poco picante teníamos que irnos a una zona concreta con los compañeros. Una de ellas fue 'El último tango en París'. Yo venía de un sitio con más libertad.

"Barcelona enamora a primera, segunda y tercera vista. Es una de las ciudades más bonitas"

P. Barcelona es una ciudad que enamora a primera vista. ¿Le pasó eso?

R. Barcelona enamora a primera, segunda y tercera vista. Es una de las ciudades más bonitas del mundo. No vivo ahora allí porque no tuve tantas oportunidades para hacer algo dentro del club y me vine a Mallorca.

P. ¿Cómo se vivieron los cambios que llegaron con la democracia en Cataluña?

R. Nosotros teníamos la ventaja o la desventaja de vivir en una burbuja por ser deportistas de élite. Por tanto, estábamos aislados. Tú viajas, vas a entrenar… No sabías qué estaba ocurriendo en la calle. Las cosas evolucionaron de forma muy natural. España se vistió de color y Barcelona se convirtió en una ciudad más europea si cabe. La vida, evidentemente, se hizo más fácil con la llegada de la democracia.

P. ¿No cree que los que viven en una burbuja son los jugadores actuales?

R. Sí, sí. En nuestra época, la prensa tenía más acceso a los profesionales. Convivíamos con vosotros porque viajábamos juntos y teníamos total confianza con los periodistas. Si tú le decías que no publicaran algo, pues no lo hacían. Ahora eso es imposible. Te digo burbuja porque están protegidos por los clubes y son personas inaccesibles. Nosotros convivíamos con los jugadores de fútbol porque coincidíamos en la enfermería, que era la misma para todos. Yo estuve con Diego (Maradona) y otros jugadores de la época. Actualmente, ves el banquillo del Barcelona y hay más señores vestidos de traje que jugadores.

P. ¿Tuvo relación con Diego?

R. Yo coincidí mucho con Jorge Cysterszpiller, su representante. Él me presentó a Diego y coincidimos muchas veces porque vino a vernos y viceversa. Incluso salimos alguna vez, pero luego nos vimos menos. Alrededor de Maradona se creó un ambiente que no me gustaba. Yo llevaba años en Barcelona y sabía quién le rodeaba, por eso me aparté. Ese entorno no era bueno para él, pero yo no era nadie para darle consejos a una superestrella. Era una gran persona y un buen amigo.

placeholder Maradona hizo buenas migas con Lagarto de la Cruz. (EFE)
Maradona hizo buenas migas con Lagarto de la Cruz. (EFE)

P. Usted llegó a Barcelona en una época en la que el Madrid lo ganaba todo. De hecho, el Barça no habían ganado ninguna Liga.

R. Cuando yo llegué, íbamos a Madrid y perdimos por 60. Sin embargo, los jóvenes irrumpieron y se hizo un buen equipo con Epi, Nacho, 'Chicho' Sibilio… La mezcla entre noveles y veteranos fue importante. Y les plantamos cara. Esa fue una época muy bonita para el Barcelona.

P. ¿Con qué equipo se encontró en Barcelona?

R. Estuve 12 años y coincidí con Nacho de base, con Chicho y Epi, los mejores aleros de España con diferencia, yo era el pívot nacional… Más tarde llegaron los americanos y con ellos ganamos la Recopa de Europa.

P. ¿Qué recuerdos tiene de Chicho?

R. Yo era como su hermano mayor y todo pasaba por mí. Por ejemplo, si comíamos algo, antes tenía que probarlo yo para que él se lo tomara. Le costó adaptase a Barcelona, pero era un fenómeno. Pasamos muchos momentos juntos, tanto en la Ciudad Condal como en Vitoria. Fue una gran pérdida para mí.

"Por Kucharski estuve a punto de irme del Barça. Fue muy negativo para mí"

P. El Barcelona tardó 20 en ganar una Copa, algo que logró Kucharski. ¿Qué cambió ese entrenador?

R. Yo no tengo un buen recuerdo de él. Fue un buen entrenador, pero conmigo no se portó bien. Incluso estuve a punto de irme del Barça, pero como me llamó Díaz Miguel para la Selección, me lo replanteé y me quedé. Aquella etapa fue muy negativa para mí.

P. Esa victoria fue frente al Madrid. ¿Dejaron de ser invencibles los blancos?

R. Sí, ellos notaron que las cosas habían cambiado en Barcelona. Nosotros apostamos por jugadores jóvenes y por fichajes que fueran acertado. Poco a poco, les creamos problemas. Se percataron de que tenía un gran nivel, algo que fue bueno para ellos porque la competencia siempre es positiva. ¿Cuál fue el punto negro de mi generación? La Euroliga. Tuvimos una o dos oportunidades, pero no lo conseguimos.

P. ¿Qué falló para ganarla?

R. Faltó un poco de banquillo, porque no se las rotaciones necesarias para ayudar al equipo en los momentos más complicados. También que cada uno de nosotros aportó menos de lo que debería.

P. La Selección la integraban Corbalán, Iturriaga, Romay… del Madrid y usted, Epi, Solozábal… del Barcelona. No sé si aquella rivalidad fue parecida a la de Mourinho y Guardiola.

R. Que va, que va. Éramos todos amigos. Después del mítico partido en el que Iturriaga le metió un puñetazo a Davis, no nos presentamos al tercer partido de la serie por indicación del presidente. Por eso perdimos la Liga. Los jugadores y el entrenador sí queríamos jugar. A los dos días, nos concentramos en Mallorca con la Selección. Antes me llamó Antonio (Díaz Miguel) para preguntarme por el ambiente. Y le dije que estaba todo tranquilo. Nos reunimos ese día y por la noche estábamos todos en la discoteca. Por eso logramos cosas con la Selección.

placeholder Iturriaga tuvo un gesto antideportivo con Davis en uno de los partidos. (Atresmedia)
Iturriaga tuvo un gesto antideportivo con Davis en uno de los partidos. (Atresmedia)

P. ¿Qué tal con Núñez?

R. Nuestra época era diferente porque no existía la figura del representante, así que hablábamos directamente con el presidente. Entonces él te convencía para que continuaras. Con un representante no hubiera ocurrido lo mismo porque ellos se juegan mucho dinero. Y no hubieran tragado. Él no quería que fuésemos al Madrid o al Joventut. De él no tengo quejas porque tuvimos una buena relación. De hecho, me dio personalmente la placa de homenaje, a pesar del mal momento que atravesaba el equipo de fútbol y de los pitos que se llevó.

"Núñez nos convencía para renovar porque no teníamos representantes"

P. Según cuentan, cumplía con el tópico del catalán: un tipo muy tacaño.

R. Era muy cariñoso con nosotros (risas), pero siempre miraba por los intereses del club. En ese sentido, nunca tuvimos problema alguno porque el mercado era muy diferente al actual. Nos movíamos, los jugadores de la Selección, en unas cantidades parecidas. Era como la bolsa. Nuestro orgullo era jugar en el Barcelona. Yo tuve dos ofertas del Madrid, dos años seguidos, pero no me fui porque me sentía querido en la Ciudad Condal.

P. ¿Qué lugar ocupa Díaz Miguel en el baloncesto español?

R. Hizo lo que había hecho nadie, porque no era fácil plantarles cara a los rusos, a los yugoslavos y a los estadounidenses. Eran equipos potentísimos. Nosotros también teníamos a buenos jugadores como Fernando Martín, Romay, Andrés Jiménez… Y yo era el pívot, que medía 2’07. Con los Gasol todo era más fácil porque miden 2’16 y 2’18 (risas). Antonio hizo virguerías con un equipo justito físicamente. Él fue un entrenador top al que la prensa trató mal. A mí me puso de titular en la Selección cuando era suplente en el Barça.

P. En los Juegos Olímpicos de Moscú, ustedes finalizaron cuartos. ¿Fue fundamental esa experiencia para lograr la plata cuatro años más tarde?

R. Claro, claro. Porque te das cuenta de que dar ese primer paso es importantísimo. Poco a poco, el equipo se juntó y hubo una buena unión. Tuvimos jugadores jóvenes que aportaron mucho como Fernando (Martín) y Andrés (Jiménez).

P. ¿Cómo era Moscú? Aquellos eran los años del telón de acero.

R. Muy gris. La concentración fue rara porque no veías a niños por la calle. Se los llevaron fuera de la ciudad para que no tuvieran contacto con los occidentales. En la villa olímpica, pasábamos ocho o diez controles con los militares antes de llegar al comedor o a las habitaciones. Aunque convivimos con grandes atletas, no se disfrutó tanto como en Los Ángeles.

P. En aquella época lo apodaron Lagarto de la Cruz. ¿Cómo surgió ese pseudónimo?

R. Fue un periodista amigo, Lluís Canut. Nos fuimos un par de jugadores de vacaciones a Miami y allí me pasé casi todo el día tomando el sol. Solo teníamos una semana para descansar y a mí eso me encantaba. Me dijo que parecía un lagarto de lo moreno que estaba, así que se quedó así. Al principio no me gustaba, pero ahora forma parte de mi vida.

P. ¿Fueron el Mundial de Cali y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles los culpables del auge del baloncesto en España?

R. Sí. En aquella época, había poca información del baloncesto. Yo recuerdo que con nosotros viajaban cuatro o cinco periodistas, no más. Luego evolucionó todo y hubo más reporteros porque surgieron nuevas cadenas de televisión. A partir de Moscú, todo mejoró, pero el salto definitivo lo logramos en Los Ángeles.

placeholder De izquierda a derecha, Epi, Sabonis y Corbalán. (EFE/Raúl Caro)
De izquierda a derecha, Epi, Sabonis y Corbalán. (EFE/Raúl Caro)

P. Ustedes se enfrentaron a Sabonis por primera vez en el Mundial de 82, cuando tenía 17 años. ¿Se le veían maneras?

R. Sí, sí, evidentemente. Ya se veía que iba a ser un jugador grande y que se movía muy bien. Él era una mole, pero tenía buenos movimientos a pesar del peso y del tamaño que tenía. Además, tenía buen tiro y hacía buenos movimientos debajo del aro. Se veía que iba a ser un jugador muy importante para el baloncesto mundial.

"Sabonis era una mole, pero sus movimientos eran tremendos"

P. Se recuerda mucho la plata de Los Ángeles, pero no la que lograron el Eurobasket de Nantes un año antes.

R. Aquella fue también una competición muy buena. Sin embargo, el Europeo no tiene tanto tirón como los Juegos Olímpicos.

P. Fernando Martín fue titular en la final de Los Ángeles. Corbalán me dijo que fue víctima de su propio éxito. ¿Lo suscribe?

R. No sé qué se refiere Corbalán. Fernando le dio a un poder a la Selección tremendo. En Los Ángeles, sufrió mucho porque tenía problemas de espalda. Apenas disfrutó en los Juegos Olímpicos porque se llevaba casi todo el día en un camilla con el fisioterapeuta. Martín quizá fue víctima de su propio éxito, según dijo Díaz Miguel, porque absorbió la consecución de la medalla. A él se le metió en la cabeza que tenía que jugar en la NBA y se fue.

Foto: Juan Antonio Corbalán. (EFE)

P. La diferencia entre la villa olímpica de Los Ángeles y la de Moscú sería abismal.

R. Era un espectáculo. En Moscú era muy difícil el contacto entre los deportistas, pero en Los Ángeles no. Recuerdo que estabas comiendo en el comedor, veías las repeticiones de las pruebas y se sentaban los ganadores a comer a tu lado.

P. ¿Ganar a Estados Unidos en aquella final era una utopía?

R. Ni de locos les ganábamos. Si ese partido lo hubiésemos jugado 100 veces, perdíamos 110. Eran un equipo impresionante.

P. Aíto llegó al Barcelona y ganaron cuatro Ligas seguidas, pero prescindió de usted en el 87. ¿Qué recuerda de él?

R. Cada entrenador tiene su forma de ser. El primer año jugué con él y me hizo defender al mejor jugador del Scavolini italiano en la Recopa. Luego él buscó otro perfil y por eso te dije antes que los jugadores somos egoístas. Me quedaban dos años de contrato, pero a todos nos llega el final. Y a mí me llegó en ese momento. Fue triste porque pasé 12 años de mi vida allí. Aíto no era de broncas, él te hacía ver que no estaba contento contigo de otra manera.

P. Usted jugó hasta los 42 años. ¿Cuál es la clave para aguantar tanto?

R. Siempre le dije a mis amigos que, cuando quieres dejar de jugar, te das cuenta. Me vine a Mallorca a vivir porque fiché por un equipo equivalente a la actual LEB Oro. El problema fue que no nos pagaron y nos estafaron. Me equivoqué en el equipo, pero no en el lugar. De hecho, continuó viviendo aquí.

P. ¿Cómo fue dejar Barcelona tras 12 años?

R. Fue duro, duro. Porque estás habituado a la ciudad, a la convivencia con la señora del bar, con los compañeros, con los trabajadores, la gente del club… Era una época de menos movimientos. Si te fijas, Corbalán, Iturriaga, Romay, Llorente... estuvieron toda su vida en el Madrid. Antes eran más normal estar toda al vida en el club porque te sentías identificado. Ahora cambias más porque te ofrecen más dinero.

placeholder Andrés Montes, antes del Mundial de 2006. (EFE/Ballesteros)
Andrés Montes, antes del Mundial de 2006. (EFE/Ballesteros)

P. Usted fue comentarista en La Sexta durante el Mundial de 2006. ¿Quién desempeña mejor esa función, los periodistas o los exjugadores?

R. Yo creo en el periodismo, pero quiero que el periodista sea solo eso. No me gusta el periodismo de ahora, el de bufanda, porque da asco. El Chiringuito da asco. No puede aparecer un redactor de un periódico deportivo nacional como fanático de un equipo. Eso no me sirve. Yo creo en el periodista que hace su labor y que opina de lo que sabe. A algunos comentaristas se les ve demasiado el plumero.

P. ¿Qué tal la experiencia con Andrés Montes?

R. Muy buena porque me lo pasé genial y aprendí mucho. Era un tipo muy especial al que le cogías cariño enseguida. Además, fuimos campeones del mundo, algo inolvidable. Él era buenísimo y creó una forma diferente de relatar el baloncesto. O lo amabas o lo odiabas.

P. ¿Saben los niños de su escuela quién es usted?

R. Sí, porque se lo cuentan sus padres o sus abuelos (risas).

El baloncesto era un deporte que no le despertaba ningún interés a Juan Domingo 'Lagarto' de la Cruz (Pasteur, Lincoln, Argentina, 1954) hasta que un día un entrenador de San Lorenzo de Almagro le preguntó si quería probar. Aceptó sin ninguna pretensión. Y sin saber que la pelota y las canastas lo acompañarían durante el resto de su vida.

Fernando Martín
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