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Llueven metales en la marcha: oros de Álvaro Martín y María Pérez; plata de Diego García
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Llueven metales en la marcha: oros de Álvaro Martín y María Pérez; plata de Diego García

Los 20 kilómetros arrojaron el mayor botín posible para España, que dobló su número de medallas con dos carreras simultáneas que ya son historia de este deporte

Foto: De izquierda a derecha, los medallistas de la marcha: Diego García, María Pérez y Álvaro Martín. (EFE)
De izquierda a derecha, los medallistas de la marcha: Diego García, María Pérez y Álvaro Martín. (EFE)

Van cayendo poco a poco los atletas. Los músculos se fatigan y Berlín ve como los marchadores van dejando poco a poco el ritmo de cabeza. Se despegan los italianos, los rusos, los belgas, los franceses... los españoles, sin embargo, saben sufrir. Si hubiese una genética española, algo improbable, sería la del gen del marchador, la del que es capaz de andar y sufrir, andar y sufrir. Álvaro Martín es el mejor marchador de Europa. Y María Pérez la mejor de las chicas. Y Diego García Carrera el segundo mejor.

Antes lo fueron Miguel Ángel López, o Jordi Llopart, porque en España tiene la mejor tradición atlética posible. Pero vayamos a los de hoy, los héroes del periódico de mañana. Álvaro Martín, de Llarena, en Extremadura, llevaba tiempo rondando la gesta. Quinto, octavo... siempre ahí, pero a falta de rematar. Es joven, muy joven, tiene 24 años. Hoy es campeón de Europa.

Foto: La campeona de Europa de triple salto, Paraskevi Papahristou, besa a Ana Peleteiro, medallista de bronce. (Reuters)

Hace dos años, en Río de Janeiro, fue el mejor español. Estuvo por delante de López, que era favorito, pero pinchó. Cuando cruzó la meta, a pesar de un buen resultado, se enfadó. "Yo no venía a disfrutar, venía a darlo todo. Me espera una bronca conmigo mismo". Tenía solo 22 años y ninguan responsabilidad, pero en aquellos días él ya sabía que era uno de los mejores marchadores del mundo y que bien podía sacar más resultados. Ahora, campeón de Europa, se entienden mejor esas frases, en sus piernas está ser todo lo que él quiera ser.

Así lo demostró en las calles de Berlín, en una mañana plácida, con el sol camuflado entre unas pocas nubes y una temperatura aceptable. Muchos eran los llamados porque la marcha sigue siendo una prueba predominantemente europea. Pero hubiese dado igual que le pusiesen de por medio motos, porque él había decidido, desde muy pronto, que esos 20 kilómetros estaban pensados para su mayor gloria, que nada ni nadie le iba a detener. Si en algún momento flaqueó, no dio ninguna sensación. Espero a sus rivales y vio como se fueron deshilachando. El británico Boshworth, que daba miedo por rápido. Un ruso desconocido. Una miriada de alemanes de buena fama pero, claramente, peroes que los españoles.

placeholder La entrada en meta de Álvaro Martín. (EFE)
La entrada en meta de Álvaro Martín. (EFE)

Y María Pérez, de Granada, es la mejor marchadora del continente. Su oro llegó solo unos minutos después del de Martín, porque una amenaza de bomba había retrasado la salida de su prueba. A ella le dio lo mismo, como tampoco le importó el aviso que, a mitad de la carrera, le marcó el juez. Ella era la más fuerte y nunca perdió la cabeza. Superó a Palmisano, dejó atrás a Drahotova. Con su escasa altura, ella era la única capaz de aguantar su ritmo. Le suma al oro un registro excepcional, con récord nacional y de los campeonatos.

Los jóvenes que mandan

Llegaba a los europeos María con muchas ganas. Su talento era una verdad aceptada en el atletismo español, pero la marcha es dura, se tienen que dar todos los elementos para que salgan las cosas adelante. Cualquier error en el caminar te puede mandar a la calle, el calor, la alimentación, la hidratación... hay demasiadas cosas en liza como para ver favoritos. Ella, además, es muy joven, hace solo un año ganó la plata europea sub-23. Ahora, unos meses después, ha redoblado la apuesta hasta ser la mejor del continente, sin importar la edad o la experiencia.

Pero es que hay más, porque la marcha estaba dispuesta para hacer lo típico en el atletismo nacional, salvarlo. Diego García Carrera llegaba unos segundos después de Martín. Y entre ellos dos, nada de nada. Era la segunda medalla masculina de la mañana, una mañana en la que llovieron medallas en la marcha. Como debe ser, que esto es España y si hay una prueba que se entiende y se disfruta en este país es, sin duda, esta.

García Carrera, que también triunfó en edad juvenil, fue el que más cerca estuvo de cazar a Martín. Él, hijo de voz radiofónica, también asegura el futuro del deporte nacional. Tal era el ambiente español en Berlín, que más parecía un bar de tapas que una señoral ciudad centroeuropea, que fue él mismo, una vez terminada su prueba, quien asió la bandera a María Pérez. Como los jamaicanos o los keniatas en los mundiales, España tenía su foto, con tres medallistas de golpe, para ser ya siete en los campeonatos. Cada vez es más diverso el deporte español, salen figuras de donde no se pueden ni imaginar, pero algunas pruebas siguen siempre ahí, dando réditos. La marcha, esa prueba que pide genes de la piel de toro.

Van cayendo poco a poco los atletas. Los músculos se fatigan y Berlín ve como los marchadores van dejando poco a poco el ritmo de cabeza. Se despegan los italianos, los rusos, los belgas, los franceses... los españoles, sin embargo, saben sufrir. Si hubiese una genética española, algo improbable, sería la del gen del marchador, la del que es capaz de andar y sufrir, andar y sufrir. Álvaro Martín es el mejor marchador de Europa. Y María Pérez la mejor de las chicas. Y Diego García Carrera el segundo mejor.

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