La reflexión sobre la película 'Midsommar' y las sectas que arrasa en redes: miles de reacciones y subiendo

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Midsommar es una película que está dando mucho que hablar. Las redes sociales se han inundado de críticas positivas y cientos de teorías dispares que reflexionan sobre su argumento. La película de Ari Aster lleva al espectador al extremo. Su trama puede resultar desconcertante, pero lo cierto es que es un apasionante entramado de elementos y géneros que destacan por su originalidad. El cineasta apuesta por una película de terror folclórico que mezcla el romance con el suspense y el thriller psicológico con una premisa que dignifica la excentricidad creativa de su director.

Midsommar puede leerse de muchas formas. Todas las hipótesis que rodean la trama son válidas. Sin embargo, lo que está claro es que lo que nos presenta es una radiografía social de Estados Unidos que busca la incomodidad del espectador y la necesidad de generar sentimientos encontrados. La cinta sigue los pasos de una pareja estadounidense que no atraviesa su mejor momento.

Dani y Cristian, ahogados en una relación dependiente, deciden dejar de lado sus roces y desencuentros para asistir con unos amigos al Midsommar, un festival de verano que se celebra anualmente en un pueblo remoto de Suecia, alejado de la civilización. Lo que parecen ser unas vacaciones soñadas y despreocupadas para los protagonistas, se convierten en una pesadilla angustiante cuando los vecinos de la aldea les animan a participar en unas ceremonias perturbadoras. Los jóvenes son testigos de un rito que solo ocurre una vez cada 90 años, donde descubren la oscuridad que se esconde tras la cultura de los Hårga.

Un castigo ¿injusto?

El público ha compartido sus reacciones por las redes sociales y muchos de ellos coinciden es que es una cinta que reflexiona sobre el control de las relaciones. El controvertido filme humilla y ajusticia al novio protagonista. El creador deshumaniza y sacrifica a Cristian, mientras que Dani puede disfrutar de su libertad, alejada de todas las personas que le hicieron daño. El final ha desatado la impotencia de algunos espectadores. La cinta de Ari Aster también es un espejo de las sectas que se aprovechan de la vulnerabilidad y fragilidad de sus miembros para ejercer la violencia.

Ari Aster traslada a la pantalla el dolor de una ruptura. El cineasta se lanzó a escribir este proyecto cuando acababa de terminar su relación con la que entonces era su pareja. Para él, era importante reflejar el trauma de la codependencia y la sensación de encierro que, en la película, es alimentada por el juego constante por la simetría.